PARROQUIA DE SANTIAGO APÓSTOL
LORCA
NEHEMÍAS
CAPITULOS
1 2
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7 8
9 10
11 12
13
Nehemias 1
1 Palabras de Nehemias, hijo de Jakalias. En el mes
de Kisléu, el año veinte del rey Artajerjes, estando yo en la ciudadela
de Susa,
2 Jananí, uno de mis hermanos, llegó con algunos
hombres venidos de Judá. Yo les pregunté por los judíos - el Resto que
se había salvado del cautiverio - y por Jerusalén.
3 Me respondieron: «Los restos del cautiverio que han
quedado allí en la provincia se encuentran en gran estrechez y
confusión. La muralla de Jerusalén está llena de brechas, y sus puertas
incendiadas.»
4 Al oír estas palabras me senté y me puse a llorar;
permanecí en duelo algunos dias ayunando y orando ante el Dios del
cielo.
5 Y dije: «Ah, Yahveh, Dios del cielo, tú, el Dios
grande y temible, que guardas la alianza y el amor a los que te
aman y observan tus mandamientos;
6 estén atentos tus oídos y abiertos tus ojos para
escuchar la oración de tu siervo, que yo hago ahora en tu
presencia día y noche, por los hijos de Israel, tus siervos,
confesando los pecados que los hijos de Israel hemos cometido contra
ti; ¡yo mismo y la casa de mi padre hemos pecado!
7 Hemos obrado muy mal contigo, no observando los
mandamientos, los preceptos y las normas que tú habias prescrito a
Moisés tu siervo.
8 Pero acuérdate de la palabra que confiaste a Moisés
tu siervo: “Si sois infieles, yo os dispersaré entre los pueblos;
9 pero si, volviéndoos a mí guardáis mis mandamientos
y los ponéis en práctica, aunque vuestros desterrados estuvieron en los
confines de los cielos, yo los reuniré de allí y los conduciré de nuevo
al Lugar que he elegido para morada de mi Nombre.”
10 Aquí tienes a tus siervos y a tu pueblo que tú has
rescatado con tu gran poder y tu fuerte mano.
11 ¡Ea, Señor, estén atentos tus oídos a la oración
de tu siervo, a la oración de tus servidores, que desean venerar
tu Nombre! Concede ahora, te suplico, gracia a tu siervo y haz que
encuentre favor ante ese hombre.» Era yo entonces copero del rey.
INICIO
Nehemias 2
1 En el mes de Nisán, el año veinte del rey
Artajerjes, siendo yo encargado del vino, tomé vino y se lo ofrecí
al rey. Anteriormente nunca había estado yo triste.
2 Me dijo, pues, el rey: «¿Por qué ese semblante tan
triste? Tú, enfermo no estás. ¿Acaso tienes alguna preocupación en el
corazón?» Yo quedé muy turbado,
3 y dije al rey: «¡Viva por siempre el rey! ¿Cómo no
ha de estar triste mi semblante, cuando la ciudad donde están las
tumbas de mis padres está en ruinas, y sus puertas devoradas por el
fuego?»
4 Replicóme el rey: «¿Qué deseas, pues?» Invoqué al
Dios del cielo,
5 y respondí al rey: «Si le place al rey y estás
satisfecho de tu siervo, envíame a Judá, a la ciudad de las
tumbas de mis padres, para que yo la reconstruya.»
6 El rey me preguntó, estando la reina sentada a su
lado: «¿Cuánto durará tu viaje? ¿Cuándo volverás?» Yo le fijé un plazo
que pareció aceptable al rey, y él me envió.
7 Añadí al rey: «Si le place al rey, que se me den
cartas para los gobernadores de Transeufratina, para que me faciliten
el camino hasta Judá;
8 y asimismo una carta para Asaf, el encargado de los
parques reales, para que me proporcione madera de construcción para las
puertas de la ciudadela del Templo, la muralla de la ciudad y la casa
en que yo me he de instalar.» El rey me lo concedió, pues la mano
bondadosa de mi Dios estaba conmigo.
9 Me dirigí, pues, a los gobernadores de
Transeufratina y les entregué las cartas del rey. El rey me había hecho
escoltar por oficiales del ejército y gente de a caballo.
10 Al enterarse de ello Samballat el joronita y
Tobias el servidor ammonita, les sentó muy mal que alguien
viniera a procurar el bienestar de los israelitas.
11 Llegué a Jerusalén y me quedé allí tres dias.
12 Luego me levanté de noche con unos pocos hombres,
sin comunicar a nadie lo que mi Dios me había inspirado que hiciera por
Jerusalén, y sin llevar conmigo más que la cabalgadura en que iba
montado.
13 Saliendo, pues, de noche por la puerta del Valle,
me dirigí hacia la Fuente del Dragón y hacia la puerta del Muladar:
inspeccioné la muralla de Jerusalén por donde tenía brechas, y las
puertas que habían sido devoradas por el fuego.
14 Continué luego hacia la puerta de la Fuente y la
alberca del Rey, pero no había paso para mi cabalgadura.
15 Volví a subir, pues, de noche, por el Torrente,
inspeccionando la muralla, y volví a entrar por la puerta del Valle.
Así regresé a casa.
16 Los consejeros no supieron dónde había ido ni lo
que había hecho. Hasta entonces no había dicho nada a los judíos: ni a
los sacerdotes ni a los notables ni a los consejeros ni a los
funcionarios;
17 entonces les dije: «Vosotros mismos veis la triste
situación en que nos encontramos, pues Jerusalén está en ruinas, y sus
puertas devoradas por el fuego. Vamos a reconstruir la muralla de
Jerusalén, y no seremos más objeto de escarnio.»
18 Y les referí cómo la mano bondadosa de mi Dios
había estado conmigo, y les relaté también las palabras que el rey me
había dicho. Ellos dijeron: «¡Levantémonos y construyamos!» Y se
afianzaron en su buen propósito.
19 Al enterarse de ello Samballat el joronita, Tobias
el siervo ammonita y Guésem el árabe, se burlaron de nosotros y
vinieron a decirnos: «¿Qué hacéis? ¿Es que os habéis rebelado contra el
rey?»
20 Yo les respondí: «El Dios del cielo nos hará
triunfar. Nosotros sus siervos, vamos a ponernos a la obra. En
cuanto a vosotros, no tenéis parte ni derecho ni recuerdo en
Jerusalén.»
INICIO
Nehemias 3
1 El sumo sacerdote Elyasib y sus hermanos los
sacerdotes se encargaron de construir la puerta de las Ovejas: la
armaron, fijaron sus hojas, barras y goznes, y continuaron hasta la
torre de los Cien y hasta la torre de Jananel.
2 Al lado de ellos construyeron los de Jericó; a su
lado construyó Zakkur, hijo de Imrí.
3 Los hijos de Hassenáa construyeron la puerta de los
Peces: la armaron y fijaron sus hojas, barras y goznes.
4 A su lado reparó Meremot, hijo de Urias, hijo de
Haqcós; a continuación reparó Mesullam, hijo de Berekias, hijo de
Mesezabel; a su lado reparó Sadoq, hijo de Baaná.
5 Junto a él repararon los de Técoa, pero sus
notables se negaron a poner su cuello al servicio de sus señores.
6 La puerta del Barrio nuevo la repararon Yoyadá,
hijo de Paséaj, y Mesullam, hijo de Besodias: la armaron y fijaron sus
hojas, barras y goznes.
7 A continuación de éstos repararon Melatias de
Gabaón y Yadón de Meronot, así como los de Gabaón y de Mispá, a
expensas del gobernador de Transeufratina.
8 A su lado reparó Uzziel, miembro del gremio de los
orfebres, y a continuación reparó Jananias, del gremio de los
perfumistas: ellos reconstruyeron Jerusalén hasta el muro de la Plaza.
9 A continuación reparó Refaias, hijo de Jur, jefe de
la mitad del distrito de Jerusalén.
10 A continuación reparó Yedaias, hijo de Harumaf,
delante de su casa; a continuación reparó Jattús, hijo de Hasabneias.
11 Malkiyias, hijo de Jarim, y Jassub, hijo de Pajat
Moab, repararon la parte siguiente, hasta la torre de los Hornos.
12 A continuación de éstos reparó, con sus hijos,
Sallum, hijo de Hallojés, jefe de la mitad del distrito de Jerusalén.
13 Repararon la puerta del Valle, Hanún y los
habitantes de Zanóaj: la construyeron, fijaron sus hojas, barras y
goznes, e hicieron mil codos de muro, hasta la puerta del Muladar.
14 La puerta del Muladar la reparó Malkiyias, hijo de
Rekab, jefe del distrito de Bet Hakkérem, con sus hijos: fijó sus
hojas, barras y goznes.
15 La puerta de la Fuente la reparó Sallum, hijo de
Kol Jozé, jefe del distrito de Mispá: la construyó, la cubrió y fijó
sus hojas, barras y goznes. También restauró el muro de la alberca del
canal, que está junto al huerto del rey, hasta las escaleras que bajan
de la Ciudad de David.
16 Después de él Nehemias, hijo de Aztuq, jefe de la
mitad del distrito de Bet Sur, reparó hasta enfrente de las tumbas de
David, hasta la alberca artificial y hasta la Casa de los Valientes.
17 A continuación repararon los levitas: Rejum, hijo
de Baní; a su lado reparó Jasabias, jefe de la mitad del distrito de
Queilá, en su distrito;
18 a continuación repararon sus hermanos: Binnuy,
hijo de Jenadad, jefe de la mitad del distrito de Queilá;
19 a continuación Ezer, hijo de Josué, jefe de Mispá,
reparó otra sección frente a la subida del Arsenal del Angulo.
20 Después de él Baruc, hijo de Zabbay, reparó otro
sector, desde el Angulo hasta la puerta de la casa del sumo sacerdote
Elyasib.
21 Después de él Meremot, hijo de Urias, hijo de
Haqcós, reparó otro sector, desde la puerta de la casa de Elyasib
hasta el término de la misma.
22 Después de él prosiguieron la reparación los
sacerdotes que habitaban en la Vega.
23 Repararon a continuación Benjamín y Jassub frente
a sus casas. Después de ellos Azarias, hijo de Maaseias, hijo de
Ananias, reparó junto a su casa.
24 Después de él Binnuy, hijo de Jenadad, reparó otra
sección, desde la casa de Azarias hasta el Angulo y la esquina.
25 A continuación Palal, hijo de Uzay, reparó
enfrente del Angulo y de la torre en saliente de la casa del rey, la de
arriba que da al patio de la cárcel. Después de él Pedaias, hijo de
Parós, reparó
26 hasta la puerta de las Aguas hacia Oriente y hasta
delante de la torre en saliente.
27 A continuación los de Técoa repararon otro sector
frente a la torre grande en saliente hasta el muro del Ofel.
28 Desde la puerta de los Caballos repararon los
sacerdotes, cada uno frente a su casa.
29 Después de ellos reparó Sadoq, hijo de Immer,
frente a su casa. Después de él reparó Semaias, hijo de Sekanias,
encargado de la puerta Oriental.
30 Después de él, Jananias, hijo de Selemias, y
Janún, sexto hijo de Salaf, repararon otro sector. A continuación
reparó Mesullam, hijo de Berekias, frente a su vivienda.
31 Después de él Malkiyias, del gremio de los
orfebres, reparó hasta la casa de los donados y de los comerciantes,
frente a la puerta de la Inspección, hasta la cámara alta del ángulo.
32 Y entre la cámara alta del ángulo y la puerta de
las Ovejas, repararon los orfebres y los comerciantes.
33 Cuando Samballat se enteró de que estábamos
reconstruyendo la muralla, montó en cólera y se irritó mucho. Se
burlaba de los judíos,
34 y decía delante de sus hermanos y de la gente
principal de Samaría: «¿Qué pretenden hacer esos miserables judíos? ¿Es
que quieren terminar en un día? ¿Van a dar vida a esas piedras, sacadas
de montones de escombros y calcinadas?»
35 Tobias el ammonita, que estaba junto a él, dijo:
«¡Déjales que construyan; que si un chacal se alza, abrirá brecha en su
muralla de piedra!»
36 ¡Escucha, Dios nuestro, porque nos desprecian. Haz
que caiga su insulto sobre su cabeza. Entrégalos al desprecio en un
país de cautividad!
37 No pases por alto su iniquidad, ni su pecado sea
borrado en tu presencia, porque han insultado a los constructores.
38 Construimos, pues, la muralla, que quedó terminada
hasta media altura. El pueblo había puesto su corazón en el
trabajo.
INICIO
Nehemias 4
1 Cuando Samballat, Tobias, los árabes, los ammonitas
y los asdoditas se enteraron de que la reparación de la muralla
de Jerusalén adelantaba - pues las brechas comenzaban a taparse - se
enfurecieron mucho;
2 y se conjuraron todos a una para venir a atacar a
Jerusalén y a humillarme a mí.
3 Pero invocamos a nuestro Dios y montamos guardia
contra ellos de día y de noche.
4 Judá decía: «¡Flaquean las fuerzas de los
cargadores: hay demasiado escombro; nosotros no podemos reconstruir
la muralla!»
5 Y nuestros enemigos decían: «¡Antes que se enteren
o se den cuenta, iremos contra ellos, y los mataremos y pararemos
la obra!»
6 Pero algunos judíos que vivían junto a ellos
vinieron a advertirnos por diez veces: «Vienen contra nosotros
desde todos los lugares que habitan.»
7 Se apostó, pues, el pueblo en los puntos más bajos,
detrás de la muralla y en los lugares descubiertos, y coloqué a la
gente por familias, cada uno con sus espadas, sus lanzas y sus arcos.
8 Al ver su miedo, me levanté y dije a los notables,
a los consejeros y al resto del pueblo: «¡No les tengáis miedo;
acordaos del Señor, grande y terrible, y combatid por vuestros
hermanos, vuestros hijos y vuestras hijas, vuestras mujeres y vuestras
casas!»
9 Cuando nuestros enemigos supieron que estábamos
advertidos y que Dios había desbaratado sus planes, se retiraron, y
todos nosotros volvimos a la muralla, cada cual a su trabajo.
10 Pero desde aquel día, sólo la mitad de mis hombres
tomaban parte en el trabajo; la otra mitad, provistos de lanzas,
escudos, arcos y corazas, se mantenía detrás de toda la casa de Judá
11 que construía la muralla. También los cargadores
estaban armados: con una mano cuidaba cada uno de su trabajo, con la
otra empuñaba el arma.
12 Cada uno de los constructores tenía ceñida a la
cintura su espada mientras trabajaba. Había un corneta junto a mí para
sonar el cuerno.
13 Dije a los notables, a los consejeros y al resto
del pueblo: «La obra es importante y extensa, y nosotros estamos
diseminados a lo largo de la muralla, lejos unos de otros:
14 corred a reuniros con nosotros al lugar donde
oigáis el sonido del cuerno, y nuestro Dios combatirá por nosotros.»
15 Así organizábamos el trabajo desde el despuntar
del alba hasta que salían las estrellas.
16 Dije también entonces al pueblo: «Todos pasarán la
noche en Jerusalén con sus criados, y así haremos guardia de
noche y trabajaremos de día.»
17 Pero ni yo ni mis hermanos ni mis gentes mi los
hombres de guardia que me seguían nos quitábamos la ropa; todos
nosotros teníamos el arma en la mano.
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Nehemias 5
1 Un gran clamor se suscitó entre la gente del pueblo
y sus mujeres contra sus hermanos judíos.
2 Había quienes decían: «Nosotros tenemos que dar en
prenda nuestros hijos y nuestras hijas para obtener grano con que comer
y vivir.»
3 Había otros que decían: «Nosotros tenemos que
empeñar nuestros campos, nuestras viñas y nuestras casas para conseguir
grano en esta penuria.»
4 Y otros decían: «Tenemos que pedir prestado dinero
a cuenta de nuestros campos y de nuestras viñas para el impuesto del
rey;
5 y siendo así que tenemos la misma carne que
nuestros hermanos, y que nuestros hijos son como sus hijos, sin embargo
tenemos que entregar como esclavos a nuestros hijos y a nuestras hijas;
¡hay incluso entre nuestras hijas quienes son deshonradas! Y no
podemos hacer nada, ya que nuestros campos y nuestras viñas pertenecen
a otros.»
6 Yo me indigné mucho al oír su queja y estas
palabras.
7 Tomé decisión en mi corazón de reprender a los
notables y a los consejeros, y les dije: «¡Qué carga impone cada
uno de vosotros a su hermano!» Congregué contra ellos una gran asamblea,
8 y les dije: «Nosotros hemos rescatado, en la medida
de nuestras posibilidades, a nuestros hermanos judíos que habían sido
vendidos a las naciones. ¡Y ahora sois vosotros los que vendéis a
vuestros hermanos para que nosotros los rescatemos!» Ellos callaron sin
saber qué responder.
9 Y yo continué: «No está bien lo que estáis
haciendo. ¿No queréis caminar en el temor de nuestro Dios, para evitar
los insultos de las naciones enemigas?
10 También yo, mis hermanos y mi gente, les hemos
prestado dinero y trigo. Pues bien, condonemos estas deudas.
11 Restituidles inmediatamente sus campos, sus viñas,
sus olivares y sus casas, y perdonadles la deuda del dinero, del trigo,
del vino y del aceite que les habéis prestado.»
12 Respondieron ellos: «Restituiremos y no les
reclamaremos ya nada; haremos como tú has dicho.» Entonces llamé a los
sacerdotes y les hice jurar que harían seguir esta promesa.
13 Luego sacudí los pliegues de mi manto diciendo:
«¡Así sacuda Dios, fuera de su casa y de su hacienda, a todo aquel que
no mantenga esta palabra: así sea sacudido y despojado!» Toda la
asamblea respondió: «¡Amén!», y alabó a Yahveh. Y el pueblo cumplió
esta palabra.
14 Además, desde el día en que el rey me mandó ser
gobernador del país de Judá, desde el año veinte hasta el 32 del rey
Artajerjes, durante doce años, ni yo ni mis hermanos comimos jamás del
pan del gobernador.
15 En cambio los gobernadores anteriores que me
precedieron gravaban al pueblo: cada día percibían de él, como
contribución por el pan, cuarenta siclos de plata; también sus
servidores oprimían al pueblo. Pero yo, por temor de Dios, no hice
nunca esto.
16 Además he ayudado a la obra de la reparación de
esta muralla, y, aunque no he adquirido campos, toda mi gente estaba
también allí colaborando en la tarea.
17 A mi mesa se sentaban los jefes y los consejeros
en número de 150 sin contar los que venían a nosotros de las
naciones vecinas.
18 Diariamente se aderezaban a expensas mias un toro,
seis carneros escogidos y aves; y cada diez dias se traía cantidad de
odres de vino. Y a pesar de todo, jamás reclamé el pan del gobernador,
porque un duro trabajo gravaba ya al pueblo.
19 ¡Acuérdate, Dios mío, para mi bien, de todo lo que
he hecho por este pueblo!
INICIO
Nehemias 6
1 Cuando Samballat, Tobias, Guésem el árabe, y los
demás enemigos nuestros se enteraron de que yo había reconstruido la
muralla y de que ya no quedaba en ella brecha alguna - aunque en aquel
tiempo no estaban colocadas las hojas de las puertas -
2 Samballat y Guésem mandaron a decirme: «Ven a
entrevistarte con nosotros en Hakkefirim, en el valle de Onó.» Pero
ellos tramaban hacerme mal.
3 Por eso les envié mensajeros para decirles: «Estoy
ocupado en una obra importante y no puedo bajar; ¿por qué voy a dejar
que la obra se pare abandonándola para bajar donde vosotros?»
4 Cuatro veces me enviaron el mismo recado, y yo di
la misma respuesta.
5 Entonces Samballat me envió a decir por quinta vez
lo mismo por un criado suyo que traía una carta abierta
6 en la que estaba escrito: «Se oye entre las
naciones, y así lo afirma Gasmu, el rumor de que tú y los judíos
estáis pensando sublevaros; que para ello reconstruyes la muralla
y tratas de hacerte su rey,
7 que incluso has designado profetas para proclamar
acerca de ti en Jerusalén: ¡Judá tiene rey! Estos rumores van a ser
oídos por el rey; así que ven para que tomemos consejo juntos.»
8 Pero yo les mandé decir: «No hay nada de eso que
dices; son invenciones de tu corazón.»
9 Porque lo que querían era meternos miedo, pensando:
«Desfallecerán sus manos y no acabarán la obra.» Pero, por el
contrario, yo me reafirmé más.
10 Había ido yo a casa de Semaias, hijo de Delaias,
hijo Mehetabel, que se encontraba detenido. Dijo él: «Démonos cita en
la Casa de Dios, en el interior del santuario; cerremos las puertas del
santuario; porque van a venir a matarte, esta misma noche vienen a
matarte.»
11 Pero yo respondí: «¿Un hombre como yo va a huir?
¿Qué hombre que sea como yo entraría en el santuario para salvar
su vida? No iré.»
12 Pues comprendí que él no había sido enviado por
Dios, sino que había dicho esta profecía sobre mí porque Tobias le
había comprado,
13 para que yo, llevado del miedo, lo hiciera así y
pecase; y esto me diera mala fama y pudieran burlarse de mí.
14 Acuérdate, Dios mío, de Tobias, por lo que ha
hecho; y también de Noadía, la profetisa, y de los demás profetas que
trataron de asustarme.
15 La muralla quedó terminada el día veinticinco de
Elul, en 52 dias.
16 Cuando se enteraron todos nuestros enemigos y
todas las naciones de alrededor lo vieron, les pareció una gran
maravilla y reconocieron que esta obra había sido realizada por nuestro
Dios.
17 En aquellos mismos dias, los notables de Judá
multiplicaron sus cartas dirigidas a Tobias y recibían las de éste;
18 porque tenía en Judá muchos aliados, por ser yerno
de Sekanias, hijo de Ará, y por estar casado su hijo Yehojanán con la
hija de Mesullam, hijo de Berekias.
19 Incluso llegaron a hablar bien de Tobias en mi
presencia y le repetían mis palabras. Y Tobias mandaba cartas
para intimidarme.
INICIO
Nehemias 7
1 Reconstruida la muralla, y una vez que hube fijado
las hojas de las puertas, se colocaron guardias en las puertas
(cantores y levitas).
2 Puse al frente de Jerusalén a mi hermano Jananí y a
Jananias, jefe de la ciudadela, porque era un hombre fiel y
temeroso de Dios como pocos;
3 y les dije: «No se abrirán las puertas de Jerusalén
hasta que el sol comience a calentar; y cuando todavía esté alto, se
cerrarán y se echarán las barras a las puertas; y se establecerán
puestos de guardia de entre los habitantes de Jerusalén, unos en su
puesto y otros delante de su casa.»
4 La ciudad era espaciosa y grande, pero tenía muy
poca población y no se fundaban nuevas familias.
5 Me puso Dios en el corazón reunir a los notables, a
los consejeros y al pueblo, para hacer el registro genealógico. Hallé
el registro genealógico de los que habían venido al principio, y
encontré escrito en él:
6 Estas son las personas de la provincia que
regresaron del cautiverio, aquellos que Nabucodonosor, rey de
Babilonia, había deportado y que volvieron a Jerusalén y Judea, cada
uno a su ciudad.
7 Vinieron con Zorobabel, Josué, Nehemias, Azarias,
Raamias, Najamaní, Mardoqueo, Bilsán, Mispéret, Bigvay, Nejum y Baaná.
Lista de los hombres del pueblo de Israel:
8 los hijos de Parós: 2.172;
9 los hijos de Sefatias: 372;
10 los hijos de Araj: 652;
11 los hijos de Pajat Moab, por parte de los hijos de
Josué y de Joab: 2.818;
12 los hijos de Elam: 1.254;
13 los hijos de Zattú: 845;
14 los hijos de Zakkay: 760;
15 los hijos de Binnuy: 648;
16 los hijos de Bebay: 628;
17 los hijos de Azgad: 2.322;
18 los hijos de Adonicam: 667;
19 los hijos de Bigvay: 2.067;
20 los hijos de Adín: 655;
21 los hijos de Ater, de Ezequias: 98;
22 los hijos de Jalum: 328;
23 los hijos de Besay: 324;
24 los hijos de Jarif: 112;
25 los hijos de Gabaón: 95;
26 los hombres de Belén y de Netofá: 188;
27 los hombres de Anatot: 128;
28 los hombres de Bet Azmávet: 42;
29 los hombres de Quiryat Yearim, Kefirá y Beerot:
743;
30 los hombres de Ramá y Gueba: 621;
31 los hombres de Mikmás: 122;
32 los hombres de Betel y de Ay: 123;
33 los hombres de Nebo: 52;
34 los hijos del otro Elam: 1.254;
35 los hijos de Jarim: 320;
36 los hombres de Jericó: 345;
37 los hijos de Lod, Jadid y Onó: 721;
38 los hijos de Senaá: 3.930.
39 Sacerdotes: los hijos de Yedaias, de la casa de
Josué: 973;
40 los hijos de Immer: 1.052;
41 los hijos de Pasjur: 1.247;
42 los hijos de Jarim: 1.017.
43 Levitas: los hijos de Josué y Cadmiel, de los
hijos de Hodias: 74.
44 Cantores: los hijos de Asaf: 148.
45 Porteros: los hijos de Sallum, los hijos de Ater,
los hijos de Talmón, los hijos de Aqcub, los hijos de Jatitá, los hijos
de Sobay: 138.
46 Donados: los hijos de Sijá, los hijos de Jasufá,
los hijos de Tabbaot,
47 los hijos de Querós, los hijos de Siá, los hijos
de Padón,
48 los hijos de Lebaná, los hijos de Jagabá, los
hijos de Salmay,
49 los hijos de Janán, los hijos de Guiddel, los
hijos de Gajar,
50 los hijos de Reaias, los hijos de Resín, los hijos
de Necodá,
51 los hijos de Gazzam, los hijos de Uzzá, los hijos
de Paséaj,
52 los hijos de Besay, los hijos de los meunitas, los
hijos de los nefusitas,
53 los hijos de Baqbuq, los hijos de Jacufá, los
hijos de Jarjur,
54 los hijos de Baslit, los hijos de Mejidá, los
hijos de Jarsá,
55 los hijos de Barcós, los hijos de Sisrá, los hijos
de Témaj,
56 los hijos de Nesíaj, los hijos de Jatifá.
57 Los hijos de los siervos de Salomón: los hijos de
Setay, los hijos de Soféret, los hijos de Peridá,
58 los hijos de Yaalá, los hijos de Darcón, los hijos
de Guiddel,
59 los hijos de Sefatias, los hijos de Jattil, los
hijos de Pokéret Hassebayim, los hijos de Amón.
60 Total de los donados y de los hijos de los siervos
de Salomón: 392.
61 Y estos eran los que venían de Tel Mélaj, Tel
Jarsá, Kerub, Addón e Immer, y que no pudieron probar si su familia y
su estirpe eran de origen israelita:
62 los hijos de Belaias, los hijos de Tobias, los
hijos de Necodá: 642.
63 Y entre los sacerdotes, los hijos de Jobayias, los
hijos Haqcós, los hijos de Barzillay - el cual se había casado
con una de las hijas de Barzillay el galaadita, cuyo nombre adoptó -.
64 Estos investigaron en su registro genealógico,
pero no figuraban; por lo cual se les excluyó del sacerdocio como
ilegítimos,
65 y el Gobernador les prohibió comer de las cosas
sacratísimas hasta que no se presentara un sacerdote para el Urim y el
Tummim.
66 La asamblea ascendía a 42.360 personas,
67 sin contar sus siervos y siervas en número de
7.337; tenían también 245 cantores y cantoras.
68 Tenían (736 caballos, 245 mulos) 435 camellos y
6.720 asnos.
69 Algunos de los cabezas de familia hicieron
ofrendas para la obra. El Gobernador entregó al tesoro mil dracmas de
oro, 50 copas y 30 túnicas sacerdotales.
70 Entre los cabezas de familia entregaron al tesoro
de la obra 20.000 dracmas de oro y 2.200 minas de plata.
71 Lo que entregó el resto del pueblo ascendía a
20.000 dracmas de oro, 2.000 minas de plata y 67 túnicas sacerdotales.
72 Los sacerdotes, los levitas, los porteros, los
cantores, los donados y todos los demás israelitas se establecieron en
sus ciudades. Llegado el mes séptimo,
INICIO
Nehemias 8
1 todo el pueblo se congregó como un solo hombre en
la plaza que está delante de la puerta del Agua. Dijeron al
escriba Esdras que trajera el libro de la Ley de Moisés que
Yahveh había prescrito a Israel.
2 Trajo el sacerdote Esdras la Ley ante la asamblea,
integrada por hombres, mujeres y todos los que tenían uso de razón. Era
el día uno del mes séptimo.
3 Leyó una parte en la plaza que está delante de la
puerta del Agua, desde el alba hasta el mediodía, en presencia de los
hombres, las mujeres y todos los que tenían uso de razón; y los oídos
del pueblo estaban atentos al libro de la Ley.
4 El escriba Esdras estaba de pie sobre un estrado de
madera levantado para esta ocasión; junto a él estaban: a su
derecha, Matitias, Semá, Anaias, Urias, Jilquias y Maaseias, y a su
izquierda, Pedaias, Misael, Malkias, Jasum, Jasbaddaná, Zacarias y
Mesul-lam.
5 Esdras abrió el libro a los ojos de todo el pueblo
- pues estaba más alto que todo el pueblo - y al abrirlo, el pueblo
entero se puso en pie.
6 Esdras bendijo a Yahveh, el Dios grande; y todo el
pueblo, alzando las manos, respondió: «¡Amén! ¡Amén!»; e inclinándose
se postraron ante Yahveh, rostro en tierra.
7 (Josué, Baní, Serebias, Yamín, Aqcub, Sabtay,
Hodiyias, Maaseias, Quelitá, Azarias, Yozabad, Janán, Pelaias, que eran
levitas, explicaban la Ley al pueblo que seguía en pie.)
8 Y Esdras leyó en el libro de la Ley de Dios,
aclarando e interpretando el sentido, para que comprendieran la lectura.
9 Entonces (Nehemias - el Gobernador - y) Esdras, el
sacerdote escriba (y los levitas que explicaban al pueblo) dijeron a
todo el pueblo: «Este día está consagrado a Yahveh vuestro Dios; no
estéis tristes ni lloréis»; pues todo el pueblo lloraba al oír las
palabras de la Ley.
10 Díjoles también: «Id y comed manjares grasos,
bebed bebidas dulces y mandad su ración a quien no tiene nada
preparado. Porque este día está consagrado a nuestro Señor. No estéis
tristes: la alegría de Yahveh es vuestra fortaleza.»
11 También los levitas tranquilizaban al pueblo
diciéndole: «Callad: este día es santo. No estéis tristes.»
12 Y el pueblo entero se fue a comer y beber, a
repartir raciones y hacer gran festejo, porque habían comprendido las
palabras que les habían enseñado.
13 El segundo día los cabezas de familia de todo el
pueblo, los sacerdotes y levitas se reunieron junto al escriba Esdras
para comprender las palabras de la Ley.
14 Y encontraron escrito en la Ley que Yahveh había
mandado por medio de Moisés que los hijos de Israel habitaran en
cabañas durante la fiesta del séptimo mes.
15 En cuanto lo oyeron, hicieron pregonar en todas
las ciudades y en Jerusalén: «Salid al monte y traed ramas de olivo, de
pino, de mirto, de palmera y de otros árboles frondosos, para hacer
cabañas conforme a lo escrito.»
16 Salió el pueblo y trajeron ramas y se hicieron
cabañas, cada uno en su terrado, en sus patios, en los atrios de la
Casa de Dios, en la plaza de la puerta del Agua y en la plaza de la
puerta de Efraím.
17 Toda la asamblea, los que habían vuelto del
cautiverio, construyó cabañas y habitó en ellas - cosa que los
israelitas no habían hecho desde los dias de Josué, hijo de Nun, hasta
aquel día - y hubo gran regocijo.
18 Esdras leyó en el libro de la Ley de Dios
diariamente, desde el primer día al último. Durante siete dias, se
celebró fiesta; al octavo tuvo lugar, según la norma, una asamblea
solemne.
INICIO
Nehemias 9
1 El día veinticuatro de aquel mismo mes, se
congregaron los israelitas para ayunar, vestidos de sayal y la cabeza
cubierta de polvo.
2 La raza de Israel se separó de todos los
extranjeros; y puestos en pie, confesaron sus pecados y las culpas de
sus padres.
3 (De pie y cada uno en su sitio, leyeron en el libro
de la Ley de Yahveh su Dios, por espacio de un cuarto de día; durante
otro cuarto hacían confesión y se postraban ante Yahveh su Dios.)
4 (Josué, Binnuy, Cadmiel, Sebanias, Bunní, Serebias,
Baní y Quenaní subieron al estrado de los levitas y clamaron en alta
voz hacia Yahveh su Dios,
5 y los levitas Josué, Cadmiel, Baní, Jasabneias,
Serebias, Hodiyias, Sebanias y Petajias dijeron: «¡Levantaos, bendecid
a Yahveh nuestro Dios!») ¡Bendito seas, Yahveh Dios nuestro, de
eternidad en eternidad! ¡Y sea bendito el Nombre de tu Gloria que
supera toda bendición y alabanza!
6 ¡Tú, Yahveh, tú el único! Tú hiciste los cielos, el
cielo de los cielos y toda su mesnada, la tierra y
todo cuanto abarca, los mares y todo cuanto encierran. Todo esto tú lo
animas, y la mesnada de los cielos ante ti se prosterna.
7 Tú, Yahveh, eres el Dios que elegiste a Abram, le
sacaste de Ur de Caldea y le diste el nombre de Abraham.
8 Hallaste su corazón fiel ante ti, con él hiciste
alianza, para darle el país del cananeo, del hitita y del amorreo, del
perizita, del jebuseo y del guirgasita, a él y a su posteridad. Y has
mantenido tu palabra, porque eres justo.
9 Tú viste la aflicción de nuestros padres en Egipto,
y escuchaste su clamor junto al mar de Suf.
10 Contra Faraón obraste señales y prodigios, contra
sus siervos y todo el pueblo de su país, pues supiste que eran altivos
con ellos. ¡Te hiciste un nombre hasta el día de hoy!
11 Tú hendiste el mar ante ellos: por medio del mar
pasaron a pie enjuto. Hundiste en los abismos a sus perseguidores, como
una piedra en aguas poderosas.
12 Con columna de nube los guiaste de día, con
columna de fuego por la noche, para alumbrar ante ellos el camino por
donde habían de marchar.
13 Bajaste sobre el monte Sinaí y del cielo les
hablaste; les diste normas justas, leyes verdaderas, preceptos y
mandamientos excelentes;
14 les diste a conocer tu santo sábado; les ordenaste
mandamientos, preceptos y Ley por mano de Moisés, tu siervo.
15 Del cielo les mandaste el pan para su hambre, para
su sed hiciste brotar el agua de la roca. Y les mandaste ir a
apoderarse de la tierra que tú juraste darles mano en alto.
16 Altivos se volvieron nuestros padres, su cerviz
endurecieron y desoyeron tus mandatos.
17 No quisieron oír, no recordaron los prodigios que
con ellos hiciste; endurecieron la cerviz y se obstinaron en volver a
Egipto y a su servidumbre. Pero tú eres el Dios de los perdones,
clemente y entrañable, tardo a la cólera y rico en bondad. ¡No los
desamparaste!
18 Ni siquiera cuando se fabricaron un becerro de
metal fundido y exclamaron: «¡Este es tu dios que te sacó de Egipto!»
(grandes desprecios te hicieron).
19 Tú, en tu inmensa ternura, no los abandonaste en
el desierto: la columna de nube no se apartó de ellos, para guiarles de
día por la ruta, ni la columna de fuego por la noche, para alumbrar
ante ellos el camino por donde habían de marchar.
20 Tu Espíritu bueno les diste para instruirles, el
maná no retiraste de su boca, y para su sed les diste agua.
21 Cuarenta años los sustentaste en el desierto, y
nada les faltó: ni sus vestidos se gastaron ni se hincharon sus pies.
22 Reinos y pueblos les donaste y las tierras vecinas
repartiste: se apoderaron del país de Sijón, rey de Jesbón, y
del país de Og, rey de Basán.
23 Y multiplicaste sus hijos como estrellas del
cielo, los llevaste a la tierra que a sus padres dijiste que entrarían
a poseer.
24 Llegaron los hijos y tomaron el país, y tú ante
ellos aplastaste a los habitantes del país, los cananeos, los pusiste
en sus manos, con sus reyes y las gentes del país, para que los
trataran a merced de su capricho.
25 Ciudades fuertes conquistaron y una tierra
generosa; y heredaron casas de toda suerte de bienes rebosantes,
cisternas ya excavadas, viñas y olivares, árboles frutales sin medida:
comieron, se saciaron, engordaron, se deleitaron en tus inmensos bienes.
26 Pero después, indóciles, se rebelaron contra ti,
arrojaron tu Ley a sus espaldas, mataron a los profetas que les
conjuraban a convertirse a ti; (grandes desprecios te hicieron).
27 Tú los entregaste en poder de sus enemigos que los
oprimieron. Durante su opresión clamaban hacia ti, y tú los escuchabas
desde el cielo; y en tu inmensa ternura les mandabas salvadores que los
libraron de las manos opresoras.
28 Pero, apenas en paz, volvían a hacer el mal ante
ti, y tú los dejabas en mano de sus enemigos que los
oprimían. Ellos de nuevo gritaban hacia ti, y tú escuchabas desde el
cielo: ¡muchas veces, por ternura, los salvaste!
29 Les conminaste para volverlos a tu Ley, pero ellos
en su orgullo no escucharon tus mandatos; contra tus normas pecaron,
contra aquellas que, cumplidas, dan la vida; dieron la espalda,
endurecieron su cerviz y no escucharon.
30 Tuviste paciencia con ellos durante muchos años;
les advertiste por tu Espíritu, por boca de tus profetas; pero ellos no
escucharon. Y los pusiste en manos de las gentes de los países.
31 Mas en tu inmensa ternura no los acabaste, no los
abandonaste, porque eres tú Dios clemente y lleno de ternura.
32 Ahora, pues, oh Dios nuestro, tú, Dios grande,
poderoso y temible, que mantienes la alianza y el amor, no menosprecies
esta miseria que ha caído sobre nosotros, sobre nuestros reyes
y príncipes, nuestros sacerdotes y profetas, sobre
todo tu pueblo, desde los tiempos de los reyes de Asiria hasta el día
de hoy.
33 Has sido justo en todo lo que nos ha sobrevenido,
pues tú fuiste fiel, y nosotros malvados:
34 nuestros reyes y jefes, nuestros sacerdotes y
padres no guardaron tu Ley, no hicieron caso de los mandamientos y
dictámenes que tú les diste.
35 Mientras vivían en su reino, entre los grandes
bienes que tú les regalabas, y en la espaciosa y generosa tierra que tú
les habias preparado, no te sirvieron ellos ni se convirtieron de sus
malas acciones.
36 Míranos hoy a nosotros esclavos, y en el país que
habias dado a nuestros padres para gozar de sus frutos y bienes, mira
que aquí en servidumbre nos sumimos.
37 Sus muchos frutos son para los reyes, que por
nuestros pecados tú nos impusiste, y que a capricho dominan nuestras
personas, cuerpos y ganados. ¡En gran angustia nos
hallamos!
INICIO
Nehemias 10
1 De acuerdo con todo esto, nosotros tomamos un firme
compromiso por escrito. En el documento sellado figuran nuestros jefes,
nuestros levitas y nuestros sacerdotes...
2 En el documento sellado figuraban: Nehemias, hijo
de Jakalias, y Sedecias.
3 Seraias, Azarias, Jeremias,
4 Pasjur, Amarias, Malkias,
5 Jattús, Sebanias, Malluk,
6 Jarim, Meremot, Abdias,
7 Daniel, Guinnetón, Baruc,
8 Mesullam, Abias, Miyyamín,
9 Maazias, Bilgay, Semaias: estos son los sacerdotes.
10 Luego los levitas: Josué, hijo de Azanias, Binnuy,
de los hijos de Jenadad, Cadmiel
11 y sus hermanos Sekanias, Hodavias, Quelitá,
Pelaias, Janán,
12 Miká, Rejob, Jasabias,
13 Zakkur, Serebias, Sebanias,
14 Hodiyias, Baní, Quenaní.
15 Los jefes del pueblo: Parós, Pajat Moab, Elam,
Zattú, Baní,
16 Bunní, Azgad, Bebay,
17 Adonias, Bigvay, Adín,
18 Ater, Ezequias, Azzur,
19 Hodiyias, Jatum, Besay,
20 Jarif, Anatot, Nobay,
21 Magpiás, Mesullam, Jezir,
22 Mesezabel, Sadoq, Yaddúa,
23 Pelatias, Janán, Hanaias,
24 Oseas, Jananias, Jassub,
25 Hallojés, Piljá, Sobeq,
26 Rejum, Jasabná, Maaseias,
27 Ajias, Janán, Anán,
28 Malluk, Jarim, Baaná.
29 y el resto del pueblo, los sacerdotes y los
levitas los porteros, los cantores, los donados y todos los separados
de las gentes del país para seguir la Ley de Dios, sus mujeres, sus
hijos y sus hijas, cuantos tienen uso de razón,
30 se adhieren a sus hermanos y a los nobles y se
comprometen por imprecación y juramento a caminar en la Ley de Dios,
que fue dada por mano de Moisés, siervo de Dios, y a guardar y
practicar todos los mandamientos de Yahveh nuestro Señor, sus normas y
sus leyes.
31 A no dar nuestras hijas a las gentes del país ni
tomar sus hijas para nuestros hijos.
32 Si las gentes del país traen, en día de sábado,
mercancias o cualquier otra clase de comestibles para vender, nada les
compraremos en día de sábado ni en día sagrado. En el año séptimo
abandonaremos el producto de la tierra y todas las deudas.
33 Nos imponemos como obligación: Dar un tercio de
siclo al año para el servicio de la Casa de nuestro Dios:
34 para el pan que se presenta, para la oblación
perpetua y el holocausto perpetuo, para los sacrificios de los sábados,
de los novilunios, de las solemnidades, para los alimentos sagrados,
para los sacrificios por el pecado como expiación por Israel y para
toda la obra de la Casa de nuestro Dios;
35 Hemos echado a suertes - sacerdotes, levitas y
pueblo - la ofrenda de la leña que ha de traer a la Casa de
nuestro Dios cada familia en su turno, a sus tiempos, cada año,
para quemarla sobre el altar de Yahveh nuestro Dios con arreglo a lo
escrito en la Ley.
36 y traer cada año a la Casa de Yahveh las primicias
de nuestro suelo y las primicias de los frutos de todos los árboles,
37 y los primogénitos de nuestros hijos y de nuestro
ganado, conforme a lo escrito en la Ley - los primeros nacidos de
nuestro ganado mayor y menor, que se traen a la Casa de nuestro Dios
son para los sacerdotes que ejercen el ministerio en la casa de nuestro
Dios -.
38 Lo mejor de nuestras moliendas, de los frutos de
todo árbol, del vino y del aceite, se lo traeremos a los sacerdotes, a
los aposentos de la Casa de nuestro Dios; y el diezmo de nuestro suelo
a los levitas, y ellos mismos cobrarán el diezmo en todas las ciudades
de nuestra labranza;
39 un sacerdote, hijo de Aarón, irá con los levitas
cuando éstos cobren el diezmo; los levitas subirán el diezmo del
diezmo a la Casa de nuestro Dios a los aposentos de la casa del tesoro;
40 pues a estos aposentos traen los israelitas y los
levitas la ofrenda reservada de trigo, vino y aceite; allí se
encuentran también los utensilios del santuario, de los sacerdotes que
están de servicio y de los porteros y cantores. No abandonaremos más la
Casa de nuestro Dios.
INICIO
Nehemias 11
1 Los jefes del pueblo se establecieron en Jerusalén.
El resto del pueblo echó a suertes para que de cada diez hombres
habitase uno en Jerusalén, la Ciudad Santa, quedando los otros nueve en
las ciudades.
2 Y el pueblo bendijo a todos los hombres que se
ofrecieron voluntarios para habitar en Jerusalén.
3 Estos son los jefes de la provincia que se
establecieron en Jerusalén y en las ciudades de Judá; Israel,
sacerdotes, levitas, donados e hijos de los siervos de Salomón, vivían
en sus ciudades, cada uno en su propiedad.
4 Habitaban en Jerusalén hijos de Judá e hijos de
Benjamín. De los hijos de Judá: Ataias, hijo de Uzzias, hijo de
Zacarias, hijo de Amarias, hijo de Sefatias, hijo de Mahalalel, de los
hijos de Peres;
5 Maaseias, hijo de Baruc, hijo de Kol Jozé, hijo de
Jazaias, hijo de Adaias, hijo de Yoyarib, hijo de Zacarias, el selanita.
6 El total de los hijos de Peres que habitaban en
Jerusalén era de 468, hombres vigorosos.
7 Los hijos de Benjamín eran: Sallú, hijo de
Mesullam, hijo de Yoed, hijo de Pedaias, hijo de Colaias, hijo de
Maaseias, hijo de Itiel, hijo de Isaias,
8 y sus hermanos, hombres vigorosos: 928.
9 Joel, hijo de Zikrí, era su encargado y Judá, hijo
de Hassenúa, era el segundo jefe de la ciudad.
10 De los sacerdotes: Yedaias, hijo de Yoyaquim, hijo
de
11 Seraias, hijo de Jilquias, hijo de Mesullam, hijo
de Sadoq, hijo de Merayot, hijo de Ajitub, príncipe de la Casa de Dios,
12 y sus hermanos empleados en la obra de la Casa:
822; Adaias, hijo de Yerojam, hijo de Pelalias, hijo de Amsí, hijo de
Zacarias, hijo de Pasjur, hijo de Malkias,
13 y sus hermanos, cabezas de familia: 242; y Amasay,
hijo de Azarel, hijo de Ajzay, hijo de Mesillemot, hijo de Immer,
14 y sus hermanos, hombres vigorosos: 128. Su
encargado era Zabdiel, hijo de Haggadol.
15 De los levitas: Semaias, hijo de Jassub, hijo de
Azricam, hijo de Jasabias, hijo de Bunní;
16 Sabtay y Yozabad, que entre los jefes de los
levitas estaban al frente de los servicios exteriores de la Casa
de Dios;
17 Mattanias, hijo de Miká, hijo de Zabdí, hijo de
Asaf, que dirigía los himnos, entonaba la acción de gracias de la
oración; Baqbuquias, el segundo entre sus hermanos; Abdias, hijo de
Sammúa, hijo de Galal, hijo de Yedutún.
18 Total de los levitas en la Ciudad santa: 284.
19 Los porteros: Aqcub, Talmón y sus hermanos, que
hacían la guardia de las puertas: 172.
20 El resto de los israelitas, de los sacerdotes y
levitas, se estableció en todas las ciudades de Judá, cada uno en
su heredad.
21 Los donados habitaban el Ofel; Sijá y Guispá
estaban al frente de los donados.
22 El encargado de los levitas en Jerusalén era Uzzí,
hijo de Baní, hijo de Jasabias, hijo de Mattanias, hijo de Miká; era
uno de los hijos de Asaf que estaban encargados del canto según el
servicio de la Casa de Dios;
23 porque había acerca de los cantores un mandato del
rey y un reglamento que fijaba los actos de cada día.
24 Petajias, hijo de Mesezabel, de los hijos de
Zéraj, hijo de Judá, estaba a las órdenes del rey para todos los
asuntos del pueblo,
25 y en los poblados situados en sus campos. Parte de
los hijos de Judá habitaban en Quiryat Haarbá y sus aldeas anejas, en
Dibón y sus aldeas anejas, en Jeqcabsel y sus poblados,
26 en Yesúa, en Moladá, en Bet Pélet,
27 en Jasar Sual, en Berseba y sus aldeas anejas,
28 en Siquelag, en Mekoná y sus aldeas anejas,
29 en Enrimmón, en Soreá, en Yarmut,
30 en Zanóaj, Adullam y sus caseríos; Lakis y su
comarca, Azecá y sus aldeas anejas: se establecieron desde Berseba
hasta el valle de Hinnón.
31 Algunos hijos de Benjamín habitaban en Gueba,
Midmás, Ayyá, Betel y sus aldeas anejas,
32 Anatot, Nob, Ananias,
33 Jasor, Ramá, Guittayim,
34 Jadid, Seboím, Neballat,
35 Lod y Onó, y el valle de los Artesanos.
36 Había grupos de levitas en Judá y en Benjamín.
INICIO
Nehemias 12
1 Estos son los sacerdotes y los levitas que subieron
con Zorobabel, hijo de Sealtiel, y con Josué: Seraias, Jeremias, Esdras,
2 Amarias, Malluk, Hattús,
3 Sekanias, Rejum, Meremot,
4 Iddó, Guinnetón, Abias,
5 Miyyamín, Maadias, Bilgá,
6 Semaias; además: Yoyarib, Yedaias,
7-a Sallú, Amoq, Jilquias, Yedaias.
7-b Estos eran los jefes de los sacerdotes y de sus
hermanos, en tiempo de Josué.
8 Levitas: Josué, Binnuy, Cadmiel, Serebias, Judá,
Mattanias - que dirigía con sus hermanos los himnos de acción de
gracias,
9 y Baqbuquias, Unní y sus hermanos les hacían coro
en sus ministerios.
10 Josué engendró a Yoyaquim; Yoyaquim engendró a
Elyasib; Elyasib engendró a Yoyadá;
11 Yoyadá engendró a Yojanán, y Yojanán engendró a
Yaddúa.
12 En los dias de Yoyaquim los sacerdotes cabezas de
familia eran: de la familia de Seraias: Meraias; de la familia de
Jeremias: Jananias;
13 de la de Esdras: Mesullam; de la de Amarias:
Yehojanán;
14 de la de Malluk: Jonatán; de la de Sekanias: José;
15 de la de Jarim: Azná; de la de Meremot: Jelcay;
16 de la de Iddó: Zacarias; de la de Guinnetón:
Mesullam;
17 de la de Abias: Zikrí; de la de Miyyamín:... de la
de Maadias: Piltay;
18 de la de Bilgá: Sammúa; de la de Semaias: Jonatán;
19 además: de la de Yoyarib: Mattenay; de la Yedaias:
Uzzí;
20 de la de Sallú: Callay; de la de Amoq: Héber;
21 de la de Jilquias: Jasabias; de la de Yedaias:
Natanael.
22 En tiempo de Elyasib, Yoyadá, Yojanán y Yaddúa,
los cabezas de familias sacerdotales fueron registrados en el libro de
las Crónicas, hasta el reinado de Darío el persa.
23 Los hijos de Leví: Los cabezas de familia fueron
registrados en el libro de las Crónicas, hasta el tiempo de Yojanán,
nieto de Elyasib.
24 Los jefes de los levitas eran: Jasabias, Serebias,
Josué, Binnuy, Cadmiel; y sus hermanos, frente por frente para ejecutar
los himnos de alabanza y de acción de gracias, conforme a las
instrucciones de David, hombre de Dios, en grupos alternos,
25 eran: Mattanias, Baqbuquias, y Abdias. Y Mesullam,
Talmón y Aqcub, porteros, montaban la guardia en los almacenes junto a
las puertas.
26 Estos vivían en tiempo de Yoyaquim, hijo de Josué,
hijo de Yosadaq, y en tiempo de Nehemias, el gobernador, y de
Esdras, el sacerdote - escriba.
27 Cuando la dedicación de la muralla de Jerusalén,
se buscó a los levitas por todos los lugares para traerlos a Jerusalén,
con el fin de celebrar la dedicación con alegría, con cánticos de
acción de gracias y música de címbalos, salterios y cítaras.
28 Los cantores, hijos de Leví, se congregaron de la
región circundante de Jerusalén, de los poblados de los netofatíes,
29 de Bet Haguilgal, de los campos de Gueba y de
Azmávet; porque los cantores habían construido poblados alrededor de
Jerusalén.
30 Sacerdotes y levitas se purificaron, y luego
purificaron al pueblo, las puertas y la muralla.
31 Mandé entonces a los jefes de Judá que subieran a
la muralla y organicé dos grandes coros. El primero marchaba por encima
de la muralla, hacia la derecha, hacia la puerta del Muladar;
32 detrás de ellos iban Hosaias y la mitad de los
jefes de Judá,
33 Azarias, Esdras, Mesullam,
34 Judá, Benjamín, Semaias y Jeremias,
35 elegidos entre los sacerdotes y provistos de
trompetas; y Zacarias, hijo de Jonatán, hijo de Semaias, hijo de
Mattanias, hijo de Miká, hijo de Zakkur, hijo de Asaf,
36 con sus hermanos, Semaias, Azarel, Milalay,
Guilalay, Maay, Natanael, Judá, Jananí, con los instrumentos músicos de
David, hombre de Dios. Y Esdras el escriba iba al frente de ellos.
37 A la altura de la puerta de la Fuente, subieron a
derecho por la escalera de la Ciudad de David, por encima de la
muralla, y por la subida de la Casa de David, hasta la puerta del Agua,
al Oriente.
38 El segundo coro marchaba por la izquierda; yo iba
detrás, con la mitad de los jefes del pueblo, por encima de la
muralla, pasando por la torre de los Hornos, hasta la muralla de la
Plaza,
39 por encima de la puerta de Efraím, la puerta de
los Peces, la torre de Jananel, hasta la puerta de las Ovejas; se hizo
alto en la puerta de la Prisión.
40 Luego los dos corros se colocaron en la Casa de
Dios. - Tenía yo a mi lado a la mitad de los consejeros,
41 y a los sacerdotes Elyaquim, Maaseias, Minyamín,
Miká, Elyoenay, Zacarias, Jananias, con trompetas,
42 y Maaseias, Semaias, Eleazar, Uzzí, Yehojanán,
Malkiyias, Elam y Ezer -. Los cantores entonaron su canto bajo la
dirección de Yizrajias.
43 Se ofrecieron aquel día grandes sacrificios y la
gente se entregó a la algazara, pues Dios les había concedido un
gran gozo; también se regocijaron las mujeres y los niños. Y el
alborozo de Jerusalén se oía desde lejos.
44 En aquel tiempo se puso al frente de los aposentos
destinados para almacenes de las ofrendas reservadas, de las primicias
y de los diezmos, a hombres que recogiesen en ellos, del territorio de
las ciudades, las porciones que la Ley otorga a los sacerdotes y a los
levitas. Pues Judá se complacía en ver a los sacerdotes y levitas en
sus funciones.
45 Ellos cumplían el ministerio de su Dios y el
ministerio de las purificaciones, junto con los cantores y los
porteros, conforme a lo mandado por David y su hijo Salomón.
46 Pues ya desde un principio, desde los dias de
David y de Asaf, había jefes de cantores y cánticos de alabanza y
acción de gracias a Dios.
47 Y todo Israel, en tiempo de Zorobabel y en tiempo
de Nehemias, daba a los cantores y a los porteros las raciones
correspondientes a cada día. A los levitas se les entregaban las cosas
sagradas, y los levitas entregaban su parte a los hijos de Aarón.
INICIO
Nehemias 13
1 En aquel tiempo se leyó a oídos del pueblo en el
libro de Moisés, y se encontró escrito en él: «El ammonita y el
moabita no entrarán jamás en la asamblea de Dios,
2 porque no recibieron a los
israelitas con pan
y agua. Tomaron a sueldo contra ellos a Balaam, para
maldecirles,
pero nuestro Dios cambió la maldición en bendición.»
3 Así que, en oyendo la Ley, se excluyó de Israel a
todo extranjero.
4 Antes de esto, el sacerdote Elyasib había sido
encargado de los aposentos de la Casa de nuestro Dios. Como era
pariente de Tobias,
5 le había proporcionado un aposento espacioso, donde
anteriormente se depositaban las oblaciones, el incienso, los
utensilios, el diezmo del trigo, del vino y del aceite, es decir, las
porciones de los levitas, los cantores y los porteros, y lo reservado a
los sacerdotes.
6 Cuando sucedía esto, yo no estaba en Jerusalén,
porque el año 32 de Artajerjes, rey de Babilonia, había ido donde el
rey; pero al cabo de algún tiempo el rey me permitió volver;
7 volví a Jerusalén, y me enteré de la mala acción
que había hecho Elyasib en favor de Tobias, preparándole un aposento en
el atrio de la Casa de Dios.
8 Esto me desagradó mucho; eché fuera del aposento
todos los muebles de la casa de Tobias,
9 y mandé purificar los aposentos y volver a poner en
ellos los utensilios de la Casa de Dios, las oblaciones y el
incienso.
10 Me enteré también de que ya no se entregaban las
raciones de los levitas, por lo que ellos se habían marchado cada uno a
su campo - los levitas y los cantores encargados del servicio -.
11 Reprendí por ello a los consejeros diciéndoles:
«¿Por qué ha sido abandonada la Casa de Dios?» Luego los reuní de nuevo
y los restablecí en sus puestos.
12 Y todo Judá trajo a los almacenes el diezmo del
trigo, del vino y del aceite.
13 Puse al frente de los almacenes al sacerdote
Selemias, al escriba Sadoq y Pedaias, uno de los levitas, y como
ayudante, a Janán, hijo de Zakkur, hijo de Mattanias, porque eran
considerados como personas fieles; les incumbía distribuir las
porciones a sus hermanos.
14 ¡Acuérdate de mí por esto, Dios mío; no borres las
obras de piedad que yo hice por la Casa de mi Dios y por sus
servicios!
15 Por aquellos dias, vi que había en Judá quienes
pisaban los lagares en día de sábado; otros acarreaban los haces de
trigo y los cargaban sobre los asnos, y también vino, uva, higos y toda
clase de cargas, para traerlo a Jerusalén en día de sábado: les advertí
que no vendiesen sus mercancias.
16 En Jerusalén, algunos tirios que habitan en ella
traían pescado y toda clase de mercancias para vendérselas a los
judíos en día de sábado,
17 Reprendí a los notables de Judá diciendo: «¡Qué
mala acción cometéis profanando el día del sábado!
18 ¿No fue así como obraron vuestros padres y por lo
que nuestro Dios hizo caer toda esta desgracia sobre nosotros y
sobre esta ciudad? ¡Y vosotros aumentáis así la Cólera contra Israel
profanando el sábado!»
19 Así que ordené que cuando la sombra cubriese las
puertas de Jerusalén, la víspera del sábado se cerrasen las puertas, y
que no se abriesen hasta después del sábado. Y puse junto a las
puertas a algunos de mis hombres para que no entrase carga alguna en
día de sábado.
20 Una o dos veces, algunos mercaderes que vendían
toda clase de mercancias pasaron la noche fuera de Jerusalén,
21 pero yo les avisé diciéndoles: «¿Por qué pasáis la
noche junto a la muralla? ¡Si volvéis a hacerlo, os meteré mano!» Desde
entonces no volvían más en sábado.
22 Ordené también a los levitas purificarse y venir a
guardar las puertas, para santificar el sábado. ¡También por esto
acuérdate de mí, Dios mío, y ten piedad de mí según tu gran
misericordia!
23 Vi también en aquellos dias que algunos judíos se
habían casado con mujeres asdoditas, ammonitas o moabitas.
24 De sus hijos, la mitad hablaban asdodeo o la
lengua de uno u otro pueblo, pero no sabían ya hablar judío.
25 Yo les reprendí y les maldije, hice azotar a
algunos de ellos y arrancarles los cabellos, y los conjuré en
nombre de Dios: «¡No debéis dar vuestras hijas a sus hijos ni
tomar ninguna de sus hijas por mujeres ni para vuestros hijos ni para
vosotros mismos!
26 ¿No pecó en esto Salomón, rey de Israel? Entre
tantas naciones no había un rey semejante a él; era amado de su
Dios; Dios le había hecho rey de todo Israel. Y también a él le
hicieron pecar las mujeres extranjeras.
27 ¿Se tendrá que oír de vosotros que cometéis el
mismo gran crimen de rebelaros contra nuestro Dios casándoos con
mujeres extranjeras?»
28 Uno de los hijos de Yoyadá, hijo del sumo
sacerdote Elyasib, era yerno de Samballat el joronita. Yo le eché de mi
lado.
29 ¡Acuérdate de estas gentes, Dios mío, por haber
mancillado el sacerdocio y la alianza de los sacerdotes y levitas!
30 Los purifiqué, pues, de todo lo extranjero. Y
establecí, para los sacerdotes y levitas, reglamentos que
determinaran la tarea de cada uno,
31 y lo mismo para las ofrendas de leña a plazos
fijos y para las primicias. ¡Acuérdate de mí, Dios mío, para mi bien!
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