PARROQUIA DE SANTIAGO APÓSTOL
LORCA
LAMENTACIONES
CAPITULOS
1 2
3 4
5
Lamentaciones 1
1 Alef. ¡Cómo, ay, yace solitaria la Ciudad populosa! Como una
viuda
se ha quedado la grande entre las naciones. La Princesa entre las
provincias sujeta está a tributo.
2 Bet. Llora que llora por la noche, y las lágrimas surcan sus
mejillas. Ni uno hay que la consuele entre todos sus amantes. Todos sus
amigos la han traicionado, ¡se le han trocado en enemigos!
3 Guímel. Judá está desterrada, en postración y en extrema
servidumbre. Sentada entre las naciones, no encuentra sosiego. La
alcanzan todos sus perseguidores entre las angosturas.
4 Dálet. Las calzadas de Sión están de luto, que nadie viene a
las
solemnidades. Todas sus puertas desoladas, sus sacerdotes gimiendo,
afligidas sus vírgenes, ¡y ella misma en amargura!
5 He. Sus adversarios están a la cabeza, sus enemigos bien
felices,
porque Yahveh la ha afligido por sus muchos delitos. Sus niños han
partido al cautiverio delante del adversario.
6 Vau. De la hija de Sión se ha ido todo su esplendor. Sus
príncipes
son como ciervos que no encuentran pasto, caminando van sin fuerzas
delante del hostigador.
7 Zain. Jerusalén recuerda sus días de miseria y vida errante,
cuando a manos del adversario sucumbía su pueblo, sin que nadie viniera
en su ayuda. Los adversarios la miraban, riéndose de su ruina.
8 Jet. Mucho ha pecado Jerusalén, por eso se ha hecho cosa
impura.
Todos los que la honraban la desprecian, porque han visto su desnudez;
y ella misma gime y se vuelve de espaldas.
9 Tet. Su inmundicia se pega a su ropa; no pensó ella en su fin,
¡y
ha caído asombrosamente! No hay quien la consuele. «¡Mira, Yahveh, mi
miseria, que el enemigo se agiganta!»
10 Yod. El adversario ha echado mano a todos sus tesoros; ha
visto
ella a las gentes entrar en su santuario, aquellos de quienes tú
ordenaste: «¡No entrarán en tu asamblea!»
11 Kaf. Su pueblo entero gime buscando pan; dan sus tesoros a
cambio
de alimento, por recobrar la vida. «Mira, Yahveh, y contempla qué
envilecida estoy.»
12 Lámed. Vosotros, todos los que pasáis por el camino, mirad y
ved
si hay dolor semejante al dolor que me atormenta, con el que Yahveh me
ha herido el día de su ardiente cólera.
13 Mem. Ha lanzado fuego de lo alto, lo ha metido en mis huesos.
Ante mis pies ha tendido una red, me ha tirado hacia atrás; me ha
dejado desolada, todo el día dolorida.
14 Nun. Ligado ha sido el yugo de mis delitos, entrelazados por
su
mano. Sobre mi cuello su yugo doblega mi vigor. El Señor me ha dejado a
merced de ellos, ¡ya no puedo tenerme!
15 Sámek. Ha desechado a todos mis valientes de en medio de mí el
Señor. Ha convocado un concejo contra mí para acabar con mis jóvenes.
El Señor ha pisado en lagar a la virgen, hija de Judá.
16 Ain. Por esto lloro yo; mi ojo, mi ojo se va en agua, porque
está
lejos de mí el consolador que reanime mi alma. Mis hijos están
desolados, porque ha ganado el enemigo.
17 Pe. Tiende Sión sus manos: ¡no hay quien la consuele! Ha
mandado
Yahveh contra Jacob sus adversarios por doquier; Jerusalén se ha hecho
cosa impura en medio de ellos.
18 Sade. Justo, justo es Yahveh, porque yo he sido indócil a sus
órdenes. Escuchad, pues, pueblos todos, y mirad mi dolor. Mis doncellas
y mis jóvenes han ido al cautiverio.
19 Qof. He llamado a mis amantes: me han traicionado ellos. Mis
sacerdotes y mis ancianos han expirado en la ciudad, mientras se
buscaban alimento por recobrar la vida.
20 Res. ¡Mira, Yahveh, que estoy en angustias! ¡Me hierven las
entrañas, el corazón se me retuerce dentro, pues he sido muy rebelde!
Afuera, la espada priva de hijos, en casa es como la muerte.
21 Sin. ¡Oye cómo gimo: no hay quien me consuele! Todos mis
enemigos, enterados de mi mal, se alegran de lo que tú has hecho. ¡Haz
que llegue el Día que tienes anunciado, para que sean como yo!
22 Tau. ¡Llegue ante ti toda su maldad, y trátalos como a mí me
trataste por todos mis delitos! Pues son muchos mis gemidos, y
languidece mi corazón.
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Lamentaciones 2
1 Alef. ¡Cómo, ay, ha anublado, en su cólera, el Señor a la hija
de
Sión! ¡Del cielo a la tierra ha precipitado el esplendor de Israel, sin
acordarse del estrado de sus pies, en el día de su cólera!
2 Bet. El Señor ha destruido sin piedad todas las moradas de
Jacob;
ha derruido, en su furor, las fortalezas de la hija de Judá; por tierra
ha echado, ha profanado al reino y a sus príncipes.
3 Guímel. En el ardor de su cólera ha quebrado todo el vigor de
Israel; ha echado atrás su diestra de frente al enemigo; ha prendido en
Jacob como fuego llameante que devora a la redonda.
4 Dálet. Ha tensado su arco, igual que un enemigo, ha afirmado su
diestra; como un adversario ha matado a todos los que eran encanto de
los ojos; en la tienda de la hija de Sión ha vertido su furor como
fuego.
5 He. Se ha portado el Señor como enemigo; ha destruido a Israel,
ha
destruido todos sus palacios, ha derruido sus fortalezas, ha acumulado
en la hija de Judá gemidos y gemidos.
6 Vau. Ha forzado, como a un huerto, su cerca, ha derruido su
lugar
de reunión. Ha hecho olvidar Yahveh en Sión solemnidades y sábados; ha
desechado en el ardor de su cólera a rey y sacerdote.
7 Zain. El Señor ha rechazado su altar, su santuario ha
desdeñado;
ha dejado a merced del enemigo los muros de sus palacios; ¡gritos se
dieron en la Casa de Yahveh, como en día solemne!
8 Jet. Yahveh decidió destruir la muralla de la hija de Sión.
Tiró
el cordel, y no retrajo su mano de arrasar; ha envuelto en luto
antemural y muro, que a la vez se desmoronan.
9 Tet. Sus puertas en tierra se han hundido, él ha deshecho y
roto
sus cerrojos; su rey y sus príncipes están entre las gentes; ¡ya no hay
Ley! Y tampoco sus profetas logran visiones de Yahveh.
10 Yod. En tierra están sentados, en silencio, los ancianos de la
hija de Sión; se han echado polvo en su cabeza, se han ceñido de sayal.
Inclinan su cabeza hasta la tierra las vírgenes de Jerusalén.
11 Kaf. Se agotan de lágrimas mis ojos, las entrañas me hierven,
mi
hígado por tierra se derrama, por el desastre de la hija de mi pueblo,
mientras desfallecen niños y lactantes en las plazas de la ciudad.
12 Lámed. Dicen ellos a sus madres: «¿Dónde hay pan?», mientras
caen
desfallecidos, como víctimas, en las plazas de la ciudad, mientras
exhalan el espíritu en el regazo de sus madres.
13 Mem. ¿A quién te compararé? ¿A quién te asemejaré, hija de
Jerusalén? ¿Quién te podrá salvar y consolar, virgen, hija de Sión?
Grande como el mar es tu quebranto: ¿quién te podrá curar?
14 Nun. Tus profetas vieron para ti visiones de falsedad e
insipidez. No revelaron tu culpa, para cambiar tu suerte. Oráculos
tuvieron para ti de falacia e ilusión.
15 Sámek. Sobre ti baten palmas todos los que pasan de camino;
silban y menean la cabeza sobre la hija de Jerusalén. «¿Esa es la
ciudad que llamaban la Hermosa, la alegría de toda la tierra?»
16 Pe. Abren su boca contra ti todos tus enemigos; silban y
rechinan
de dientes, dicen: «¡Nos la hemos tragado! ¡Ah, éste es el Día que
esperábamos! 11 Ya lo alcanzamos, ya lo vemos!»
17 Ain. Yahveh ha hecho lo que había resuelto, ha cumplido su
palabra que había empeñado desde antiguo; ha destruido sin piedad; ha
hecho alegrarse sobre ti al enemigo, ha exaltado la frente de tus
adversarios.
18 Sade. ¡Clama, pues, al Señor, muralla de la hija de Sión; deja
correr a torrentes tus lágrimas, durante día y noche; no te concedas
tregua, no cese la niña de tu ojo!
19 Qof. ¡En pie, lanza un grito en la noche, cuando comienza la
ronda; como agua tu corazón derrama ante el rostro del Señor, alza tus
manos hacia él por la vida de tus pequeñuelos (que de hambre
desfallecen por las esquinas de todas las calles)!
20 Res. Mira, Yahveh, y considera: ¿a quién has tratado de esta
suerte? ¿Tenían las mujeres que comer sus frutos, a sus niños de pecho?
¿Tenían que ser asesinados en el santuario del Señor sacerdote y
profeta?
21 Sin. Por tierra yacen en las calles niños y ancianos; mis
vírgenes y mis jóvenes cayeron a cuchillo; ¡has matado en el día de tu
cólera, has inmolado sin piedad!
22 Tau. Como en día solemne congregaste por todo el ámbito
terrores;
no hubo en el día de la ira de Yahveh fugitivo ni evadido. Los que yo
había criado y mantenido mi enemigo los exterminó.
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Lamentaciones 3
1 Alef. Yo soy el hombre que ha visto la miseria bajo el látigo
de su furor.
2El me ha llevado y me ha hecho caminar en tinieblas y sin luz.
3Contra mí solo vuelve él y revuelve su mano todo el día.
4 Bet. Mi carne y mi piel ha consumido, ha quebrado mis huesos.
5Ha levantado contra mí en asedio amargor y tortura.
6Me ha hecho morar en las tinieblas, como los muertos para siempre.
7 Guímel. Me ha emparedado y no puedo salir; ha hecho pesadas mis
cadenas.
8Aun cuando grito y pido auxilio, él sofoca mi súplica.
9Ha cercado mis caminos con piedras sillares, ha torcido mis senderos.
10 Dálet. Oso en acecho ha sido para mí, león en escondite.
11Intrincando mis caminos, me ha desgarrado, me ha dejado hecho un
horror.
12Ha tensado su arco y me ha fijado como blanco de sus flechas.
13 He. Ha clavado en mis lomos los hijos de su aljaba.
14De todo mi pueblo me he hecho la irrisión, su copla todo el día.
15El me ha colmado de amargura, me ha abrevado con ajenjo.
16 Vau. Ha quebrado mis dientes con guijarro, me ha revolcado en
la ceniza.
17Mi alma está alejada de la paz, he olvidado la dicha.
18Digo: ¡Ha fenecido mi vigor, y la esperanza que me venía de Yahveh!
19 Zain. Recuerda mi miseria y vida errante: ¡es ajenjo y
amargor!
20Lo recuerda, lo recuerda, y se hunde mi alma en mí.
21Esto revolveré en mi corazón, por ello esperaré:
22 Jet. Que el amor de Yahveh no se ha acabado, ni se ha agotado
su ternura;
23cada mañana se renuevan: ¡grande es tu lealtad!
24«¡Mi porción es Yahveh, dice mi alma, por eso en él espero!»
25 Tet. Bueno es Yahveh para el que en él espera, para el alma
que le busca.
26Bueno es esperar en silencio la salvación de Yahveh.
27Bueno es para el hombre soportar el yugo desde su juventud.
28 Yod. Que se siente solitario y silencioso, cuando el Señor se
lo impone;
29que ponga su boca en el polvo: quizá haya esperanza;
30que tienda la mejilla a quien lo hiere, que se harte de oprobios.
31 Kaf. Porque no desecha para siempre a los humanos el Señor:
32si llega a afligir, se apiada luego según su inmenso amor;
33pues no de corazón humilla él ni aflige a los hijos de hombre.
34 Lámed. Cuando se aplasta bajo el pie a todos los cautivos de
un país,
35cuando se tuerce el derecho de un hombre ante la faz del Altísimo,
36cuando se causa entuerto a un hombre en su proceso, ¿el Señor no lo
ve?
37 Mem. ¿Quién habló y ello fue? ¿No es el Señor el que decide?
38¿No salen de la boca del Altísimo los males y los bienes?
39¿De qué, pues, se queja el hombre? ¡Que sea hombre contra sus pecados!
40 Nun. Examinemos nuestros caminos, escudriñémoslos, y
convirtámonos a Yahveh.
41Alcemos nuestro corazón y nuestras manos al Dios que está en los
cielos.
42Nosotros hemos sido rebeldes y traidores: ¡Tú no has perdonado!
43 Sámek. Te has envuelto en cólera y nos has perseguido, has
matado sin piedad;
44te has arropado en una nube para que no pasara la oración;
45basura y abyección nos has hecho en medio de los pueblos.
46 Pe. Abren su boca contra nosotros todos nuestros enemigos.
47Terror y fosa es nuestra suerte, desolación y ruina.
48Arroyos de lágrimas derraman mis ojos por la ruina de la hija de mi
pueblo.
49 Ain. Mis ojos fluyen y no cesan; ya no hay alivio
50hasta que mire y vea Yahveh desde los cielos.
51Me hacen daño mis ojos por todas las hijas de mi ciudad.
52 Sade. Cazar me cazaron como a un pájaro, mis enemigos sin
motivo.
53Sofocaron mi vida en una fosa y echaron piedras sobre mí.
54Sumergieron las aguas mi cabeza, dije: «¡Estoy perdido!»
55 Qof. Invoqué tu Nombre, Yahveh, desde la hondura de la fosa.
56Tú oíste mi grito: «¡No cierres tu oído a mi oración que pide ayuda!»
57Te acercaste el día en que te invocaba, dijiste: «¡No temas!»
58 Res. Tú has defendido, Señor, la causa de mi alma, mi vida has
rescatado.
59Has visto, Yahveh, el entuerto que me hacían: ¡lleva tú mi juicio!
60Has visto toda su venganza, todos sus planes contra mí.
61 Sin. Has oído sus insultos, Yahveh, todos sus planes contra
mí,
62los labios de mis agresores y sus tramas, contra mí todo el día.
63Estén sentados o en pie, mira: yo soy la copla de ellos.
64 Tau. Retribúyeles, Yahveh, según la obra de sus manos.
65Dales embotamiento de corazón, ¡tu maldición sobre ellos!
66¡Persíguelos con saña, extírpalos de debajo de tus cielos!
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Lamentaciones 4
1 Alef. ¡Cómo, ay, se ha deslucido, el oro se ha alterado el oro
mejor! Las piedras sagradas están, ay, esparcidas por las esquinas de
todas las calles.
2 Bet. Los hijos de Sión, los excelentes, valiosos como el oro
fino,
¡son, ay, considerados como vasos de arcilla, obra de manos de alfarero!
3 Guímel. Hasta los chacales desnudan la teta, dan de mamar a sus
cachorros; la hija de mi pueblo se ha vuelto tan cruel como las
avestruces del desierto.
4 Dálet. La lengua del niño de pecho se pega de sed al paladar;
los pequeñuelos piden pan: no hay quien se lo reparta.
5 He. Los que comían manjares deliciosos desfallecen por las
calles;
los que se criaban entre púrpura abrazan los estercoleros.
6 Vau. La culpa de la hija de mi pueblo supera al pecado de
Sodoma,
que fue aniquilada en un instante sin que manos en ello se cansaran.
7 Zain. Más limpios que la nieve eran sus nazireos, más blancos
que
la leche; de cuerpo más rojo que corales, un zafiro su figura.
8 Jet. Más oscuro es su semblante que el hollín, ya no se les
reconoce por las calles. Su piel está pegada a sus huesos, seca como
madera.
9 Tet. Más dichosos fueron los muertos a cuchillo que los muertos
de
hambre, que extenuados sucumben, por falta de los frutos de los campos.
10 Yod. Las mismas manos de tiernas mujeres cocieron a sus hijos:
triste alimento fueron para ellas, en la ruina de la hija de mi pueblo.
11 Kaf. Yahveh ha apurado su furor, ha derramado el ardor de su
cólera; encendió fuego en Sión que ha devorado sus cimientos.
12 Lámed. Nunca creyeron los reyes de la tierra ni cuantos moran
en
el mundo, que el adversario y el enemigo entrarían por las puertas de
Jerusalén.
13 Mem. ¡Fue por los pecados de sus profetas, por las culpas de
sus
sacerdotes, que en medio de ella derramaron sangre de justos!
14 Nun. Titubeaban por las calles como ciegos, manchados de
sangre, sin que nadie pudiera tocar sus vestiduras.
15 Sámek. «¡Apartaos! ¡Un impuro!», les gritaban, «¡Apartaos,
apartaos! ¡No tocar!» Si huían errantes, se decía entre las naciones:
«¡No seguirán de huéspedes aquí!»
16 Pe. El Rostro de Yahveh los dispersó, no volverá a mirarlos.
No
hubo respeto para los sacerdotes, ni piedad para los ancianos.
17 Ain. Y aún se consumían nuestros ojos, esperando un socorro:
¡ilusión! Desde nuestros oteros oteábamos a una nación incapaz de
salvar.
18 Sade. Se acechaban nuestros pasos, para que no anduviéramos
por
nuestras plazas. Cerca estaba nuestro fin, cumplidos nuestros días, sí,
llegaba nuestro fin.
19 Qof. Nuestros perseguidores eran raudos, más que las águilas
del
cielo; nos acosaban por los montes, en el desierto nos tendían
emboscadas.
20 Res. Nuestro aliento vital, el ungido de Yahveh, quedó preso
en
sus fosas; aquel de quien decíamos: «¡A su sombra viviremos entre las
naciones!»
21 Sin. ¡Regocíjate, exulta, hija de Edom, que habitas en el país
de
Us! ¡También a ti pasará la copa: te embriagarás y te desnudarás!
22 Tau. ¡Se ha borrado tu culpa, hija de Sión; no volverá él a
desterrarte! ¡Pero ha de visitar tu culpa, hija de Edom, pondrá al
desnudo tus pecados!
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Lamentaciones 5
1¡Acuérdate, Yahveh, de lo que nos ha sobrevenido, mira y ve nuestro
oprobio!
2Nuestra heredad ha pasado a extranjeros, nuestras casas a extraños.
3Somos huérfanos, sin padre; nuestras madres, como viudas.
4A precio de plata bebemos nuestra agua, nuestra leña nos llega por
dinero.
5El yugo a nuestro cuello, andamos acosados; estamos agotados, no se
nos da respiro.
6Hacia Egipto tendemos nuestra mano, hacia Asur para quitar el hambre.
7Nuestros padres pecaron: ya no existen; y nosotros cargamos con sus
culpas.
8Esclavos nos dominan, nadie nos libra de su mano.
9A riesgo de la vida logramos nuestro pan, afrontando la espada del
desierto.
10Nuestra piel abrasa como un horno, a causa del ardor del hambre.
11Han violado a las mujeres en Sión, a las vírgenes en las ciudades de
Judá.
12Colgados fueron por sus manos los príncipes; la faz de los ancianos
no ha sido respetada.
13Han arrastrado la muela los muchachos, bajo la leña se han doblado
los niños.
14Los ancianos han dejado de acudir a la puerta, los muchachos han
parado sus cantares.
15Ha cesado la alegría de nuestro corazón, se ha trocado en duelo
nuestra danza.
16Ha caído la corona de nuestra cabeza. ¡Ay de nosotros, que hemos
pecado!
17Por eso está dolorido nuestro corazón, por eso se nublan nuestros
ojos:
18por el monte Sión, que está asolado; ¡las raposas merodean en él!
19Mas tú, Yahveh, para siempre te sientas; ¡tu trono de generación en
generación!
20¿Por qué has de olvidarnos para siempre, por qué toda la vida
abandonarnos?
21¡Haznos volver a ti, Yahveh, y volveremos. Renueva nuestros días como
antaño,
22si es que no nos has desechado totalmente, irritado contra nosotros
sin medida!
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