PARROQUIA DE SANTIAGO APÓSTOL
LORCA
LIBROS
DE SAMUEL
LIBRO PRIMERO
CAPITULOS
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31
LIBRO SEGUNDO
CAPÍTULOS
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1 Samuel 1
1 Hubo un hombre de Ramatáyim, sufita de la montaña
de Efraím, que se llamaba Elcaná, hijo de Yeroján, hijo de Elihú, hijo
de Toju, hijo de Suf, efraimita.
2 Tenía dos mujeres: una se llamaba Ana y la otra
Peninná; Peninná tenía hijos, pero Ana no los tenía.
3 Este hombre subía de año en año desde su ciudad
para adorar y ofrecer sacrificios a Yahveh Sebaot en Silo, donde
estaban Jofní y Pinjás, los dos hijos de Elí, sacerdotes de Yahveh.
4 El día en que Elcaná sacrificaba, daba sendas
porciones a su mujer Peninná y a cada uno de sus hijos e hijas,
5 pero a Ana le daba solamente una porción, pues
aunque era su preferida, Yahveh había cerrado su seno.
6 Su rival la zahería y vejaba de continuo, porque
Yahveh la había hecho estéril.
7 Así sucedía año tras año; cuando subían al templo
de Yahveh la mortificaba. Ana lloraba de continuo y no quería comer.
8 Elcaná su marido le decía: «Ana, ¿por qué lloras y
no comes? ¿Por qué estás triste? ¿Es que no soy para ti mejor que diez
hijos?»
9 Pero después que hubieron comido en la habitación,
se levantó Ana y se puso ante Yahveh. - El sacerdote Elí estaba sentado
en su silla, contra la jamba de la puerta del santuario de Yahveh.
10 Estaba ella llena de amargura y oró a Yahveh
llorando sin consuelo,
11 e hizo este voto: «¡Oh Yahveh Sebaot! Si te dignas
mirar la aflicción de tu sierva y acordarte de mí, no olvidarte de tu
sierva y darle un hijo varón, yo lo entregaré a Yahveh por todos los
días de su vida y la navaja no tocará su cabeza.»
12 Como ella prolongase su oración ante Yahveh, Elí
observaba sus labios.
13 Ana oraba para sí; se movían sus labios, pero no
se oía su voz, y Elí creyó que estaba ebria,
14 y le dijo: «¿Hasta cuándo va a durar tu
embriaguez? ¡Echa el vino que llevas!»
15 Pero Ana le respondió: «No, señor; soy una mujer
acongojada; no he bebido vino ni cosa embriagante, sino que desahogo mi
alma ante Yahveh.
16 No juzgues a tu sierva como una mala mujer; hasta
ahora sólo por pena y pesadumbre he hablado.»
17 Elí le respondió: «Vete en paz y que el Dios de
Israel te conceda lo que le has pedido.»
18 Ella dijo: «Que tu sierva halle gracia a tus
ojos.» Se fue la mujer por su camino, comió y no pareció ya la misma.
19 Se levantaron de mañana y, después de haberse
postrado ante Yahveh, regresaron, volviendo a su casa, en Ramá. Elcaná
se unió a su mujer Ana y Yahveh se acordó de ella.
20 Concibió Ana y llegado el tiempo dio a luz un niño
a quien llamó Samuel, «porque, dijo, se lo he pedido a Yahveh».
21 Subió el marido Elcaná con toda su familia, para
ofrecer a Yahveh el sacrificio anual y cumplir su voto,
22 pero Ana no subió, porque dijo a su marido:
«Cuando el niño haya sido destetado, entonces le llevaré, será
presentado a Yahveh y se quedará allí para siempre.»
23 Elcaná, su marido, le respondió: «Haz lo que mejor
te parezca, y quédate hasta que lo destetes; así Yahveh cumpla su
palabra.» Se quedó, pues, la mujer y amamantó a su hijo hasta su
destete.
24 Cuando lo hubo destetado, lo subió consigo,
llevando además un novillo de tres años, una medida de harina y
un odre de vino, e hizo entrar en la casa de Yahveh, en Silo, al
niño todavía muy pequeño.
25 Inmolaron el novillo y llevaron el niño a Elí
26 y ella dijo: «Óyeme, señor. Por tu vida, señor, yo
soy la mujer que estuvo aquí junto a ti, orando a Yahveh.
27 Este niño pedía yo y Yahveh me ha concedido la
petición que le hice.
28 Ahora yo se lo cedo a Yahveh por todos los días de
su vida; está cedido a Yahveh.» Y le dejó allí, a Yahveh.
INICIO
1 Samuel 2
1 Entonces Ana dijo esta oración: «Mi corazón exulta
en Yahveh, mi cuerno se levanta en Dios, mi boca se dilata contra mis
enemigos, porque me he gozado en tu socorro.
2 No hay Santo como Yahveh, (porque nadie fuera de
ti), ni roca como nuestro Dios.
3 No multipliquéis palabras altaneras. No salga de
vuestra boca la arrogancia. Dios de sabiduría es Yahveh, suyo es juzgar
las acciones.
4 El arco de los fuertes se ha quebrado, los que
tambalean se ciñen de fuerza.
5 Los hartos se contratan por pan, los hambrientos
dejan su trabajo. La estéril da a luz siete veces, la de muchos hijos
se marchita.
6 Yahveh da muerte y vida, hace bajar al Seol y
retornar.
7 Yahveh enriquece y despoja, abate y ensalza.
8 Levanta del polvo al humilde, alza del muladar al
indigente para hacerle sentar junto a los nobles, y darle en heredad
trono de gloria, pues de Yahveh los pilares de la tierra y sobre ellos
ha sentado el universo.
9 Guarda los pasos de sus fieles, y los malos perecen
en tinieblas, (pues que no por la fuerza triunfa el hombre).
10 Yahveh, ¡quebrantados sus rivales! el Altísimo
truena desde el cielo. Yahveh juzga los confines de la tierra, da
pujanza a su Rey, exalta el cuerno de su Ungido.»
11 Partió Elcaná para Ramá, y el niño se quedó para
servir a Yahveh a las órdenes del sacerdote Elí.
12 Los hijos de Elí eran unos malvados que no
conocían a Yahveh
13 ni las normas de los sacerdotes respecto del
pueblo: cuando alguien ofrecía un sacrificio, venía el criado del
sacerdote, mientras se estaba cociendo la carne, con el tenedor de tres
dientes en la mano,
14 lo hincaba en el caldero o la olla, en la cacerola
o el puchero, y todo lo que sacaba el tenedor, el sacerdote se lo
quedaba; y así hacían con todos los israelitas que iban allí, a Silo.
15 Incluso antes de que quemasen la grasa, venía el
criado del sacerdote y decía al que sacrificaba: «Dame carne para
asársela al sacerdote, no te aceptará carne hervida, sino solamente
carne cruda.»
16 Y si el hombre le decías: «Primero se quema la
grasa, y después tomarás cuanto se te antoje», le respondía: «No, me lo
darás ahora o lo tomo por la fuerza.»
17 El pecado de los jóvenes era muy grande ante
Yahveh, porque trataban con desprecio la ofrenda hecha a Yahveh.
18 Estaba Samuel al servicio de Yahveh, muchacho
vestido con efod de lino.
19 Le hacía su madre un vestido pequeño que le
llevaba de año en año, cuando subía con su marido para ofrecer el
sacrificio anual.
20 Bendecía luego Elí a Elcaná y a su mujer diciendo:
«Que Yahveh te conceda descendencia de esta mujer, a cambio del
préstamo que ella ha cedido a Yahveh.» Y ellos se volvían a su lugar.
21 En efecto, Yahveh visitó a Ana, que concibió y dio
a luz tres hijos y dos hijas; el niño Samuel crecía ante Yahveh.
22 Elí era muy anciano; oyó todo cuanto sus hijos
hacían a todo Israel,
23 y les dijo: «¿Por qué os portáis de ese modo que
yo mismo he oído comentar a todo el pueblo?
24 No, hijos míos, los rumores que oigo no son
buenos...
25 Si un hombre peca contra otro hombre, Dios será el
árbitro; pero si el hombre peca contra Yahveh ¿quién intercederá por
él?» Pero ellos no escucharon la voz de su padre, porque Yahveh deseaba
hacerles morir.
26 Cuanto al niño Samuel, iba creciendo y haciéndose
grato tanto a Yahveh como a los hombres.
27 Vino un hombre de Dios a Elí y le dijo: Así ha
dicho Yahveh. Claramente me he revelado a la casa de tu padre, cuando
ellos estaban en Egipto al servicio de la casa de Faraón.
28 Y le elegí entre todas las tribus de Israel para
ser mi sacerdote, para subir a mi altar, incensar la ofrenda y
llevar el efod en mi presencia, y he concedido a la casa de tu padre
parte en todos los sacrificios por el fuego de los hijos de Israel.
29 ¿Por qué pisoteáis el sacrificio y la oblación que
yo he ordenado y pesan tus hijos más que yo, cebándoos con lo
mejor de todas las oblaciones de mi pueblo Israel?
30 Por eso - palabra de Yahveh, Dios de Israel - yo
había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían siempre en mi
presencia, pero ahora - palabra de Yahveh - me guardaré bien de ello.
Porque a los que me honran, yo les honro, pero los que me desprecian
son viles.
31 He aquí que vienen días en que amputarán tu brazo
y el brazo de la casa de tu padre, de suerte que en tu casa los
hombres no lleguen a madurar.
32 Tú mirarás al lado de la Morada todo el bien que
yo haga a Israel y nunca habrá hombres maduros en tu casa.
33 Conservaré a alguno de los tuyos cabe mi altar
para que sus ojos se consuman y su alma se marchite, pero la mayor
parte de los tuyos perecerá por la espada de los hombres.
34 Será para ti señal lo que va a suceder a tus dos
hijos Jofní y Pinjás: en el mismo día morirán los dos.
35 Yo me suscitaré un sacerdote fiel, que obre según
mi corazón y mis deseos, le edificaré una casa permanente y caminará
siempre en presencia de mi ungido.
36 El que quedare de tu casa vendrá a postrarse ante
él para conseguir algún dinero o una torta de pan y dirá: “Destíname,
por favor, a una función sacerdotal cualquiera, para que tenga un
bocado de pan que comer.”»
INICIO
1 Samuel 3
1 Servía el niño Samuel a Yahveh a las órdenes de
Elí; en aquel tiempo era rara la palabra de Yahveh, y no eran
corrientes las visiones.
2 Cierto día, estaba Elí acostado en su habitación -
sus ojos iban debilitándose y ya no podía ver -
3 no estaba aún apagada la lámpara de Dios, y Samuel
estaba acostado en el Santuario de Yahveh, donde se encontraba el arca
de Dios.
4 Llamó Yahveh: «¡Samuel, Samuel!» El respondió:
«¡Aquí estoy!»,
5 y corrió donde Elí diciendo: «¡Aquí estoy, porque
me has llamado.» Pero Elí le contestó: «Yo no te he llamado;
vuélvete a acostar.» El se fue y se acostó.
6 Volvió a llamar Yahveh: «¡Samuel!» Se levantó
Samuel y se fue donde Elí diciendo: «Aquí estoy, porque me has
llamado.» Elí le respondió: «Yo no te he llamado, hijo mío, vuélvete a
acostar.»
7 Aún no conocía Samuel a Yahveh, pues no le había
sido revelada la palabra de Yahveh.
8 Tercera vez llamó Yahveh a Samuel y él se levantó y
se fue donde Elí diciendo: «Aquí estoy, porque me has llamado.»
Comprendió entonces Elí que era Yahveh quien llamaba al niño,
9 y dijo a Samuel: «Vete y acuéstate, y si te llaman,
dirás: Habla, Yahveh, que tu siervo escucha.» Samuel se fue y se acostó
en su sitio.
10 Vino Yahveh, se paró y llamó como las veces
anteriores «Samuel, Samuel!» Respondió Samuel: «¡Habla, que tu siervo
escucha.»
11 Dijo Yahveh a Samuel: «Voy a ejecutar una cosa tal
en Israel, que a todo el que la oiga le zumbarán los oídos.
12 Ese día cumpliré contra Elí todo cuanto he dicho
contra su casa, desde el principio hasta el fin.
13 Tú le anunciarás que yo condeno su casa para
siempre, porque sabía que sus hijos vilipendiaban a Dios y no los
ha corregido.
14 Por esto juro a la casa de Elí que ni sacrificio
ni oblación expiarán jamás la iniquidad de la casa de Elí.»
15 Samuel siguió acostado hasta la mañana y después
abrió las puertas de la Casa de Yahveh. Samuel temía contar la
visión a Elí,
16 pero Elí le llamó y le dijo: «Samuel, hijo mío»;
él respondió: «Aquí estoy.»
17 El preguntó: «¿Qué es lo que te ha dicho? ¡No me
ocultes nada! Que Dios te haga esto y añada esto otro si me ocultas una
palabra de lo que te ha dicho.»
18 Entonces Samuel se lo manifestó todo, sin
ocultarle nada; Elí dijo: «El es Yahveh. Que haga lo que bien le
parezca.»
19 Samuel crecía, Yahveh estaba con él y no dejó caer
en tierra ninguna de sus palabras.
20 Todo Israel, desde Dan hasta Berseba, supo que
Samuel estaba acreditado como profeta de Yahveh.
21 Yahveh continuó manifestándose en Silo, porque en
Silo se revelaba a Samuel la palabra de Yahveh.
INICIO
1 Samuel 4
1 Y la palabra de Samuel llegaba a todo Israel. Elí
era muy anciano, mientras que sus hijos persistían en su malvada
conducta respecto de Yahveh. Ocurrió en aquel tiempo que los filisteos
se reunieron para combatir a Israel, y los israelitas salieron a su
encuentro para el combate. Acamparon cerca de Eben Haézer, mientras que
los filisteos habían acampado en Afeq.
2 Se pusieron los filisteos en orden de batalla
contra Israel; se libró un gran combate y fue batido Israel por
los filisteos, muriendo en las filas, en campo abierto, cerca de
4.000 hombres.
3 Volvió el ejército al campamento, y los ancianos de
Israel dijeron: «¿Por qué nos ha derrotado hoy Yahveh delante de
los filisteos? Vamos a buscar en Silo el arca de nuestro Dios; que
venga en medio de nosotros y que nos salve del poder de nuestros
enemigos.»
4 El pueblo envió a Silo y sacaron de allí el arca de
Yahveh Sebaot que está sobre los querubines; acompañaron al arca Jofní
y Pinjás, los dos hijos de Elí.
5 Cuando el arca de Yahveh llegó al campamento, todos
los israelitas lanzaron un gran clamor que hizo retumbar las
tierras.
6 Los filisteos oyeron el estruendo del clamoreo y
dijeron: «¿Qué significa este gran clamor en el campamento de los
hebreos?» Y se enteraron de que el arca de Yahveh había llegado al
campamento.
7 Temieron entonces los filisteos, porque se decían:
«Dios ha venido al campamento.» Y exclamaron: «¡Ay de nosotros! Nunca
había sucedido tal cosa.
8 ¡Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de la mano de
estos dioses poderosos? ¡Estos son los dioses que castigaron a
Egipto con toda clase de plagas en el desierto!
9 ¡Cobrad ánimo y sed hombres, filisteos, para no
tener que servir a los hebreos como ellos os han servido a vosotros;
sed hombres y pelead!»
10 Trabaron batalla los filisteos. Israel fue batido
y cada cual huyó a sus tiendas; la mortandad fue muy grande,
cayendo de Israel 30.000 infantes.
11 El arca de Dios fue capturada y murieron Jofní y
Pinjás, los dos hijos de Elí.
12 Un hombre de Benjamín salió corriendo del campo de
batalla y llegó a Silo aquel mismo día, con los vestidos rotos y la
cabeza cubierta de polvo.
13 Cuando llegó, estaba Elí en su asiento, a la
puerta, atento al camino, porque su corazón temblaba por el arca
de Dios. Vino, pues, este hombre a traer la noticia a la ciudad,
y toda la ciudad comenzó a gritar.
14 Oyó Elí los gritos y preguntó: «¿Qué tumulto es
éste?» Diose prisa el hombre y se lo anunció a Elí.
15 Contaba éste 98 años, tenía las pupilas inmóviles
y no podía ver.
16 El hombre dijo a Elí: «Vengo del campo de batalla,
he huido hoy del campo.» Elí preguntó: ¿Qué ha pasado, hijo mío?»
17 El mensajero respondió: «Israel ha huido ante los
filisteos. Además el ejército ha sufrido una gran derrota,
también han muerto tus dos hijos y hasta el arca de Dios ha sido
capturada.»
18 A la mención del arca de Dios, cayó Elí de su
asiento, hacia atrás, en medio de la puerta, se rompió la nuca y
murió, pues era anciano y estaba ya torpe. Había sido juez en Israel
durante cuarenta años.
19 Su nuera, la mujer de Pinjás, estaba encinta y
para dar a luz. Cuando oyó la noticia de que el arca de Dios
había sido capturada y la muerte de su suegro y su marido, se
encogió y dio a luz, pues la habían acometido sus dolores.
20 Estando a la muerte, las que la asistían le
dijeron: «Animo, que es un niño lo que has dado a luz», pero ella no
respondió ni prestó atención.
21 Llamó al niño Ikabod, diciendo: «La gloria ha sido
desterrada de Israel», aludiendo a la captura del arca de Dios, a su
suegro y a su marido.
22 Y dijo: «La gloria ha sido desterrada de Israel,
porque el arca de Dios ha sido capturada.»
INICIO
1 Samuel 5
1 Los filisteos, por su parte, tomaron el arca de
Dios y la llevaron de Eben Haézer a Asdod.
2 Tomaron los filisteos el arca de Dios, la
introdujeron en el templo de Dagón y la colocaron al lado de Dagón.
3 A la mañana siguiente vinieron los asdodeos al
templo de Dagón y he aquí que Dagón estaba caído de bruces en tierra,
delante del arca de Yahveh. Levantaron a Dagón y le volvieron a su
sitio.
4 Pero a la mañana siguiente temprano, Dagón estaba
caído de bruces en tierra, delante del arca de Yahveh y la cabeza
de Dagón y sus dos manos estaban rotas en el umbral; sólo quedaba el
tronco de Dagón.
5 Por eso los sacerdotes de Dagón y todos los que
entran en el templo de Dagón no pisan el umbral de Dagón en Asdod
hasta el día de hoy.
6 La mano de Yahveh cayó pesadamente sobre los
asdodeos hiriéndolos con tumores, a Asdod y su comarca.
7 Cuando los vecinos de Asdod vieron lo que sucedía,
dijeron: «Que no se quede entre nosotros el arca del Dios de Israel,
porque su mano se ha endurecido contra nosotros y contra nuestro dios
Dagón.»
8 Hicieron, pues, convocar junto a ellos a todos los
tiranos de los filisteos y dijeron: «¿Qué debemos hacer con el arca del
Dios de Israel?» Decidieron: «El arca del Dios de Israel se trasladará
a Gat.» Y trasladaron allí el arca del Dios de Israel.
9 Pero así que la trasladaron, la mano de Yahveh cayó
sobre la ciudad provocando gran terror; los varones de la ciudad, desde
el más pequeño hasta el mayor, fueron castigados, saliéndoles tumores.
10 Enviaron entonces el arca de Dios a Ecrón,
exclamaron los ecronitas: Han encaminado hacia mí el arca del Dios
de Israel para hacerme perecer con mi pueblo.»
11 Hicieron convocar a todos los tiranos de los
filisteos y dijeron: «Devolved el arca del Dios de Israel; que vuelva a
su sitio y no me haga morir a mí y a mi pueblo.» Pues había un terror
mortal en toda la ciudad, porque descargó allí duramente la mano
de Dios.
12 Los que no murieron fueron atacados de tumores y
los alaridos de angustia de la ciudad subieron hasta el cielo.
INICIO
1 Samuel 6
1 Siete meses estuvo el arca de Yahveh en territorio
filisteo.
2 Llamaron los filisteos a los sacerdotes y adivinos
y preguntaron: «¿Qué debemos hacer con el arca de Yahveh? Hacednos
saber cómo la hemos de enviar a su sitio.»
3 Ellos respondieron: «Si queréis devolver el arca
del Dios de Israel, no la devolváis de vacío, ofrecedle una reparación
y entonces sanaréis y sabréis por qué no se ha apartado su mano de
vosotros.»
4 Preguntaron ellos: «¿Qué reparación hemos de
ofrecer?» Y respondieron: «Conforme al número de los tiranos de los
filisteos, cinco tumores de oro y cinco ratas de oro, porque el mismo
castigo sufrís vosotros que vuestros tiranos.
5 Haced imágenes de vuestros tumores y de vuestras
ratas que devastan el país y dad gloria al Dios de Israel. Acaso
aligere su mano de sobre vosotros, vuestros dioses y vuestra tierra.
6 ¿Por qué habéis de endurecer vuestros corazones
como endurecieron su corazón los egipcios y Faraón? ¿No los tuvieron
que dejar partir después que Dios los hubo maltratado?
7 Ahora, pues tomad y preparad una carreta nueva y
dos vacas que estén criando y que no hayan llevado yugo; unciréis
las vacas a la carreta y haréis volver sus becerros al establo.
8 Tomaréis el arca de Yahveh y la pondréis sobre la
carreta. Cuanto a los objetos de oro que le habéis ofrecido como
reparación, los meteréis en un cofre a su lado, y la dejaréis marchar.
9 Y fijaos: si toma el camino de su país, hacia Bet
Semes, es él el que nos ha causado esta gran calamidad; si no, sabremos
que no ha sido su mano la que nos ha castigado y que todo esto nos ha
sucedido por casualidad.»
10 Así lo hicieron aquellos hombres: tomaron dos
vacas que estaban criando y las uncieron a la carreta, pero
retuvieron las crías en el establo.
11 Colocaron sobre la carreta el arca de Yahveh y el
cofre con las ratas de oro y las imágenes de sus tumores.
12 Tomaron las vacas en derechura por el camino de
Bet Semes y mantuvieron la misma ruta; caminaban mugiendo, sin
desviar ni a derecha ni a izquierda. Los tiranos de los filisteos las
siguieron hasta los confines de Bet Semes.
13 Estaban los de Bet Semes segando el trigo en el
valle, y alzando la vista vieron el arca y fueron gozosos a su
encuentro.
14 Al llegar la carreta al campo de Josué de Bet
Semes, se detuvo; había allí una gran piedra. Astillaron la
madera de la carreta y ofrecieron las vacas en holocausto a
Yahveh.
15 Los levitas bajaron el arca de Yahveh y el cofre
que estaba a su lado y que contenía los objetos de oro, y lo
depositaron todo sobre la gran piedra. Los de Bet Semes
ofrecieron aquel día holocaustos e hicieron sacrificios a Yahveh.
16 Cuando los cinco tiranos filisteos lo vieron, se
tornaron a Ecrón el mismo día.
17 Estos son los tumores de oro que los filisteos
ofrecieron en reparación a Yahveh: uno por Asdod, uno por Gaza,
uno por Ascalón, uno por Gat, uno por Ecrón.
18 Y ratas de oro, tantas cuantas son las ciudades de
los filisteos, las de los cinco tiranos, desde las ciudades
fortificadas hasta las aldeas abiertas. Testigo, la gran piedra sobre
la que se colocó el arca de Yahveh y que está en el campo de Josué de
Bet Semes, hasta el día de hoy.
19 De entre los habitantes de Bet Semes, los hijos de
Jeconías no se alegraron cuando vieron el arca de Yahveh y castigo
Yahveh a setenta de sus hombres. El pueblo hizo duelo porque Yahveh los
había castigado duramente.
20 Dijeron entonces las gentes de Bet Semes: «¿Quién
podrá resistir delante de Yahveh, el Dios Santo? ¿A quién subirá,
alejándose de nosotros?
21 Enviaron mensajeros a los habitantes de Quiryat
Yearim para decirles: «Los filisteos han devuelto el arca de Yahveh.
Bajad y subidla con vosotros.»
INICIO
1 Samuel 7
1 Vinieron las gentes de Quiryat Yearim y subieron el
arca de Yahveh. La llevaron a la casa de Abinadab, en la loma, y
consagraron a su hijo Eleazar para que custodiase el arca de Yahveh.
2 Pasaron muchos días - veinte años - desde el día en
que el arca se instaló en Quiryat Yearim, y toda la casa de
Israel suspiró por Yahveh.
3 Entonces Samuel habló así a toda la casa de Israel:
«Si os volvéis a Yahveh con todo vuestro corazón, quitad de en medio de
vosotros los dioses extranjeros y las Astartés, fijad vuestro corazón
en Yahveh y servidle a él solo y entonces él os librará de la mano de
los filisteos.»
4 Los israelitas quitaron los Baales y las Astartés y
sirvieron sólo a Yahveh.
5 Samuel dijo: «Congregad a todo Israel en Mispá y yo
suplicaré a Yahveh por vosotros.»
6 Se congregaron, pues, en Mispá, sacaron agua, que
derramaron ante Yahveh, ayunaron aquel día y dijeron: «Hemos pecado
contra Yahveh.» Samuel juzgó a los israelitas en Mispá.
7 Cuando los filisteos supieron que los israelitas se
habían reunido en Mispá, subieron los tiranos de los filisteos
contra Israel. Habiéndolo oído los israelitas, temieron a los filisteos
8 y dijeron los israelitas a Samuel: «No dejes de
invocar a Yahveh nuestro Dios, para que él nos salve de la mano de los
filisteos.»
9 Tomó Samuel un cordero lechal y lo ofreció entero
en holocausto a Yahveh, invocó a Yahveh en favor de Israel y
Yahveh le escuchó.
10 Estaba Samuel ofreciendo el holocausto, cuando los
filisteos presentaron batalla a Israel, pero tronó Yahveh aquel
día con gran estruendo sobre los filisteos, los llenó de terror y
fueron batidos ante Israel.
11 Los hombres de Israel salieron de Mispá y
persiguieron a los filisteos desbaratándolos hasta más abajo de Bet Kar.
12 Tomó entonces Samuel una piedra y la erigió entre
Mispá y Yesaná y le dio el nombre de Eben Haézer, diciendo: «Hasta aquí
nos ha socorrido Yahveh.»
13 Los filisteos fueron humillados. No volvieron más
sobre el territorio de Israel y la mano de Yahveh pesó sobre los
filisteos durante toda la vida de Samuel.
14 Las ciudades que los filisteos habían tomado a los
israelitas fueron devueltas a Israel, desde Ecrón hasta Gat, liberando
Israel su territorio del dominio de los filisteos. Y hubo paz entre
Israel y los amorreos.
15 Samuel juzgó a Israel todos los días de su vida.
16 Hacía cada año un recorrido por Betel, Guilgal,
Mispá, juzgando a Israel en todos estos lugares.
17 Después se volvía a Ramá porque allí tenía su
casa, y juzgaba a Israel. Y edificó allí un altar a Yahveh.
INICIO
1 Samuel 8
1 Cuando Samuel se hizo viejo, puso a sus hijos como
jueces en Israel.
2 Su primogénito se llamaba Joel y el otro, Abías;
juzgaban en Israel en Berseba.
3 Pero sus hijos no siguieron su camino: fueron
atraídos por el lucro, aceptaron regalos y torcieron el derecho.
4 Se reunieron, pues, todos los ancianos de Israel y
se fueron donde Samuel a Ramá,
5 y le dijeron: «Mira, tú te has hecho viejo y tus
hijos no siguen tu camino. Pues bien, ponnos un rey para que nos
juzgue, como todas las naciones.»
6 Disgustó a Samuel que dijeran: «Danos un rey para
que nos juzgue» e invocó a Yahveh. .
7 Pero Yahveh dijo a Samuel: «Haz caso a todo lo que
el pueblo te dice. Porque no te han rechazado a ti, me han rechazado a
mí, para que no reine sobre ellos.
8 Todo lo que ellos me han hecho desde el día que los
saqué de Egipto hasta hoy, abandonándome y sirviendo a otros dioses, te
han hecho también a ti.
9 Escucha, sin embargo, su petición. Pero les
advertirás claramente y les enseñarás el fuero del rey que va a
reinar sobre ellos.»
10 Samuel repitió todas estas palabras de Yahveh al
pueblo que le pedía un rey,
11 diciendo: «He aquí el fuero del rey que va a
reinar sobre vosotros. Tomará vuestros hijos y los destinará a sus
carros y a sus caballos y tendrán que correr delante de su carro.
12 Los empleará como jefes de mil y jefes de
cincuenta; les hará labrar sus campos, segar su cosecha, fabricar
sus armas de guerra y los arreos de sus carros.
13 Tomara vuestras hijas para perfumistas, cocineras
y panaderas.
14 Tomará vuestros campos, vuestras viñas y vuestros
mejores olivares y se los dará a sus servidores.
15 Tomará el diezmo de vuestros cultivos y vuestras
viñas para dárselo a sus eunucos y a sus servidores.
16 Tomará vuestros criados y criadas, y vuestros
mejores bueyes y asnos y les hará trabajar para él.
17 Sacará el diezmo de vuestros rebaños y vosotros
mismos seréis sus esclavos.
18 Ese día os lamentaréis a causa del rey que os
habéis elegido, pero entonces Yahveh no os responderá.»
19 El pueblo no quiso escuchar a Samuel y dijo: «¡No!
Tendremos un rey
20 y nosotros seremos también como los demás pueblos:
nuestro rey nos juzgará, irá al frente de nosotros y combatirá
nuestros combates.»
21 Oyó Samuel todas las palabras del pueblo y las
repitió a los oídos de Yahveh.
22 Pero Yahveh dijo a Samuel: «Hazles caso y ponles
un rey.» Samuel dijo entonces a todos los hombres de Israel: «Volved
cada uno a vuestra ciudad.»
INICIO
1 Samuel 9
1 Había un hombre de Benjamín, llamado Quis, hijo de
Abiel, hijo de Seror, hijo de Bekorat, hijo de Afiaj. Era un
benjaminita y hombre bien situado.
2 Tenía un hijo llamado Saúl, joven aventajado y
apuesto. Nadie entre los israelitas le superaba en gallardía; de los
hombros arriba aventajaba a todos.
3 Se habían extraviado unas asnas pertenecientes a su
padre Quis. Dijo Quis a su hijo Saúl: «Toma contigo uno de los criados
y vete a buscar las asnas.»
4 Atravesaron la montaña de Efraím y cruzaron el
territorio de Salisá sin encontrar nada; cruzaron el país de Saalim,
pero no estaban allí, atravesaron el país de Benjamín sin encontrar
nada.
5 Cuando llegaron a la comarca de Suf, dijo Saúl a su
criado que le acompañaba: «Vamos a volvernos, no sea que mi padre
olvidando las asnas se inquiete por nosotros.»
6 Pero él respondió: «Cabalmente hay en esta ciudad
un hombre de Dios. Es hombre acreditado: todo lo que dice se
cumple con seguridad. Vamos, pues, allá y acaso nos oriente acerca del
viaje que hemos emprendido.»
7 Saúl dijo a su criado: «Vamos a ir, pero ¿qué
ofreceremos a ese hombre? No queda pan en nuestros zurrones y no
tenemos ningún regalo que llevar al hombre de Dios. ¿Qué le podemos
dar?»
8 Replicó el criado y dijo a Saúl: «Es el caso que
tengo en mi poder un cuarto de siclo de plata; se lo daré al hombre de
Dios y nos orientará sobre nuestro viaje.»
9 Antes, en Israel, cuando alguien iba a consultar a
Dios, decía: «Vayamos al vidente,» porque en vez de «profeta» como hoy,
antes se decía «vidente».
10 Saúl dijo a su criado: «Tienes razón; vamos,
pues.» Y se fueron a la ciudad donde se encontraba el hombre de Dios.
11 Cuando subían por la cuesta de la ciudad,
encontraron a unas muchachas que salían a sacar agua y les preguntaron:
«¿Está aquí el vidente?»
12 Ellas les respondieron con estas palabras: «Sí,
ahí delante está el vidente. Cabalmente acaba de llegar ahora a la
ciudad, porque hay hoy un sacrificio por el pueblo en el alto.
13 En cuanto entréis en la ciudad, le encontraréis
antes de que suba al alto para la comida. El pueblo no comerá antes que
él llegue, porque es él quien ha de bendecir el sacrificio; y a
continuación comerán los invitados. Subid ahora y al momento le
encontraréis.»
14 Subieron, pues, a la ciudad. Entraban ellos por la
puerta, cuando Samuel salía en dirección a ellos para subir al alto.
15 Ahora bien, la víspera de la venida de Saúl había
hecho Yahveh está revelación a Samuel:
16 «Mañana, a esta misma hora, te enviaré un hombre
de la tierra de Benjamín, le ungirás como jefe de mi pueblo Israel y él
librará a mi pueblo de la mano de los filisteos, porque he visto la
aflicción de mi pueblo y su clamor ha llegado hasta mí.»
17 Y cuando Samuel vio a Saúl, Yahveh le indicó:
«Este es el hombre del que te he hablado. El regirá a mi pueblo.»
18 Saúl se acercó a Samuel en medio de la puerta, y
le dijo: «Indícame, por favor, dónde está la casa del vidente.»
19 Samuel respondió a Saúl: Yo soy el vidente; sube
delante de mí al alto y comeréis hoy conmigo. Mañana por la mañana te
despediré y te descubriré todo lo que hay en tu corazón.
20 No te preocupes por las asnas que perdiste hace
tres días, porque ya han aparecido. Por lo demás, ¿para quién es lo
mejor de Israel? ¿No es para ti y para la casa de tu padre?»
21 Saúl respondió: ¿No soy yo de Benjamín, la menor
de las tribus de Israel? ¿No es mi familia la más pequeña de todas las
de la tribu de Benjamín? ¿Cómo me dices estas cosas?»
22 Tomó Samuel a Saúl y a su criado y los hizo entrar
en la sala, y les dio un asiento a la cabecera de los invitados, que
eran unos treinta.
23 Después dijo Samuel al cocinero: «Sirve la porción
que te entregué, la que te dije que pusieras aparte.»
24 Tomó el cocinero la pierna y el rabo poniéndolos
delante de Saúl. Y dijo: «Aquí tienes, ante ti, lo que se guardó.
Come...» Aquel día Saúl comió con Samuel.
25 Bajaron del alto a la ciudad. Se extendió una
estera para Saúl en el terrado,
26 y se acostó. Cuando apuntó el alba, llamó Samuel a
Saúl en el terrado y le dijo: «Levántate, que voy a despedirte.» Se
levantó Saúl y salieron ambos afuera, Samuel y Saúl.
27 Habían bajado hasta las afueras de la ciudad,
cuando Samuel dijo a Saúl: «Manda a tu criado que se adelante, y tú
quédate ahora para que te de a conocer la palabra de Dios.»
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1 Samuel 10
1 Tomó Samuel el cuerno de aceite y lo derramó sobre
la cabeza de Saúl, y después le besó diciendo: «¿No es Yahveh quien te
ha ungido como jefe de su pueblo Israel? Tú regirás al pueblo de Yahveh
y le librarás de la mano de los enemigos que le rodean. Y ésta será
para ti la señal de que Yahveh te ha ungido como caudillo de su heredad.
2 En cuanto te separes hoy de mí, encontrarás dos
hombres junto a la tumba de Raquel, sobre la frontera de Benjamín... y
ellos te dirán: “Las asnas que has ido a buscar ya han aparecido. Ahora
tu padre ha olvidado el asunto de las asnas y está preocupado por
vosotros, diciendo: ¿Qué debo hacer por mi hijo?”
3 Pasando más allá, y en llegando a la Encina del
Tabor, encontrarás tres hombres que suben hacia Dios, a Betel,
uno llevará tres cabritos, otro llevará tres tortas de pan, y el
tercero llevará un odre de vino.
4 Te saludarán y te darán dos panes, que tú tomarás
de su mano.
5 Llegarás después a Guibeá de Dios (donde se
encuentra el gobernador de los filisteos) y a la entrada de la
ciudad tropezarás con un grupo de profetas que bajan del alto,
precedidos del añafil, el adufe, la flauta y la cítara, en trance
profético.
6 Te invadirá entonces el espíritu de Yahveh,
entrarás en trance con ellos y quedarás cambiado en otro hombre.
7 Cuando se te hayan cumplido estas señales, haz lo
que te viniere a mano, porque Dios está contigo.
8 Bajarás delante de mí a Guilgal, y yo me reuniré
allí contigo para ofrecer holocaustos y sacrificios de comunión.
Esperarás siete días a que yo vaya a tu encuentro y te diré lo que
debes hacer.»
9 Apenas volvió las espaldas para dejar a Samuel, le
cambió Dios el corazón y todas las señales se realizaron aquel
mismo día.
10 Desde allí fueron a Guibeá, y he aquí que venía
frente a él un grupo de profetas; le invadió el espíritu de Dios
y se puso en trance en medio de ellos.
11 Los que le conocían de toda la vida le vieron
profetizando con los profetas, y todos los del pueblo se decían
entre sí: «¿Qué le ha pasado al hijo de Quis? ¿Conque también
Saúl anda entre los profetas?»
12 Replicó uno de allá: «Y ¿quién es su padre?» Y así
pasó a proverbio: «¿Conque también Saúl entre los profetas?».
13 Y cuando salió del trance se fue a casa.
14 El tío de Saúl le dijo a él y a su criado: «¿A
dónde habéis ido?» Contestó: «A buscar las asnas. Y como no vimos nada,
acudimos a Samuel.»
15 Dijo el tío de Saúl: Vamos, cuéntame qué os ha
dicho Samuel.»
16 Saúl dijo a su tío: «Sencillamente, nos avisó que
las asnas habían aparecido.» Pero no le dijo ni palabra de lo que
le había dicho Samuel acerca del reino.
17 Samuel convocó al pueblo en Mispá junto a Yahveh.
18 Y dijo a los israelitas: Así ha dicho Yahveh, el
Dios de Israel: Yo hice subir a Israel de Egipto y os libré de
los egipcios y de todos los reinos que os tenían oprimidos.
19 Pero vosotros ahora habéis rechazado a vuestro
Dios, a aquel mismo que os salvó de todos vuestros males y aprietos, y
le habéis dicho: “No: tú ponnos un rey.” Ahora, pues, compareced
delante de Yahveh distribuidos por tribus y familias.»
20 Samuel hizo acercarse a todas las tribus de Israel
y fue designada la tribu de Benjamín.
21 Hizo que se acercara la tribu de Benjamín por
familias y fue designada la familia de Matrí, y luego mandó acercarse a
la familia de Matrí por individuos y quedó finalmente Saúl, hijo de
Quis, y le buscaron, pero no le encontraron.
22 Entonces volvieron a interrogar a Yahveh: «¿Ha
venido ése?» Dijo Yahveh: «Aquí le tenéis escondido entre la
impedimenta.»
23 Corrieron y lo sacaron de allí y, puesto en medio
del pueblo, les llevaba a todos la cabeza.
24 Dijo Samuel a todo el pueblo: «¿Veis al que ha
elegido Yahveh? No hay como él en todo el pueblo.» Y todo el pueblo
gritó: «¡Viva el rey!».
25 Samuel dictó al pueblo el fuero real y lo puso por
escrito, depositándolo delante de Yahveh, y despidió Samuel a cada cual
a su casa.
26 También Saúl se fue a su casa, a Guibeá; le
acompañaron algunos valientes a quienes Dios tocó el corazón.
27 Pero algunos malvados dijeron: «Qué nos va a
salvar ése!» Y le despreciaron y no le llevaron regalos. Cosa de un mes
más tarde,
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1 Samuel 11
1 subió Najás el ammonita, y acampó contra Yabés de
Galaad. Y todos los de Yabés dijeron a Najás. «Ponnos condiciones y te
serviremos.»
2 Dijo Najás el ammonita: «Estas son mis condiciones:
saltar a todos el ojo derecho y quedará en ridículo todo Israel.»
3 Y los ancianos de Yabés le dijeron: «Danos una
tregua de siete días y mandaremos mensajeros por todo el
territorio de Israel y, si no hay quien nos socorra, entonces nos
rendiremos a ti.»
4 Llegaron los mensajeros a Guibeá de Saúl, y dijeron
estas palabras a oídos del pueblo, y todo el pueblo lloró a voces.
5 He aquí que venía Saúl del campo detrás de los
bueyes y dijo:«¿Qué tiene el pueblo que esta llorando?», y le contaron
las palabras de los de Yabés.
6 Invadió a Saúl el espíritu de Dios en oyendo estas
palabras, y se irritó sobremanera.
7 Y tomando una yunta de bueyes los despedazó y los
repartió por todo el territorio de Israel por medio de mensajeros,
diciendo: «Así se hará con los bueyes del que no salga detrás de Saúl.»
Y el temor de Yahveh cayó sobre el pueblo, y salieron como un solo
hombre.
8 Les pasó revista en Bézeq, y eran los israelitas
300.000 y los de Judá 30.000.
9 Dijeron a los mensajeros que habían venido: «Así
diréis a los de Yabés de Galaad: Mañana, cuando el sol apriete , seréis
liberados.» Fueron los mensajeros y lo anunciaron a los de Yabés, que
se alegraron.
10 Y dijeron los de Yabés a Najás: «Mañana salimos a
vosotros y hacéis con nosotros lo que mejor os parezca.»
11 A la mañana siguiente dispuso Saúl a sus hombres
en tres columnas que irrumpieron en el campamento durante la
guardia de la madrugada, y batieron a los ammonitas hasta que
apretó el sol. Y los demás huyeron no quedando dos juntos.
12 El pueblo dijo a Samuel: «¿Quién andaba
preguntando si Saúl iba a reinar sobre nosotros? Dadnos esos hombres y
los haremos morir.»
13 Pero Saúl dijo: «Que no muera nadie en este día,
porque Yahveh ha realizado hoy una liberación en Israel.»
14 Samuel dijo al pueblo: «Vamos todos a Guilgal e
inauguraremos allí la monarquía.»
15 Fue todo el pueblo a Guilgal, y allí en Guilgal,
proclamaron rey a Saúl delante de Yahveh, ofreciendo allí sacrificios
de comunión delante de Yahveh; y Saúl y todos los israelitas se
alegraron en extremo.
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1 Samuel 12
1 Samuel dijo a todo Israel: «Ya veis que os he
atendido en todo lo que me habéis pedido y he puesto un rey sobre
vosotros.
2 En adelante, el rey marchara delante de vosotros.
Cuanto a mí, he envejecido y encanecido, y mis hijos entre
vosotros están. He andado delante de vosotros desde mi juventud
hasta hoy.
3 Aquí me tenéis. Atestiguad contra mí delante de
Yahveh y delante de su ungido. ¿De quién he tomado yo el buey o de
quién he tomado el asno? ¿A quién he atropellado u oprimido? ¿Quién me
ha sobornado para que cerrara los ojos? Yo os lo restituiré.»
4 Respondieron: «No nos has atropellado ni oprimido,
y nada has recibido de nadie.»
5 El les dijo: «Yahveh es testigo contra vosotros, y
su ungido es testigo hoy de que vosotros no habéis encontrado
nada en mis manos.» Respondieron: «Es testigo.»
6 Dijo entonces Samuel al pueblo: «Testigo es aquel
Yahveh que suscitó a Moisés y Aarón y que hizo subir a vuestros
padres del país de Egipto.
7 Presentaos ahora para que yo pleitee con vosotros
ante Yahveh y para recordaros todos los beneficios que Yahveh ha
llevado a cabo en favor vuestro y de vuestros padres.
8 Cuando Jacob entró en Egipto, los egipcios los
oprimieron y vuestros padres clamaron a Yahveh. Entonces Yahveh envió a
Moisés y Aarón que sacaron a vuestros padres de Egipto y los puso en
este lugar.
9 Pero ellos olvidaron a Yahveh su Dios, y él los
entregó en manos de Sísara, jefe del ejército de Jasor, en manos
de los filisteos y del rey de Moab, que combatieron contra ellos.
10 Clamaron a Yahveh diciendo: “Hemos pecado, porque
hemos abandonado a Yahveh y servido a los Baales y a las Astartés. Pero
ahora, líbranos de las manos de nuestros enemigos y te serviremos.”
11 Envió entonces Yahveh a Yerubbaal, a Baraq, a
Jefté y a Samuel, os ha librado de los enemigos que os rodeaban y
habéis vivido en seguridad.
12 Pero, en cuanto habéis visto que Najás, rey de los
ammonitas, venía contra vosotros, me habéis dicho: “¡No! Que reine un
rey sobre nosotros,” siendo así que vuestro rey es Yahveh, Dios vuestro.
13 Aquí tenéis ahora al rey que os habéis elegido.
Yahveh ha establecido un rey sobre vosotros.
14 Si teméis a Yahveh y le servís, si escucháis su
voz y no os rebeláis contra las órdenes de Yahveh; si vosotros y el rey
que reine sobre vosotros seguís a Yahveh vuestro Dios, está bien.
15 Pero si no escucháis la voz de Yahveh, si os
rebeláis contra las órdenes de Yahveh, entonces la mano de Yahveh
pesará sobre vosotros y sobre vuestro rey.
16 Una vez más, quedaos para ver este gran prodigio
que Yahveh realiza a vuestros ojos.
17 ¿No es ahora la cosecha del trigo? Pues bien, voy
a invocar a Yahveh para que haga tronar y llover. Reconoced y ved el
gran mal que habéis hecho a los ojos de Yahveh, a pedir un rey para
vosotros.»
18 Invocó Samuel a Yahveh, que hizo tronar y llover
aquel mismo día, y todo el pueblo cobró mucho temor a Yahveh y a Samuel.
19 Dijo todo el pueblo a Samuel: «Suplica a Yahveh tu
Dios en favor de tus siervos, para que no muramos; hemos colmado
nuestros pecados pidiendo en rey para nosotros.»
20 Pero Samuel dijo al pueblo: «No temáis. Cierto que
habéis hecho esta maldad. Pero ahora, no os alejéis de Yahveh y
servidle con todo vuestro corazón,
21 y no os apartéis en pos de los que no son nada,
que no sirven ni salvan porque no son nada.
22 Pues Yahveh no rechazará a su pueblo por el honor
de su gran nombre, porque Yahveh se ha dignado hacer de vosotros
su pueblo.
23 Por mi parte, lejos de mí pecar contra Yahveh
dejando de suplicar por vosotros y de enseñaros el camino bueno y recto.
24 Sólo a Yahveh temeréis y le serviréis fielmente,
con todo vuestro corazón, porque habéis visto esta cosa grandiosa que
ha realizado en medio de vosotros.
25 Pero si os portáis mal, pereceréis, vosotros y
vuestro rey.»
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1 Samuel 13
1 ...
2 Se eligió Saúl 3.000 hombres de Israel; había 2.000
con Saúl en Mikmás y en las montañas de Betel, y mil con Jonatán en
Gueba de Benjamín, y el resto del pueblo lo devolvió a sus tiendas.
3 Jonatán mató al gobernador de los filisteos que se
hallaba en Guibeá, y supieron los filisteos que los hebreos se habían
rebelado. Saúl hizo sonar el cuerno por toda la tierra,
4 y todo Israel oyó la noticia: «Saúl ha matado al
gobernador de los filisteos. Israel se ha hecho odioso a los
filisteos.» Y se reunió el pueblo tras Saúl en Guilgal.
5 Se concentraron los filisteos para combatir a
Israel: 3.000 carros, 6.000 caballos y un ejército tan numeroso como la
arena de la orilla del mar; y acamparon en Mikmás, al este de Bet Avén.
6 Cuando los hombres de Israel se vieron en peligro,
porque se les apretaba de cerca, se escondió la gente en las
cavernas, los agujeros, las hendiduras de las peñas, los subterráneos y
las cisternas.
7 Algunos hebreos pasaron también el Jordán al país
de Gad y Galaad. Saúl estaba todavía en Guilgal y todo el pueblo
temblaba junto a él.
8 Esperó siete días conforme al plazo que Samuel
había fijado, pero Samuel no llegó a Guilgal y el ejército se desbandó,
abandonando a Saúl.
9 Entonces Saúl dijo: «Acercadme el holocausto y los
sacrificios de comunión», y ofreció el holocausto.
10 Acababa él de ofrecer el holocausto, cuando llegó
Samuel, y Saúl le salió al encuentro para saludarle.
11 Samuel dijo: «¿Qué has hecho?» Y Saúl respondió:
«Como vi que el ejército me abandonaba y se desbandaba, que, por otro
lado, tú no venías en el plazo fijado, y que los filisteos estaban ya
concentrados en Mikmás,
12 me dije: Ahora los filisteos van a bajar contra mí
a Guilgal y no he apaciguado a Yahveh. Entonces me he visto
forzado a ofrecer el holocausto.»
13 Samuel dijo a Saúl: «Te has portado como un necio.
Si hubieras cumplido la orden que Yahveh tu Dios te ha dado, entonces
Yahveh hubiera afianzado tu reino para siempre sobre Israel.
14 Pero ahora tu reino no se mantendrá. Yahveh se ha
buscado un hombre según su corazón, al que ha designado caudillo
de su pueblo, porque tú no has cumplido lo que Yahveh te había
ordenado.»
15 Se levantó Samuel y partió de Guilgal para seguir
su camino. Los que quedaban del pueblo subieron tras Saúl al encuentro
de los hombres de guerra, y vino de Guilgal a Gueba de Benjamín. Saúl
pasó revista a las tropas que tenía con él: había unos seiscientos
hombres.
16 Saúl, su hijo Jonatán y las tropas que estaban con
ellos, se hallaban situados en Gueba de Benjamín, mientras que los
filisteos acampaban en Mikmás.
17 La fuerza de choque salió del campo filisteo en
tres columnas: una columna tomó la dirección de Ofrá, en la comarca de
Sual;
18 otra tomó la dirección de Bet Jorón y la tercera
tomó la dirección del alto que domina el valle de los Seboím,
hacia el desierto.
19 No había herreros en todo el territorio de Israel,
porque los filisteos se decían: «Que no hagan los hebreos espadas ni
lanzas.»
20 Así todos los israelitas tenían que bajar a los
filisteos para vaciar cada cual su reja, su hacha, su azuela o su
aguijada.
21 El precio era dos tercios de siclo por aguzar las
azuelas y enderezar la aguijada.
22 Y así ocurrió que el día de la batalla nadie, en
toda la tropa que estaba con Saúl y Jonatán, tenía en la mano
espada ni lanza. Las había sólo para Saúl y para su hijo Jonatán.
23 Una avanzadilla de filisteos partió hacia el paso
de Mikmás.
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1 Samuel 14
1 Un día, Jonatán, hijo de Saúl, dijo a su escudero:
«Ven, vamos a cruzar hasta la avanzadilla de los filisteos que están en
este paso», pero nada dijo a su padre.
2 Saúl estaba situado en el límite de Gueba, bajo el
granado que está cerca de la era, y las gentes que estaban con él eran
como unos seiscientos hombres.
3 Ajías, hijo de Ajitub, hermano de Ikabod, hijo de
Pinjás, hijo de Elí, sacerdote de Yahveh en Silo, llevaba el efod. La
tropa no advirtió que Jonatán se había marchado.
4 En el paso que Jonatán intentaba franquear para
llegar a la avanzadilla de los filisteos, hay un picacho por un lado y
un picacho por el otro. Uno se llama Boses y el otro Senné;
5 el primer picacho está al norte, frente a Mikmás,
el segundo al sur, frente a Gueba.
6 Jonatán dijo a su escudero: «Ven, crucemos hasta la
avanzadilla de esos incircuncisos. Acaso Yahveh haga algo por nosotros,
porque nada impide a Yahveh dar la victoria con pocos o con muchos.»
7 Su escudero respondió: «Haz todo lo que tu corazón
te dicte. Por mi parte estoy contigo, a tu voluntad.»
8 Jonatán dijo: «Vamos a pasar hacia esa gente y nos
haremos ver de ellos.
9 Si nos dicen: “¡Alto ahí! hasta que lleguemos a
vosotros”, nos quedaremos en el sitio y no subiremos a ellos.
10 Pero si nos dicen: “Subid hacia nosotros,”
subiremos, porque Yahveh los ha entregado en nuestras manos; esto nos
servirá de señal.»
11 Cuando se dejaron ver de la avanzadilla de los
filisteos, éstos dijeron: «Mirad los hebreos que salen de los
escondrijos donde se habían metido.»
12 Y la gente de la avanzadilla, dirigiéndose a
Jonatán y a su escudero, dijeron: «Subid hacia nosotros, que os vamos a
enseñar algo.» Entonces Jonatán dijo a su escudero: «Sube detrás de mí,
pues Yahveh los ha entregado en manos de Israel.»
13 Subió Jonatán ayudándose de pies y manos, y su
escudero le seguía. Caían los filisteos ante Jonatán y detrás de él su
escudero los iba rematando.
14 Este primer estrago que hicieron Jonatán y su
escudero fue de una veintena de hombres...
15 Cundió el terror en el campo y en el campamento y
en la gente toda; la avanzadilla y los cuerpos de descubierta fueron
presa del espanto, la tierra tembló y hubo un terror de Dios.
16 Los escuchas de Saúl que estaban en Gueba de
Benjamín vieron que el campamento se agitaba de un lado para otro,
17 y Saúl dijo a las tropas que estaban con él:
«Pasad revista y ved quién se ha marchado de los nuestros.» Se pasó
revista y vieron que faltaban Jonatán y su escudero.
18 Entonces Saúl dijo a Ajías: «Trae el efod», porque
este era el que llevaba el efod en presencia de Israel.
19 Pero mientras Saúl hablaba al sacerdote, el
tumulto del campamento filisteo iba creciendo y Saúl dijo al sacerdote:
«Retira tu mano.»
20 Saúl y toda la tropa que estaba con él se
reunieron y llegaron al campo de batalla, y he aquí que la espada
de cada uno se volvía contra el otro, ¡un enorme desconcierto!
21 Los hebreos que de antes estaban al servicio de
los filisteos y que habían subido con ellos al campamento, también
desertaron y se pasaron a los israelitas que estaban con Saúl y Jonatán.
22 Todos los israelitas que se habían escondido en la
montaña de Efraím, al saber que los filisteos huían, los persiguieron
hostigándolos.
23 Aquel día Yahveh dio la victoria a Israel. El
combate se extendió más allá de Bet Jorón.
24 Los hombres de Israel estaban en gran apuro aquel
día y Saúl pronunció una imprecación sobre el pueblo: «Maldito el
hombre que coma algo antes del anochecer, antes que me haya vengado de
mis enemigos.» Y nadie del pueblo probó bocado.
25 Había, pues, un panal de miel por el suelo,
26 y el pueblo llegó al panal cuando la miel estaba
destilando, pero nadie se llevó la mano a su boca, porque el
pueblo temía la imprecación.
27 Jonatán no había oído la imprecación que su padre
había pronunciado sobre el pueblo y alargó la punta de la vara
que tenía en la mano, la metió en el panal y después llevó la mano a su
boca y le brillaron los ojos.
28 Uno del pueblo le habló diciendo: «Tu padre ha
pronunciado solemnemente esta imprecación sobre el pueblo; ha
dicho “Maldito el hombre que coma hoy algo.”»
29 Jonatán respondió: «Mi padre ha causado un
trastorno al país. Ved cómo tengo los ojos más brillantes por
haber tomado este poco de miel.
30 Pues si la tropa hubiese comido hoy del botín
tomado al enemigo ¿no hubiera sido mayor el estrago de los filisteos?»
31 Aquel día fueron batidos los filisteos desde
Mikmás hasta Ayyalón y la gente quedó extenuada.
32 La tropa se arrojó sobre el botín y tomando ganado
menor, bueyes y terneros, los inmoló sobre el suelo y lo comieron
con la sangre.
33 Avisaron a Saúl: «El pueblo está pecando contra
Yahveh comiendo la sangre.» El entonces dijo: «Habéis sido infieles.
Rodadme hasta aquí una piedra grande.»
34 Luego dijo: «Repartíos entre el pueblo y decidles:
que cada uno traiga su buey o su carnero; los inmolaréis aquí y
comeréis, sin pecar contra Yahveh por comerlo con sangre.» Todos los
hombres llevaron cada cual lo que tenía aquella noche y lo inmolaron
allí.
35 Alzó Saúl un altar a Yahveh; este fue el primer
altar que edificó.
36 Saúl dijo: «Bajemos durante la noche en
persecución de los filisteos y saqueémoslos hasta el amanecer; no
dejaremos ni un solo hombre.» Le respondieron: «Haz lo que mejor
te parezca.» Pero el sacerdote dijo: «Acerquémonos aquí a Dios.»
37 Consultó Saúl a Dios: «¿Bajaré en persecución de
los filisteos? ¿Los entregarás en manos de Israel?» Pero no respondió
en aquella ocasión.
38 Entonces dijo Saúl: «Acercaos aquí todos los
principales del pueblo. Investigad en qué ha consistido el pecado de
hoy.
39 ¡Vive Yahveh! que ha salvado a Israel, que aunque
se trate de mi hijo Jonatán, morirá sin remisión.» Nadie del pueblo se
atrevió a responderle.
40 Dijo a todo Israel: «Poneos a un lado, y yo y mi
hijo Jonatán nos pondremos al otro», y el pueblo respondió a Saúl: «Haz
lo que mejor te parezca.»
41 Dijo entonces Saúl: «Yahveh Dios de Israel, ¿por
qué no respondes hoy a tu siervo? Si el pecado es mío o de mi
hijo Jonatán, Yahveh Dios de Israel, da urim; si el pecado
es de tu
pueblo Israel, da tummim .» Fueron señalado Saúl y Jonatán,
quedando
libre el pueblo.
42 Saúl dijo: «Sortead entre mi hijo Jonatán y yo»; y
fue señalado Jonatán.
43 Dijo entonces Saúl a Jonatán: «Cuéntame lo que has
hecho.» Jonatán respondió: «No he hecho más que probar un poco de miel
con la punta de la vara que tenía en la mano. Estoy dispuesto a morir.»
44 Saúl replicó: «Que Dios me haga esto y me añada
esto otro si no mueres, Jonatán.»
45 Pero el pueblo dijo a Saúl: «¿Es que va a morir
Jonatán siendo él quien ha conseguido esta gran victoria en Israel?
¡Dios nos libre! ¡Vive Yahveh! que no caerá en tierra ni un cabello de
su cabeza, porque con ayuda de Dios lo hizo.» Así rescató el pueblo a
Jonatán y no murió.
46 Regresó Saúl de la persecución de los filisteos y
los filisteos alcanzaron su país.
47 Cuando Saúl se constituyó rey sobre Israel guerreó
por todas partes contra todos sus enemigos: contra Moab, los ammonitas,
Edom, el rey de Sobá y los filisteos; doquiera se dirigía resultaba
vencedor.
48 Hizo proezas de valor, batió a los amalecitas y
libró a Israel del poder de los que le saqueaban.
49 Los hijos de Saúl fueron: Jonatán, Isyó y Malki
Súa. Los nombres de sus dos hijas eran: Merab la mayor y Mikal la más
pequeña.
50 La mujer de Saúl se llamaba Ajinoam, hija de
Ajimaas. El jefe de su ejército se llamaba Abner, hijo de Ner, tío de
Saúl:
51 Quis, padre de Saúl, y Ner, padre de Abner, eran
hijos de Abiel.
52 Hubo una guerra encarnizada contra los filisteos
toda la vida de Saúl. En cuanto Saúl veía un hombre fuerte y valeroso,
se lo incorporaba.
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1 Samuel 15
1 Samuel dijo a Saúl: «Yahveh me ha enviado para
consagrarte rey sobre su pueblo Israel. Escucha, pues, las palabras de
Yahveh:
2 Esto dice Yahveh Sebaot: He decidido castigar lo
que Amalec hizo a Israel, cortándole el camino cuando subía de Egipto.
3 Ahora, vete y castiga a Amalec, consagrándolo al
anatema con todo lo que posee, no tengas compasión de él, mata hombres
y mujeres, niños y lactantes, bueyes y ovejas, camellos y asnos.»
4 Convocó Saúl al pueblo y le pasó revista en Telam:
200.000 infantes y 10.000 hombres de Judá.
5 Avanzó Saúl hasta la capital de Amalec y se emboscó
en el barranco.
6 Dijo Saúl a los quenitas: «Marchaos, apartaos de
los amalecitas, no sea que os haga desaparecer con ellos, pues os
portasteis bien con todos los israelitas cuando subían de Egipto»; y
los quenitas se apartaron de los amalecitas.
7 Batió Saúl a los amalecitas desde Javilá, en
dirección de Sur que está al este de Egipto.
8 Capturo vivo a Agag, rey de los amalecitas, y pasó
a todo el pueblo a filo de espada en cumplimiento del anatema.
9 Pero Saúl y la tropa perdonaron a Agag y a lo más
escogido del ganado mayor y menor, las reses cebadas y los corderos y
todo lo bueno. No quisieron consagrarlo al anatema, pero consagraron al
anatema toda la hacienda vil y sin valor.
10 Le fue dirigida la palabra de Dios a Samuel
diciendo:
11 «Me arrepiento de haber dedo la realeza a Saúl,
porque se ha apartado de mí y no ha ejecutado mis órdenes.» Se conmovió
Samuel y estuvo clamando a Yahveh toda la noche.
12 Se levantó Samuel por la mañana al encuentro de
Saúl. Avisaron a Samuel: «Saúl ha ido a Carmelo y se ha erigido un
monumento; después ha seguido y ha bajado a Guilgal.»
13 Llegó Samuel donde Saúl y éste dijo: «Bendito seas
de Yahveh. Ya he ejecutado la orden de Yahveh.»
14 Pero Samuel preguntó: «¿Y qué son esos balidos que
vienen a mis oídos y esos mugidos que oigo?»
15 Respondió Saúl: «Los hemos traído de Amalec porque
el pueblo ha perdonado lo mejor del ganado mayor y menor con intención
de ofrecerlo en sacrificio a Yahveh tu Dios. Cuanto a lo demás, lo
hemos entregado al anatema.»
16 Pero Samuel dijo a Saúl: «Basta ya y deja que te
anuncie lo que Yahveh me ha revelado esta noche.» El le dijo:
«Habla.»
17 Entonces Samuel dijo: «Aunque tú eres pequeño a
tus propios ojos ¿no eres el jefe de las tribus de Israel? Yahveh te ha
ungido rey de Israel.
18 Yahveh te ha enviado por el camino y te ha dicho:
“Vete, y consagra al anatema a estos pecadores, los amalecitas, hazles
la guerra hasta el exterminio”.
19 Por qué no has escuchado a Yahveh? ¿Por qué te has
lanzado sobre el botín y has hecho lo que desagrada a Yahveh?»
20 Saúl respondió a Samuel: «¡Yo he obedecido a
Yahveh! Anduve por el camino por el que me envió, he traído a Agag, rey
de Amalec, y he entregado al anatema a los amalecitas.
21 Del botín, el pueblo ha tomado el ganado mayor y
menor, lo mejor del anatema, para sacrificarlo a Yahveh tu Dios
en Guilgal.»
22 Pero Samuel dijo: ¿Acaso se complace Yahveh en los
holocaustos y sacrificios como en la obediencia a la palabra de Yahveh?
Mejor es obedecer que sacrificar, mejor la docilidad que la grasa de
los carneros.
23 Como pecado de hechicería es la rebeldía, crimen
de terafim la contumacia. Porque has rechazado la palabra de Yahveh, él
te rechaza para que no seas rey.
24 Saúl dijo a Samuel: «He pecado traspasando la
orden de Yahveh y tus mandatos, porque tuve miedo al pueblo y le
escuché.
25 Ahora, pues, perdona mi pecado, por favor, y ven
conmigo para que adore a Yahveh.»
26 Pero Samuel respondió a Saúl: «No iré más contigo;
ya que has rechazado la palabra de Yahveh, Yahveh te ha rechazado para
que no seas rey de Israel.»
27 Y como Samuel se volviera para marcharse, le asió
Saúl el extremo del manto, que se desgarró,
28 y Samuel dijo: «Hoy te ha desgarrado Yahveh el
reino de Israel y se lo ha dado a otro mejor que tú.»
29 (Y la Gloria de Israel no miente ni se arrepiente,
porque no es un hombre para arrepentirse).
30 Saúl dijo: «He pecado, pero, con todo, te ruego
que me honres ahora delante de los ancianos de mi pueblo y
delante de Israel y vengas conmigo para que adore a Yahveh tu
Dios.»
31 Volvió Samuel con Saúl y éste adoró a Yahveh.
32 Después dijo Samuel: «Traedme a Agag, rey de los
amalecitas», y vino Agag hacia él y se resistía diciendo: «En verdad es
amarga la muerte.»
33 Samuel dijo: «Como tu espada ha privado a las
mujeres de sus hijos, así entre las mujeres, privada de su hijo será
tu madre», y Samuel despedazó a Agag ante Yahveh en
Guilgal.
34 Partió Samuel para Ramá, y Saúl subió a su casa en
Guibeá de Saúl.
35 Samuel no vio más a Saúl hasta el día de su
muerte. Y lloraba Samuel por Saúl, pero Yahveh se había arrepentido de
haberle hecho rey de Israel.
INICIO
1 Samuel 16
1 Dijo Yahveh a Samuel: «¿Hasta cuándo vas a estar
llorando por Saúl, después que yo le he rechazado para que no reine
sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite y vete. Voy a enviarte a Jesé,
de Belén, porque he visto entre sus hijos un rey para mí.»
2 Samuel replicó: «¿Cómo voy a ir? Se enterará Saúl y
me matará.» Respondió Yahveh: «Lleva contigo una becerra y di: “He
venido a sacrificar a Yahveh.”
3 Invitarás a Jesé al sacrificio y yo te indicaré lo
que tienes que hacer, y me ungirás a aquel que yo te diga.»
4 Hizo Samuel lo que Yahveh le había ordenado y se
fue a Belén. Salieron temblando a su encuentro los ancianos de la
ciudad y le preguntaron: «¿Es de paz tu venida, vidente?»
5 Samuel respondió: «Sí; he venido a sacrificar a
Yahveh. Purificaos y venid conmigo al sacrificio.» Purificó a Jesé y a
sus hijos y les invitó al sacrificio.
6 Cuando ellos se presentaron vio a Eliab y se dijo:
«Sin duda está ante Yahveh su ungido.»
7 Pero Yahveh dijo a Samuel: «No mires su apariencia
ni su gran estatura, pues yo le he descartado. La mirada de Dios no es
como la mirada del hombre, pues el hombre mira las apariencias, pero
Yahveh mira el corazón.»
8 Llamó Jesé a Abinadab y le hizo pasar ante Samuel,
que dijo: «Tampoco a éste ha elegido Yahveh.»
9 Jesé hizo pasar a Sammá, pero Samuel dijo: «Tampoco
a éste ha elegido Yahveh.»
10 Hizo pasar Jesé a sus siete hijos ante Samuel,
pero Samuel dijo: «A ninguno de éstos ha elegido Yahveh.»
11 Preguntó, pues, Samuel a Jesé: «¿No quedan ya más
muchachos?» El respondió: «Todavía falta el más pequeño, que está
guardando el rebaño.» Dijo entonces Samuel a Jesé: «Manda que lo
traigan, porque no comeremos hasta que haya venido.»
12 Mandó, pues, que lo trajeran; era rubio, de bellos
ojos y hermosa presencia. Dijo Yahveh: «Levántate y úngelo, porque éste
es.»
13 Tomó Samuel el cuerno de aceite y le ungió en
medio de sus hermanos. Y a partir de entonces, vino sobre David
el espíritu de Yahveh. Samuel se levantó y se fue a Ramá.
14 El espíritu de Yahveh se había apartado de Saúl y
un espíritu malo que venía de Yahveh le perturbaba.
15 Dijéronle, pues, los servidores de Saúl: «Mira, un
espíritu malo de Dios te aterroriza;
16 permítenos, señor, que tus siervos que están en tu
presencia te busquen un hombre que sepa tocar la cítara, y cuando te
asalte el espíritu malo de Dios tocará y te hará bien.»
17 Dijo Saúl a sus servidores: «Buscadme, pues, un
hombre que sepa tocar bien y traédmelo.»
18 Tomó la palabra uno de los servidores y dijo: «He
visto a un hijo de Jesé el belemita que sabe tocar; es valeroso, buen
guerrero, de palabra amena, de agradable presencia y Yahveh está con
él.»
19 Despachó Saúl mensajeros a Jesé que le dijeran:
«Envíame a tu hijo David, el que está con el rebaño.»
20 Tomó Jesé cinco panes, un odre de vino y un
cabrito y lo envió a Saúl con su hijo David.
21 Llegó David donde Saúl y se quedó a su servicio.
Saúl le cobró mucho afecto y le hizo su escudero.
22 Mandó Saúl a decir a Jesé: «Te ruego que tu hijo
David se quede a mi servicio, porque ha hallado gracia a mis ojos.»
23 Cuando el espíritu de Dios asaltaba a Saúl, tomaba
David la cítara, la tocaba, Saúl, encontraba calma y bienestar y
el espíritu malo se apartaba de él.
INICIO
1 Samuel 17
1 Reunieron los filisteos sus tropas para la guerra y
se concentraron en Soko de Judá, acampando entre Soko y Azeca, en Efes
Dammim.
2 Se reunieron Saúl y los hombres de Israel,
acamparon en el valle del Terebinto y se ordenaron en batalla frente a
los filisteos.
3 Ocupaban los filisteos una montaña por un lado y
los israelitas ocupaban la montaña frontera, quedando el valle
por medio.
4 Salió de las filas de los filisteos un hombre de
las tropas de choque, llamado Goliat, de Gat, de seis codos y un palmo
de estatura;
5 tenía un yelmo de bronce sobre su cabeza y estaba
revestido de una coraza de escamas, siendo el peso de la coraza 5.000
siclos de bronce.
6 Tenía en las piernas grebas de bronce y una
jabalina de bronce entre los hombros.
7 El asta de su lanza era como enjullo de tejedor y
la punta de su lanza pesaba seiscientos siclos de hierro. Su
escudero le precedía.
8 Goliat se plantó y gritó a las filas de Israel
diciéndoles: «¿Para qué habéis salido a poneros en orden de batalla?
¿Acaso no soy yo filisteo y vosotros servidores de Saúl? Escogeos un
hombre y que baje contra mí.
9 Si es capaz de pelear conmigo y me mata, seremos
vuestros esclavos pero si yo le venzo y le mato, seréis nuestros
esclavos y nos serviréis.»
10 Y añadió el filisteo: «Yo desafío hoy a las filas
de Israel; dadme un hombre y lucharemos mano a mano.»
11 Oyó Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo
y se consternaron y se llenaron de miedo.
12 Era David hijo de un efrateo de Belén de Judá,
llamado Jesé, que tenía ocho hijos. En tiempo de Saúl este hombre era
ya anciano, muy entrado en años.
13 Los tres hijos mayores de Jesé se fueron a la
guerra con Saúl; el nombre de los tres hijos suyos que marcharon a la
guerra era Eliab, el primogénito, Abinadab, el segundo, y Sammá, el
tercero.
14 David era el más pequeño; cuanto a los tres
mayores, habían seguido a Saúl.
15 (David alternaba sus viajes al campamento de Saúl
con el cuidado del rebaño de su padre en Belén).
16 El filisteo se acercaba mañana y tarde y se
presentó así durante cuarenta días.
17 Jesé dijo a su hijo David: «Lleva a tus hermanos
esta medida de trigo tostado y estos diez panes y corre al campamento a
donde tus hermanos.
18 Y estos diez requesones llévalos al jefe de
millar; entérate de la salud de tus hermanos y toma señal de recibo de
ellos.
19 Están Saúl, ellos y todos los hombres de Israel en
el valle del Terebinto, guerreando con los filisteos.»
20 Se levantó David de madrugada, dejó el rebaño al
guarda y, tomado las cosas, se fue como le había mandado Jesé, y llegó
al círculo del campamento justo cuando salía el ejército para ordenarse
en batalla, lanzando el grito de guerra.
21 Israel y los filisteos se pusieron en orden de
batalla, fila contra fila.
22 Dejó David las cosas en manos del guardia de la
impedimenta y corrió a las filas y fue a preguntar a sus hermanos cómo
estaban.
23 Mientras hablaba con ellos el hombre de las tropas
de choque, llamado Goliat, el filisteo de Gat, subía de las filas de
los filisteos, diciendo las mismas palabras, y le oyó David.
24 En viéndole todos los hombres de Israel huyeron
delante de él, llenos de miedo.
25 Los hombres de Israel decían: «¿Habéis visto a
este hombre que sube? Sube a provocar a Israel. A quien lo mate
colmará el rey de grandes riquezas y le dará su hija y librará de
tributo la casa de su padre en Israel.»
26 Preguntó, pues, David a los hombres que estaban a
su lado: «¿Qué se hará al hombre que mate a ese filisteo y aparte la
afrenta de Israel? Pues ¿quién es ese filisteo incircunciso para
injuriar a las huestes de Dios vivo?»
27 Y el pueblo le repitió las mismas palabras: «Así
se hará al hombre que lo mate.»
28 Se enteró Eliab, su hermano mayor, de su pregunta
a los hombres y se encendió en cólera Eliab contra David, y le dijo:
«¿Para qué has bajado, y a quién has dejado aquel pequeño rebaño en el
desierto? Ya sé yo tu atrevimiento y la maldad de tu corazón. Has
bajado para ver la batalla.»
29 Respondió David: «Pues ¿qué he hecho yo? ¿es que
uno no puede hablar?»
30 Y volviéndose se dirigió a otro y preguntó lo
mismo y la gente le respondió como la primera vez.
31 Fueron oídas las palabras que decía David y se lo
contaron a Saúl, que le hizo venir.
32 Dijo David a Saúl: «Que nadie se acobarde por ése.
Tu siervo irá a combatir con ese filisteo.»
33 Dijo Saúl a David: «No puedes ir contra ese
filisteo para luchar con él, porque tú eres un niño y él es hombre de
guerra desde su juventud.»
34 Respondió David a Saúl: «Cuando tu siervo estaba
guardando el rebaño de su padre y venía el león o el oso y se llevaba
una oveja del rebaño,
35 salía tras él, le golpeaba y se la arrancaba de
sus fauces, y si se revolvía contra mí, lo sujetaba por la quijada y lo
golpeaba hasta matarlo.
36 Tu siervo ha dado muerte al león y al oso, y ese
filisteo incircunciso será como uno de ellos, pues ha insultado a las
huestes de Dios vivo.»
37 Añadió David: «Yahveh que me ha librado de las
garras del león y del oso, me librará de la mano de ese filisteo.» Dijo
Saúl a David: «Vete, y que Yahveh sea contigo.»
38 Mandó Saúl que vistieran a David con sus propios
vestidos y le puso un casco de bronce en la cabeza y le cubrió con una
coraza.
39 Ciñó a David su espada sobre su vestido. Intentó
David caminar, pues aún no estaba acostumbrado, y dijo a Saúl: «No
puedo caminar con esto, pues nunca lo he hecho.» Entonces se lo
quitaron.
40 Tomó su cayado en la mano, escogió en el torrente
cinco cantos lisos y los puso en su zurrón de pastor, en su morral , y
con su honda en la mano se acercó al filisteo.
41 El filisteo fue avanzando y acercándose a David,
precedido de su escudero.
42 Volvió los ojos el filisteo, y viendo a David, lo
despreció, porque era un muchacho rubio y apuesto.
43 Dijo el filisteo a David: «¿Acaso soy un perro,
pues vienes contra mí con palos?» Y maldijo a David el filisteo
por sus dioses,
44 y dijo el filisteo a David: «Ven hacia mí y daré
tu carne a las aves del cielo y a las fieras del campo.»
45 Dijo David al filisteo: «Tú vienes contra mí con
espada, lanza y jabalina, pero yo voy contra ti en nombre de Yahveh
Sebaot, Dios de los ejércitos de Israel, a los que has desafiado.
46 Hoy mismo te entrega Yahveh en mis manos, te
mataré y te cortaré la cabeza y entragaré hoy mismo tu cadáver y
los cadáveres del ejército filisteo a las aves del cielo y a las
fieras de la tierra, y sabrá toda la tierra que hay Dios para Israel.
47 Y toda esta asamblea sabrá que no por la espada ni
por la lanza salva Yahveh, porque de Yahveh es el combate y os entrega
en nuestras manos.»
48 Se levantó el filisteo y fue acercándose al
encuentro de David; se apresuró David, salió de las filas y
corrió al encuentro del filisteo.
49 Metió su mano David en su zurrón, sacó de él una
piedra, la lanzó con la honda e hirió al filisteo en la frente; la
piedra se clavó en su frente y cayó de bruces en tierra.
50 Y venció David al filisteo con la honda y la
piedra; hirió al filisteo y le mató sin tener espada en su mano.
51 Corrió David, se detuvo sobre el filisteos y
tomando la espada de éste de sacó de su vaina, le mató y le cortó
la cabeza. Viendo los filisteos que había muerto su campeón, huyeron.
52 Se levantaron los hombres de Israel y de Judá y,
lanzando el grito de guerra, persiguieron a los filisteos hasta la
entrada de Gat y hasta las puertas de Ecrón. Los cadáveres de los
filisteos cubrían el camino, desde Saaráyim hasta Gat y Ecrón.
53 Cuando los hijos de Israel regresaron de perseguir
sañudamente a los filisteos, saquearon el campamento.
54 Tomó David la cabeza del filisteo, y la llevó a
Jerusalén; pero sus armas las colocó en su tienda.
55 Cuando Saúl vio a David salir al encuentro del
filisteo, preguntó a Abner, jefe del ejército: «¿De quién es hijo este
muchacho, Abner?» Abner respondió: «Por tu vida, oh rey, que no lo sé.»
56 El rey dijo: «Pregunta de quién es hijo este
muchacho.»
57 Cuando volvió David de matar al filisteo, le tomó
Abner y le llevó ante Saúl con la cabeza del filisteo en la mano .
58 Saúl le preguntó: «¿De quién eres hijo, muchacho?»
David respondió: «De tu siervo Jesé, de Belén.»
INICIO
1 Samuel 18
1 En acabando de hablar David a Saúl, el alma de
Jonatán se apegó al alma de David, y le amó Jonatán como a sí mismo.
2 Le retuvo Saúl aquel día y no le permitió regresar
a casa de su padre.
3 Hizo Jonatán alianza con David, pues le amaba como
a sí mismo.
4 Se quitó Jonatán el manto que llevaba y se lo dio a
David, su vestido y también su espada, su arco y su cinturón.
5 David lograba éxito en todas las campañas que Saúl
le encomendaba, y le puso Saúl al frente de hombres de guerra, y se
hizo querer de todo el pueblo, también de los servidores de Saúl.
6 A su regreso, cuando volvió David de matar al
filisteo, salían las mujeres de todas la ciudades de Israel al
encuentro del rey Saúl para cantar danzando al son de adufes y
triángulos con cantos de alegría.
7 Las mujeres, danzando, cantaban a coro: «Saúl mató
sus millares y David sus miríadas.
8 Irritóse mucho Saúl y le disgustó el suceso, pues
decía: «Dan miríadas a David y a mí millares; sólo le falta ser rey.»
9 Y desde aquel día en adelante miraba Saúl a David
con ojos de envidia.
10 Al día siguiente se apoderó de Saúl un espíritu
malo de Dios y deliraba en medio de la casa; David tocaba como
otras veces. Tenía Saúl la lanza en la mano.
11 Blandió Saúl la lanza y dijo: «Voy a clavar a
David en la pared.» Pero David le esquivó dos veces.
12 Temía Saúl a David porque Yahveh estaba con David
y de Saúl se había apartado
13 y le alejó Saúl de junto a sí, nombrándole jefe de
mil y entraba y salía a la cabeza de la tropa.
14 David ejecutaba con éxito todas sus empresas y
Yahveh estaba con él.
15 Viendo Saúl que tenía mucho éxito le temió.
16 Todo Israel y Judá quería a David, pues salía y
entraba a la cabeza de ellos.
17 Dijo Saúl a David: «Voy a darte por mujer a mi
hija mayor Merab, tan sólo con que me seas valeroso y luches las
batallas de Yahveh.» Saúl se había dicho: «Que no muera por mi mano,
sino por mano de los filisteos.»
18 Dijo David a Saúl: «¿Quién soy yo y cuál es mi
linaje, la casa de mi padre en Israel, para ser yerno del rey?»
19 Pero cuando llegó el tiempo de entregar a Merab,
la hija de Saúl, a David, fue entregada a Adriel de Mejolá.
20 Mikal, hija de Saúl, se enamoró de David; se lo
dijeron a Saúl y le agradó la noticia.
21 Dijo Saúl: «Se la entregaré, pero será para él un
lazo, pues caerá sobre él la mano de los filisteos.» (Saúl, pues, dijo
dos veces a David: «Ahora serás mi yerno.»)
22 Ordenó Saúl a sus servidores: «Insinuad a David:
Mira que el rey te estima; también te estiman todos sus servidores;
procura ser yerno del rey.»
23 Los servidores de Saúl dijeron estas palabras a
oídos de David y David replicó: «¿Os parece sencillo ser yerno
del rey? Yo soy un hombre pobre y ruin.»
24 Comunicaron a Saúl sus servidores: «Estas palabras
ha dicho David.»
25 Respondió Saúl: «Decid así a David: No quiere el
rey dote, sino cien prepucios de filisteos para vengarse de los
enemigos del rey.» Tramaba el rey hacer sucumbir a David a manos de los
filisteos.
26 Los servidores comunicaron a David estas palabras
y la cosa pareció bien a David para llegar a ser yerno del rey. No se
había cumplido el plazo,
27 cuando se levantó David y partió con sus hombres.
Mató a los filisteos doscientos hombres y trajo David sus
prepucios que entregó cumplidamente al rey para ser yerno del
rey. Saúl le dio a su hija Mikal por mujer.
28 Temió Saúl, pues sabía que Yahveh estaba con David
y que toda la casa de Israel le amaba.
29 Aumentó el temor de Saúl hacia David y fue siempre
hostil a David.
30 Salían los jefes de los filisteos, pero en todas
sus incursiones obtenía David más éxito que los demás servidores de
Saúl, y su nombre se hizo muy famoso.
INICIO
1 Samuel 19
1 Saúl dijo a su hijo Jonatán y a todos sus
servidores que haría morir a David; pero Jonatán, hijo de Saúl, amaba
mucho a David,
2 y avisó Jonatán a David diciéndole: «Mi padre Saúl
te busca para matarte. Anda sobre aviso mañana por la mañana; retírate
a un lugar oculto y escóndete.
3 Yo saldré y estaré junto a mi padre en el campo,
donde tú estés, y hablaré por ti a mi padre; veré lo que hay y te
avisaré.»
4 Habló Jonatán a Saúl su padre en favor de David y
dijo: «No peque el rey contra su siervo David, porque él no ha
pecado contra ti, sino que te ha hecho grandes servicios.
5 Puso su vida en peligro, mató al filisteo y
concedió Yahveh una gran victoria para todo Israel. Tú lo viste y te
alegraste. ¿Por qué, pues, vas a pecar contra sangre inocente haciendo
morir a David sin motivo?»
6 Escuchó Saúl las palabras de Jonatán y juró: «¡Vive
Yahveh!, no morirá.»
7 Llamó entonces Jonatán a David, le contó todas
estas palabras y llevó a David donde Saúl, y se quedó a su servicio
como antes.
8 Reanudada la guerra, partió David para combatir a
los filisteos, les causó una gran derrota y huyeron ante él.
9 Se apoderó de Saúl un espíritu malo de Yahveh;
estaba sentado en medio de la casa con su lanza en su mano y
David tocaba.
10 Intentó Saúl clavar con su lanza a David en la
pared; esquivó David a Saúl y la lanza se clavó en la pared; huyó David
y se puso a salvo. Aquella misma noche
11 envió Saúl gente a la casa de David para vigilarle
y matarle por la mañana, pero su mujer Mikal advirtió a David: «Si no
te pones a salvo esta misma noche, mañana morirás.»
12 Mikal hizo bajar a David por la ventana. El partió
y huyó poniéndose a salvo.
13 Tomó Mikal uno de los terafim y lo puso en el
lecho, colocó una estera de pelos de cabra a la cabecera y la cubrió
con un vestido.
14 Cuando Saúl mandó gente para prender a David, ella
dijo: «Está enfermo.»
15 Pero Saúl envió de nuevo los emisarios para ver a
David y les dijo: «Traédmelo en su lecho, para matarlo.»
16 Entraron los enviados y hallaron un terafim en el
lecho y la estera de pelos de cabra en la cabecera.
17 Dijo Saúl a Mikal: «¿Por qué me has engañado y has
dejado escapar a mi enemigo para que se salve?» Respondió Mikal a Saúl:
«El me dijo: déjame escapar o te mato.»
18 Huyó, pues, David y se puso a salvo, yéndose a
donde Samuel, en Ramá, y le contó cuanto Saúl le había hecho. Después,
él y Samuel se fueron a habitar en las celdas.
19 Avisaron a Saúl: «Mira, David está en las celdas
de Ramá.»
20 Mandó Saúl emisarios para prender a David; vieron
éstos la agrupación de los profetas en trance de profetizar, con
Samuel a la cabeza. Vino sobre los emisarios de Saúl el espíritu de
Dios y también ellos se pusieron en trance.
21 Se lo comunicaron a Saúl y envió nuevos emisarios
que también se pusieron en trance. Saúl volvió a enviar mensajeros por
tercera vez y también éstos se pusieron en trance.
22 Entonces partió él mismo para Ramá y llegó a la
gran cisterna de la era que está en Seku y preguntó: «¿Dónde están
Samuel y David?», y le dijeron: «Están en las celdas de Ramá.»
23 Se fue de allí a las celdas de Ramá y vino también
sobre él el espíritu de Dios e iba caminando en trance hasta que llegó
a las celdas de Ramá.
24 También él se quitó sus vestidos y se puso en
trance profético ante Samuel, y quedó desnudo en tierra todo aquel día
y toda aquella noche, por lo que se suele decir: «¿Conque también Saúl
entre los profetas?»
INICIO
1 Samuel 20
1 Huyó David de las celdas de Ramá y se fue a decir a
Jonatán: «¿Qué he hecho, cuál es mi falta y en qué he pecado contra tu
padre para que busque mi muerte?»
2 Jonatán le dijo: «De ninguna manera, no morirás. Mi
padre no hace ninguna cosa, grande o pequeña, sin descubrírmela; ¿por
qué me había de ocultar mi padre este asunto? ¡No puede ser!»
3 Pero David volvió a jurar: «Save muy bien tu padre
que me tienes mucho afecto y se ha dicho: “Que no lo sepa Jonatán para
que no se apene.” Y, con todo, por Yahveh y por tu vida, que no hay más
que un paso entre yo y la muerte.»
4 Dijo Jonatán a David: «Dime lo que deseas y te lo
haré.»
5 Dijo David a Jonatán: «Mira, mañana es el
novilunio; yo tendría que sentarme con el rey a comer, pero tú me
dejarás marchar y me esconderé en el campo hasta la noche.
6 Si tu padre nota mi ausencia, dirás: “David me ha
pedido con insistencia que le deje hacer una escapada a Belén, su
ciudad, porque se celebra el sacrificio anual de toda la familia.”
7 Si tu padre dice: “Está bien,” tu siervo está a
salvo; pero si se enfurece, sabrás que por su parte está decretada la
ruina.
8 Haz este favor a tu siervo ya que hiciste que tu
siervo estableciera contigo alianza de Yahveh; si hay falta en
mí, dame tú mismo la muerte; ¿para qué llevarme hasta tu padre?»
9 Respondió Jonatán: «¡Lejos de ti! Si yo supiera con
certeza que por parte de mi padre está decretado que venga la ruina
sobre ti, ¿no te lo avisaría?»
10 Respondió David a Jonatán: «¿Quién me avisará si
tu padre te responde con aspereza?»
11 Respondió Jonatán a David: «Ven, salgamos al
campo.» Y salieron ambos al campo.
12 Dijo Jonatán a David: «Por Yahveh, Dios de Israel,
te juro que mañana a esta misma hora sondearé a mi padre; si la cosa se
pone bien para David y no envío quien te lo haga saber,
13 que Yahveh haga esto a Jonatán y añada esto otro.
Si mi padre decide hacerte mal, te lo haré saber para que te pongas a
salvo y vayas en paz. Y que Yahveh sea contigo como lo fue con mi padre.
14 Si para entonces estoy vivo todavía, usa conmigo
la bondad de Yahveh y, si muerto,
15 nunca apartes tu misericordia de mi casa. Y cuando
Yahveh haya exterminado a los enemigos de David de la faz de la tierra,
16 que no sea exterminado Jonatán con la casa de
Saúl; de lo contrario, que Yahveh pida cuentas a David.»
17 Juró de nuevo Jonatán a David por el amor que le
tenía, pues le amaba como a sí mismo.
18 Jonatán le dijo: «Mañana es novilunio y se notará
tu ausencia, porque mirarán tu asiento.
19 Pasado mañana se notará más; tú irás al sitio en
que te escondiste el día del suceso aquel, y te pones junto a la loma
que tú sabes.
20 Ese mismo día iré a lanzar flechas por esa parte,
como para tirar al blanco.
21 Mandaré al muchacho: “Anda, busca la flecha.” Si
digo al muchacho: “La flecha está más acá de ti, tómala,” vienes,
porque todo va bien para ti y no hay nada, por Yahveh.
22 Pero si digo al muchacho: “La flecha está más allá
de ti,” vete, porque Yahveh quiere que te vayas.
23 Cuanto a la palabra que tú y yo tenemos hablada,
mira, Yahveh está entre los dos para siempre.»
24 David se escondió en el campo. Llegado el
novilunio, el rey se puso a la mesa para comer.
25 Se sentó el rey en su asiento, como de costumbre,
en el asiento de la pared; Jonatán se sentó enfrente y Abner al
lado de Saúl; el asiento de David quedó vacío.
26 Saúl no dijo nada aquel día, porque pensó: «Será
un accidente, no estará puro por no haberse purificado.»
27 Al día siguiente del novilunio, el segundo día, se
fijaron en el asiento de David, y Saúl dijo a su hijo Jonatán: ¿Por qué
no ha venido a comer ni ayer ni hoy el hijo de Jesé?»
28 Jonatán respondió a Saúl: «David me pidió con
insistencia poder ir a Belén.
29 Me dijo: “Déjame ir, por favor, porque es nuestro
sacrificio de familia en la ciudad y mis hermanos me han reclamado. Así
que, si he hallado gracia a tus ojos, déjame hacer una escapada para
ver a mis hermanos.” Por esto no ha venido a la mesa del rey.»
30 Se encendió la cólera de Saúl contra Jonatán y le
dijo: «¡Hijo de una perdida! ¿Acaso no sé yo que prefieres al hijo de
Jesé para vergüenza tuya y vergüenza de la desnudez de tu madre?
31 Pues mientras viva sobre el suelo el hijo de Jesé,
no estarás a salvo ni tú ni tu realeza; así que manda a buscarlo y
tráemelo, porque es reo de muerte.»
32 Respondió Jonatán a su padre Saúl y le dijo: «¿Por
qué ha de morir? ¿Qué ha hecho?»
33 Blandió Saúl su lanza contra él para herirle y
comprendió Jonatán que por parte de su padre la muerte de David era
cosa decidida.
34 Se levantó Jonatán de la mesa ardiendo en ira y no
comió el segundo día del novilunio, pues estaba afligido por
David, porque su padre le había injuriado.
35 A la mañana siguiente salió Jonatán con un
muchacho al campo, a la hora acordada con David.
36 Dijo al muchacho: «Corre a buscar las flechas que
voy a tirar.» Corrió el muchacho, y entonces Jonatán lanzó las flechas
más allá de él.
37 Cuando el muchacho llegaba al lugar donde había
lanzado la flecha Jonatán, éste gritó detrás de él: «¿ Acaso no está la
flecha más allá de ti?»,
38 y siguió gritando detrás del muchacho: «Pronto,
date prisa, no te detengas.» Tomó el muchacho de Jonatán la flecha y
volvió donde su señor.
39 El muchacho no se enteró de nada. Solamente lo
entendían Jonatán y David.
40 Dio Jonatán sus armas al muchacho que estaba con
él y le dijo: «Anda, llévalas a la ciudad.»
41 Se marchó el muchacho y David se levantó de junto
a la loma y, cayendo sobre su rostro en tierra, se postró tres veces.
Se abrazaron los dos y lloraron copiosamente.
42 Dijo Jonatán a David: Vete en paz, ya que nos
hemos jurado en nombre de Yahveh: “Que Yahveh esté entre tú y yo, entre
mi descendencia y la tuya para siempre.”»
INICIO
1 Samuel 21
1 Se levantó David y se fue, y Jonatán volvió a la
ciudad.
2 Llegó David a Nob, donde el sacerdote Ajimélek;
vino Ajimélek temblando al encuentro de David y le preguntó: « Por qué
vienes solo y no hay nadie contigo?»
3 Respondió David al sacerdote Ajimélek: «El rey me
ha dado una orden y me ha dicho: «Que nadie sepa el asunto a que te
mando y lo que te ordeno.» A los muchachos los he citado en tal lugar.
4 Así pues, ¿qué tienes a mano? Dame cinco panes o lo
que haya.»
5 Respondió el sacerdote a David: «No tengo a mano
pan profano, pero hay pan consagrado, si es que los muchachos se han
abstenido al menos del trato con mujeres.»
6 Respondió David al sacerdote:» Ciertamente que la
mujer nos está prohibida, como siempre que salgo a campaña, y los
cuerpos de los muchachos están puros; aunque es un viaje profano,
cierto que hoy sus cuerpos están puros.»
7 Diole entonces el sacerdote panes consagrados,
porque no había allí otro pan sino el pan de la presencia, el retirado
de delante de Yahveh para colocar pan reciente el día que tocaba
retirarlo.
8 Estaba allí aquel día uno de los servidores de
Saúl, detenido ante Yahveh; se llamaba Doeg, edomita, el más robusto de
los pastores de Saúl.
9 Dijo David a Ajimélek: «¿No tienes aquí a mano una
lanza o una espada? Porque ni siquiera he cogido mi espada y mis armas,
pues urgía la orden del rey.»
10 Respondió el sacerdote: «Ahí está la espada de
Goliat el filisteo que mataste en el valle del Terebinto,
envuelta en un paño detrás del efod; si la quieres tómala; fuera
de ésta, no hay otra.» Dijo David: «Ninguna mejor. Dámela.»
11 Se levantó David y huyó aquel día de Saúl, yendo
donde Akís, rey de Gat.
12 Los servidores de Akís le dijeron: «¿No es este
David, rey de la tierra? ¿No es éste a quien cantaban en corro : Saúl
mató sus millares y David sus miríadas?»
13 Meditó David estas palabras y temió mucho a Akís,
rey de Gat.
14 Y se fingió demente ante sus ojos haciéndose el
loco en medio de ellos; tamborileaba sobre el batiente de la puerta y
dejaba caer la saliva sobre su barba.
15 Dijo pues Akís a sus servidores: «Mirad, este
hombre está loco. ¿Para qué me lo habéis traído?
16 ¿Es que me hacen falta locos, que me habéis traído
a este para que haga el loco a mi costa? ¿Va a entrar éste en mi casa?»
INICIO
1 Samuel 22
1 Yéndose de allí David se refugió en la caverna de
Adullam. Lo supieron sus hermanos y toda la casa de su padre y bajaron
allí, junto a él.
2 Todos los entrampados y desesperados se unieron a
él y fue jefe de ellos. Había con él unos cuatrocientos hombres.
3 De allí se fue David a Mispé de Moab y dijo al rey
de Moab: «Permite que mi padre y mi madre se queden con vosotros hasta
que yo sepa qué va a hacer conmigo Dios.»
4 Los dejó con el rey de Moab, y se quedaron con él
todo el tiempo que David estuvo en el refugio.
5 El profeta Gad dijo a David: «No te quedes en el
refugio. Vete y penetra en las tierras de Judá.» Partió David y
entró en el bosque de Jéret.
6 Oyó Saúl que David y los hombres que estaban con él
habían sido descubiertos. Estaba Saúl en Guibeá, en el alto, debajo del
tamarisco, con la lanza en la mano, rodeado de todos sus servidores.
7 Dijo Saúl a todos los servidores que le rodeaban:
«Oídme todos, benjaminitas: ¿también a cada uno de vosotros os va a dar
el hijo de Jesé campos y viñas y os va a nombrar a todos jefes de
millares y jefes de cien,
8 pues conspiráis todos contra mí y no ha habido
quien me descubriera la alianza de mi hijo con el hijo de Jesé,
nadie que se compadeciera de mí y me avisara que mi hijo hacía que mi
servidor atentase contra mí, como ocurre hoy mismo?»
9 Respondió Doeg el edomita, que estaba entre los
servidores de Saúl: «Yo he visto al hijo de Jesé venir a Nob, donde
Ajimélek, hijo de Ajitub.
10 Consultó por él a Yahveh, le dio víveres e incluso
llegó a entregarle la espada de Goliat el filisteo.»
11 Mandó el rey llamar al sacerdote Ajimélek, hijo de
Ajitub, y a toda la casa de su padre, a los sacerdotes que había en
Nob, y vinieron todos donde el rey.
12 Dijo Saúl: «Oye, hijo de Ajitub.» Este respondió:
«Aquí estoy, mi señor.»
13 Díjole Saúl: «¿Por qué conspiráis contra mí tú y
el hijo de Jesé, pues le diste pan y una espada y consultaste a Dios
por él, para que se alzase contra mí, como ahora está sucediendo?»
14 Respondió Ajimélek al rey: «¿Y quién, entre todos
tus servidores, es como David, el fiel, el yerno del rey y el
jefe de tu guardia personal y honrado en tu propia casa?
15 ¿Es que he comenzado hoy a consultar a Dios por
él? ¡Líbreme Dios! No achaque el rey a su siervo y a toda la casa de mi
padre una cosa tal porque nada sabe tu siervo de esto, ni poco ni
mucho.»
16 Respondió el rey: «Vas a morir, Ajimélek, tú y
toda la casa de tu padre.»
17 Dijo pues el rey a los corredores que estaban a su
lado: «Acercaos y dad muerte a los sacerdotes de Yahveh porque
también su mano está con David y, sabiendo que él huía, no me lo
hicieron saber.» Pero los servidores del rey no quisieron alzar su mano
para herir a los sacerdotes de Yahveh.
18 Dijo, pues, el rey a Doeg: «Acércate tú y hiere a
los sacerdotes.» Acercóse Doeg el edomita y él mismo hirió a los
sacerdotes; mató aquel día a 85 hombres que llevaban efod de lino.
19 Saúl pasó a filo de espada a Nob, la ciudad de los
sacerdotes, hombres, mujeres, niños y lactantes, bueyes, asnos y
ovejas, todos a cuchillo.
20 Pudo escapar un hijo de Ajimélek, hijo de Ajitub,
llamado Abiatar, y huyó donde David.
21 Abiatar notificó a David que Saúl había dado
muerte a los sacerdotes de Yahveh.
22 David dijo a Abiatar: «Ya sabía yo aquel día que,
estando allí Doeg el edomita, no dejaría de avisar a Saúl. Yo soy el
responsable de todas las vidas de la casa de tu padre.
23 Quédate conmigo y no temas, que quien busca tu
muerte busca la mía, y junto a mí estarás bien custodiado.»
INICIO
1 Samuel 23
1 Avisaron a David: «Mira, los filisteos están
atacando a Queilá y han saqueado las eras.»
2 Consultó David a Yahveh: «¿Debo ir a batir a esos
filisteos?» Yahveh respondió a David: «Vete, batirás a los filisteos y
salvarás a Queilá.»
3 Dijeron a David sus hombres: «Mira, ya en Judá
estamos con temor ¿y todavía vamos a marchar a Queilá contra las
huestes de los filisteos?»
4 David consultó de nuevo a Yahveh. Yahveh respondió:
«Levántate, baja a Queilá porque he entregado a los filisteos en tus
manos.»
5 Fue David con sus hombres a Queilá, atacó a los
filisteos, se llevó sus rebaños, les causó una gran mortandad y libró
David a los habitantes de Queilá.
6 Cuando Abiatar, hijo de Ajimélek, huyó a donde
David, descendió también a Queilá, llevando en su mano el efod.
7 Se avisó a Saúl que David había entrado en Queilá y
dijo: «Dios lo ha entregado en mis manos, pues él mismo se ha encerrado
yendo a una ciudad con puertas y cerrojos.»
8 Llamó Saúl a todo el pueblo a las armas para bajar
a Queilá y cercar a David y sus hombres.
9 Supo David que Saúl tramitaba su ruina, y dijo al
sacerdote Abiatar: «Acerca el efod.»
10 Dijo David: «Yahveh, Dios de Israel, tu siervo ha
oído que Saúl intenta venir a Queilá para destruir la ciudad por mi
causa.
11 ¿Descenderá de verdad Saúl como tu siervo ha oído?
Yahveh, Dios de Israel, hazlo saber por favor a tu siervo.» Yahveh
respondió: «Bajará.»
12 Preguntó David: «¿Me entregarán los vecinos de
Queilá, a mí y a mis hombres, en manos de Saúl?» Respondió Yahveh: «Te
entregarán.»
13 Se levantó David con sus hombres, que eran unos
trescientos; salieron de Queilá, y anduvieron errando. Avisaron a Saúl
que David se había escapado de Queilá y suspendió la expedición.
14 David se asentó en el desierto, en refugios, y se
quedó en la montaña del desierto de Zif; Saúl le buscaba sin cesar,
pero Dios no le entregó en sus manos.
15 Se enteró David de que Saúl había salido a campaña
para buscar su muerte. Estaba entonces David en el desierto de
Zif, en Jorsa.
16 Jonatán, hijo de Saúl, se levantó y fue donde
David, en Jorsa, le dio ánimos en Dios,
17 y le dijo: «No temas, porque la mano de Saúl, mi
padre, no te alcanzará; tú reinarás sobre Israel y yo seré tu
segundo. Hasta mi padre Saúl lo tiene sabido.»
18 Hicieron ambos una alianza ante Yahveh; David se
quedó en Jorsa, y Jonatán se volvió a su casa.
19 Subieron algunos zifitas a Guibeá, donde Saúl,
para decirle: «¿No se esconde David entre nosotros, en los refugios de
Jorsa, en la colina de Jakilá, que está al sur de la estepa?
20 Tú deseas con toda tu alma, oh rey, descender.
Desciende y es cosa nuestra entregarlo en manos del rey.»
21 Respondió Saúl: «Que Yahveh os bendiga por haberos
compadecido de mí.
22 Id, pues; aseguraos bien, enteraos, mirad el lugar
donde se pone su pie y quién le ha visto allí, porque me han
dicho que es muy astuto.
23 Mirad y reconoced todos los escondrijos en que
pueda esconderse, y volved a mí cuando estéis seguros y subiré con
vosotros, y si está en la comarca le rebuscaré entre todas las familias
de Judá.»
24 Se levantaron y se fueron a Zif, precediendo a
Saúl. Estaban David y sus hombres en el desierto de Maón, en la
llanura, al sur del desierto.
25 Fue Saúl con sus hombres en su busca; avisaron a
David y bajó al tajo que está en el desierto de Maón. Lo oyó Saúl y
persiguió a David en el desierto de Maón.
26 Iba Saúl y sus hombres por un lado de la montaña,
y David y sus hombres por el lado de la otra. Huía David a toda prisa
ante Saúl, mientras Saúl y sus hombres intentaban pasar a la parte de
David y sus hombres para apresarlos,
27 cuando he aquí que llegó un mensajero a Saúl y le
dijo: «Date prisa y ven, porque los filisteos han invadido la tierra.»
28 Abandonó Saúl la persecución de David y marchó al
encuentro de los filisteos. Por eso se llamó aquel lugar «Peña de la
Separación.»
INICIO
1 Samuel 24
1 Subió de allí David y se asentó en los refugios de
Engadí.
2 Cuando regresó Saúl de perseguir a los filisteos,
le avisaron: «David está en el desierto de Engadí.»
3 Tomó entonces Saúl 3.000 hombres selectos de todo
Israel y partió en busca de David y de sus hombres al este del
roquedal de Yeelim.
4 Llegó a unos rediles de ganado junto al camino;
había allí una cueva y Saúl entró en ella para hacer sus necesidades.
David y sus hombres estaban instalados en el fondo de la cueva.
5 Los hombres de David le dijeron: «Mira, este es el
día que Yahveh te anunció: Yo pongo a tu enemigo en tus manos, haz de
él lo que te plazca.» Levantóse David y silenciosamente cortó la punta
del manto de Saúl.
6 Después su corazón le latía fuertemente por haber
cortado la punta del manto de Saúl,
7 y dijo a sus hombres: «Yahveh me libre de hacer tal
cosa a mi señor y de alzar mi mano contra él, porque es el ungido
de Yahveh.»
8 David habló con energía a sus hombres para que no
se lanzasen contra Saúl. Saúl marchó de la cueva y continuó su camino,
9 tras lo cual se levantó David, salió de la cueva y
gritó detrás de Saúl: «¡Oh rey, mi señor!» Volvió Saúl la vista, e
inclinándose David, rostro en tierra, se postró ante él,
10 y dijo David a Saúl: «¿Por qué escuchas a las
gentes que te dicen: David busca tu ruina?
11 Hoy mismo han visto tus ojos que Yahveh te ha
puesto en mis manos en la cueva, pero no he querido matarte, te
he perdonado, pues me he dicho: No alzaré mi mano contra mi
señor, porque es el ungido de Yahveh.
12 Mira, padre mío, mira la punta de tu manto en mi
mano; si he cortado la punta de tu manto y no te he matado, reconoce y
mira que no hay en mi camino maldad ni crimen, ni he pecado contra ti,
mientras que tú me pones insidias para quitarme la vida.
13 Que juzgue Yahveh entre los dos y que Yahveh me
vengue de ti, pero mi mano no te tocará,
14 pues como dice el antiguo proverbio: De los malos
sale malicia, pero mi mano no te tocará.
15 ¿Contra quién sale el rey de Israel, a quién estás
persiguiendo? A un perro muerto, a una pulga.
16 Que Yahveh juzgue y sentencie entre los dos, que
él vea y defienda mi causa y me haga justicia librándome de tu
mano.»
17 Cuando David hubo acabado de decir estas palabras
a Saúl, dijo Saúl: «¿Es ésta tu voz, hijo mío David?» Y alzando Saúl su
voz, rompió a llorar,
18 y dijo a David: «Más justo eres tú que yo, pues tú
me haces beneficios y yo te devuelvo males;
19 hoy has mostrado tu bondad, pues Yahveh me ha
puesto en tus manos y no me has matado.
20 ¿Qué hombre encuentra a su enemigo y le permite
seguir su camino en paz? Que Yahveh te premie por el bien que hoy
me has hecho.
21 Ahora tengo por cierto que reinarás y que el reino
de Israel se afirmará en tus manos.
22 Ahora, pues, júrame por Yahveh que no exterminarás
mi descendencia después de mí y que no borrarás mi nombre de la casa de
mi padre.»
23 David se lo juró a Saúl. Saúl se fue a su casa y
David y sus hombres subieron al refugio.
INICIO
1 Samuel 25
1 Samuel murió. Todo Israel se congregó para llorarle
y lo sepultaron en su heredad, en Ramá. David se levantó y bajó al
desierto de Maón.
2 Había un hombre en Maón que tenía su hacienda en
Carmelo. Era un hombre muy rico; poseía 3.000 ovejas y mil cabras.
Estaba entonces en Carmelo, esquilando su rebaño.
3 El hombre se llamaba Nabal y su mujer se llamaba
Abigaíl; ella era muy prudente y hermosa, pero el hombre era duro y de
mala conducta. Era calebita.
4 Supo David en el desierto que Nabal estaba
esquilando su rebaño
5 y mandó diez muchachos diciéndoles: «Subid a
Carmelo y llegad donde Nabal y le saludáis en mi nombre,
6 y hablad así a mi hermano; Salud para ti, salud
para tu casa y salud para todo lo tuyo.
7 He sabido que estás de esquileo; pues bien, tus
pastores han estado con nosotros y nunca les hemos molestado ni han
echado en falta nada de lo suyo mientras estuvieron en Carmelo.
8 Pregunta a tus criados y ellos te lo dirán. Que
estos muchachos encuentren, pues gracia a tus ojos, ya que hemos venido
en un día de fiesta, y dales lo que tengas a mano para tus siervos y tu
hijo David.”»
9 Llegaron los muchachos de David, dijeron a Nabal
todas estas palabras en nombre de David y se quedaron esperando.
10 Pero Nabal respondió a los servidores de David:
«¿Quién es David y quién es el hijo de Jesé? Abundan hoy en día los
siervos que andan huídos de sus señores.
11 ¿Voy a tomar acaso mi pan y mi vino y las reses
que he sacrificado para los esquiladores y se las voy a dar a
unos hombres que no sé de dónde son?»
12 Los muchachos de David dieron la vuelta y se
volvieron por su camino, y en llegando le comunicaron todas estas
palabras.
13 David dijo a sus hombres: «Que cada uno ciña su
espada.» Todos ciñeron su espada. También David se ciñó su espada.
Subieron detrás de David unos cuatrocientos hombres, quedándose
doscientos con el bagaje.
14 Uno de los servidores avisó a Abigaíl, mujer de
Nabal, diciendo: «Mira que David ha enviado mensajeros desde el
desierto para saludar a nuestro amo, y se ha lanzado contra ellos.
15 Sin embargo, esos hombres han sido muy buenos con
nosotros, y nada echamos en falta mientras anduvimos con ellos, cuando
estábamos en el campo.
16 Fueron nuestra defensa noche y día todo el tiempo
que estuvimos con ellos guardando el ganado.
17 Date cuenta y mira lo que debes hacer, porque ya
está decretada la ruina de nuestro amo y de toda la casa, y es un
necio al que nada se puede decir.
18 Tomó Abigaíl a toda prisa doscientos panes y dos
odres de vino, cinco carneros ya preparados, cinco arrobas de trigo
tostado, cien racimos de uvas pasas y doscientos panes de higos secos,
y lo cargó sobre unos asnos,
19 diciendo a sus servidores: «Pasad delante de mí,
que yo os sigo.» Pero nada dijo a su marido Nabal.
20 Cuando bajaba ella, montada en el asno, por lo
cubierto de la montaña, David y sus hombres bajaban en dirección
contraria y se tropezó con ellos.
21 David se decía: «Muy en vano he guardado en el
desierto todo lo de este hombre para que nada de lo suyo le faltase,
pues me devuelve mal por bien.
22 Esto haga Dios a David y esto otro añada si para
el alba dejo con vida ni un solo varón de los de Nabal.»
23 Apenas vio a David, se apresuró Abigaíl a bajar
del asno y cayendo ante David se postró en tierra, y
24 arrojándose a sus pies le dijo: «Caiga sobre mí la
falta, señor. Deja que tu sierva hable a tus oídos y escucha las
palabras de tu sierva.
25 No haga caso mi señor de este necio de Nabal;
porque le va bien el nombre: necio se llama y la necedad está con él;
yo, tu sierva, no vi a los siervos que mi señor había enviado.
26 Ahora, mi señor, por Yahveh y por tu vida, por
Yahveh que te ha impedido derramar sangre y tomarte la justicia
por tu propia mano, que sean como Nabal tus enemigos y los que buscan
la ruina de mi señor.
27 Cuanto a este presente que tu sierva ha hecho
traer para mi señor, que sea entregado a los muchachos que
marchan en pos de mi señor.
28 Perdona, por favor, la falta de tu sierva, ya que
ciertamente hará Yahveh una casa permanente a mi señor, pues mi señor
combate las batallas de Yahveh y no vendrá mal sobre ti en toda tu vida.
29 Y aunque se alza un hombre para perseguirte y
buscar tu vida, la vida de mi señor está encerrada en la bolsa de la
vida, al lado de Yahveh tu Dios, mientras que la vida de los enemigos
de mi señor la volteará en el hueco de la honda.
30 Cuando haga Yahveh a mi señor todo el bien que te
ha prometido y te haya establecido como caudillo de Israel,
31 que no haya turbación ni remordimiento en el
corazón de mi señor por haber derramado sangre inocente y haberse
tomado mi señor la justicia por su mano; y cuando Yahveh haya
favorecido a mi señor. acuérdase de tu sierva.»
32 David dijo a Abigaíl: «Bendito sea Yahveh, Dios de
Israel, que te ha enviado hoy a mi encuentro.
33 Bendita sea tu prudencia y bendita tú misma que me
has impedido derramar sangre y tomarme la justicia por mi mano.
34 Pero con todo, vive Yahveh, Dios de Israel, que me
ha impedido hacerte mal, que de no haberte apresurado a venir a
mi encuentro, no le hubiera quedado a Nabal, al romper el alba, ni un
solo varón.»
35 Tomó David de mano de ella lo que le traía y le
dijo: «Sube en paz a tu casa; mira, he escuchado tu voz y he accedido a
tu petición.»
36 Cuando Abigaíl llegó donde Nabal, estaba
celebrando en su casa un banquete regio; estaba alegre su corazón y
completamente borracho. No le dijo una palabra, ni grande ni pequeña,
hasta el lucir del día.
37 Pero a la mañana, cuando se le pasó el vino a
Nabal, le contó su mujer lo sucedido; el corazón se le murió en el
pecho y se le quedó como una piedra.
38 Al cabo de unos diez días hirió Yahveh a Nabal y
murió.
39 Oyó David que Nabal había muerto y dijo: «Bendito
sea Yahveh que ha defendido mi causa contra la injuria de Nabal y
ha preservado a su siervo de hacer mal. Yahveh ha hecho caer la maldad
de Nabal sobre su cabeza.» Envió David mensajeros para proponer a
Abigaíl que fuera su mujer.
40 Llegaron los mensajeros de David a casa de Abigaíl
en Carmelo y le hablaron diciendo: «David nos envía a ti para tomarte
por mujer.»
41 Se levantó ella y se postró rostro en tierra
diciendo: «Tu sierva es una esclava para lavar los pies de los siervos
de mi señor.»
42 Se levantó Abigaíl apresuradamente, montó en su
asno y, seguida de cinco de sus siervas, se fue tras los enviados de
David y fue su mujer.
43 David había tomado también por mujer a Ajinoam de
Yizreel y las dos fueron mujeres suyas.
44 Saúl había dado su hija Mikal, mujer de David, a
Paltí, hijo de Layis, de Gallim.
INICIO
1 Samuel 26
1 Llegaron los zifitas donde Saúl, en Guibeá,
diciendo: «¿Acaso no está escondido David en la colina de Jakilá, hacia
el este de la estepa?»
2 Se levantó Saúl y bajó al desierto de Zif, con tres
mil hombres escogidos de Israel, para buscar a David en el desierto de
Zif.
3 Acampó Saúl en la colina de Jakilá, que está al
este de la estepa, junto al camino. Andaba David por el desierto
y vio que entraba Saúl en el desierto para perseguirle.
4 Envió David exploradores y supo con seguridad que
Saúl había venido.
5 Se levantó David y llegó al lugar donde acampaba
Saúl. Observó el sitio en que estaban acostados Saúl y Abner,
hijo de Ner, jefe de su tropa. Dormía Saúl en el círculo del
campamento, estando la tropa acampada en derredor de él.
6 David dirigió la palabra a Ajimélek, hitita, y a
Abisay, hijo de Sarvia, hermano de Joab, diciendo: «¿Quién quiere bajar
conmigo al campamento, donde Saúl?» Abisay respondió: «Yo bajo contigo.»
7 David y Abisay se dirigieron de noche hacia la
tropa. Saúl dormía acostado en el centro del campamento, con su lanza,
clavada en tierra, a su cabecera; Abner y el ejército estaban acostados
en torno a él.
8 Dijo entonces Abisay a David: «Hoy ha copado Dios a
tu enemigo en tu mano. Déjame que ahora mismo lo clave en tierra con la
lanza de un solo golpe. No tendré que repetir.»
9 Pero David dijo a Abisay: «No lo mates. ¿Quién
atentó contra el ungido de Yahveh y quedó impune?»
10 Añadió David: «Vive Yahveh, que ha de ser Yahveh
quien le hiera, bien que llegue su día y muera, bien que baje al
combate y perezca.
11 Líbreme Yahveh de levantar mi mano contra el
ungido de Yahveh. Ahora toma la lanza de su cabecera y el jarro de agua
y vámonos.»
12 Tomó David la lanza y el jarro de la cabecera de
Saúl y se fueron. Nadie los vio, nadie se enteró, nadie se despertó.
Todos dormían porque se había abatido sobre ellos el sopor profundo de
Yahveh.
13 Pasó David al otro lado y se colocó lejos, en la
cumbre del monte, quedando un gran espacio entre ellos.
14 Gritó David a la gente y a Abner, hijo de Ner,
diciendo : «¿No me respondes, Abner?» Respondió Abner: «¿Quién eres tú
que me llamas?»
15 Dijo David a Abner: «¿No eres tú un hombre? ¿Quién
como tú en Israel? ¿Por qué, pues, no has custodiado al rey tu señor?
Pues uno del pueblo ha entrado para matar al rey, tu señor.
16 No está bien esto que has hecho. Vive Yahveh que
sois reos de muerte por no haber velado sobre vuestro señor, el ungido
de Yahveh. Mira ahora. ¿Dónde está la lanza del rey y el jarro del agua
que había junto a la cabecera?»
17 Reconoció Saúl la voz de David y preguntó: «¿Es
ésta tu voz, hijo mío David?» Respondió David: «Mi voz es, oh rey, mi
señor,»
18 y añadió: «¿Por qué persigue mi señor a su siervo?
¿Qué he hecho y qué maldad hay en mí?
19 Que el rey mi señor se digne escuchar ahora las
palabras de su siervo. Si es Yahveh quien te excita contra mí,
que sea aplacado con una oblación, pero si son los hombres, malditos
sean ante Yahveh, porque me expulsan hoy para que no participe en
le heredad de Yahveh, diciéndose: «Que vaya a servir a otros dioses.»
20 Que no caiga ahora mi sangre en tierra lejos de la
presencia de Yahveh, pues ha salido el rey de Israel a la caza de mi
vida como quien persigue una perdiz en los montes.»
21 Respondió Saúl: «He pecado. Vuelve, hijo mío,
David, no te haré ya ningún mal, ya que mi vida ha sido hoy preciosa a
tus ojos. Me he portado como un necio y estaba totalmente equivocado.»
22 Respondió David: «Aquí está la lanza del rey. Que
pase uno de los servidores y la tome.
23 Yahveh devolverá a cada uno según su justicia y su
fidelidad; pues hoy te ha entregado Yahveh en mis manos, pero no he
querido alzar mi mano contra el ungido de Yahveh.
24 De igual modo que tu vida ha sido hoy de gran
precio a mis ojos, así será de gran precio la mía a los ojos de Yahveh,
de suerte que me libere de toda angustia.»
25 Dijo Saúl a David: «Bendito seas, hijo mío David.
Triunfarás en todas tus empresas.» Siguió David por su camino y Saúl se
volvió a su casa.
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1 Samuel 27
1 David se dijo a sí mismo: «Algún día voy a perecer
a manos de Saúl. Lo mejor será refugiarme en tierra de filisteos. Saúl
dejará de perseguirme por todos los términos de Israel y escaparé de
sus manos.»
2 Levantóse David y pasó, con los seiscientos hombres
que tenía, a Akís, hijo de Maok, rey de Gat.
3 Se asentó David con Akís en Gat, él y sus hombres,
cada cual con su familia; David con sus dos mujeres, Ajinoam de Yizreel
y Abigaíl, mujer de Nabal, de Carmelo.
4 Se dio aviso a Saúl que David había huido a Gat y
dejó de buscarlo.
5 Dijo David a Akís: «Si he hallado gracia a tus
ojos, que se me asigne un lugar en una de las ciudades del territorio,
para residir en ella. ¿Por qué ha de morar tu siervo a tu lado, en la
ciudad real?»
6 Aquel mismo día le asignó Akís Siquelag; por esto
Siquelag pertenece hasta el día de hoy a los reyes de Judá.
7 El número de días que moró David en territorio de
los filisteos fue de un año y cuatro meses.
8 Subía David con su gente y hacía incursiones contra
los guesuritas, los guirzitas y los amalecitas, pues éstos son
los habitantes de la región, desde Telam, yendo hacia Sur, hasta la
tierra de Egipto.
9 Devastaba David la tierra y no dejaba con vida
hombre ni mujer; se apoderaba de las ovejas y bueyes, asnos y
camellos y vestidos, y se volvía para llevarlos a Akís.
10 Akís preguntaba: «¿Donde habéis hecho hoy la
incursión?», y David respondía: «Contra el Négueb de Judá, contra el
Négueb de Yerajmeel, contra el Négueb de los quenitas.»
11 David no dejaba llevar a Gat con vida hombres ni
mujeres, pues decía: «No se que den aviso contra nosotros y digan:
“Esto ha hecho David.” «De esta forma se comportó David todo el tiempo
que moró en territorio de filisteos.
12 Akís confiaba en David diciéndose: «Seguramente se
ha hecho odioso a su pueblo Israel y será mi servidor para siempre.»
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1 Samuel 28
1 Por aquellos días reunieron los filisteos sus
tropas para ir a la guerra contra Israel; Akís dijo a David:
«Bien sabes que debes venir a la guerra conmigo, tú y tus
hombres.»
2 Respondió David a Akís: «Ahora vas a saber bien lo
que va a hacer tu servidor.» Dijo Akís a David: «Con seguridad te haré
mi guardia personal para siempre.»
3 Samuel había muerto, todo Israel le había llorado y
fue sepultado en Ramá, su ciudad. Saúl había echado del país a los
nigromantes y adivinos.
4 Habiéndose reunido los filisteos vinieron a acampar
en Sunem. Reunió Saúl a todo Israel y acampó en Gelboé.
5 Vio Saúl el campamento de los filisteos y tuvo
miedo, temblando sobremanera su corazón.
6 Consultó Saúl a Yahveh, pero Yahveh no le respondió
ni por sueños ni por los urim , ni por los profetas.
7 Dijo Saúl a sus servidores: «Buscadme una
nigromante para que vaya a consultarla.» Dijéronle sus servidores: «
Aquí mismo, en Endor, hay una nigromante.»
8 Se disfrazó Saúl poniéndose otras ropas y fue con
dos de sus hombres; llegó donde la mujer de noche y dijo: «Adivíname
por un muerto y evócame el que yo te diga.»
9 La mujer le respondió: «Bien sabes lo que hizo
Saúl, que suprimió de esta tierra a los nigromantes y adivinos.
¿Por qué tiendes un lazo a mi vida para hacerme morir?»
10 Saúl juró por Yahveh diciendo: «¡Vive Yahveh!
Ningún castigo te vendrá por este hecho.»
11 La mujer dijo: «¿A quién debo invocar para ti?»
Respondió: «Evócame a Samuel.»
12 Vio entonces la mujer a Samuel y lanzó un gran
grito. Dijo la mujer a Saúl: «¿Por qué me has engañado? ¡Tú eres Saúl¡»
13 El rey le dijo: «No temas, pero ¿qué has visto?»
La mujer respondió a Saúl: «Veo un espectro que sube de la tierra.»
14 Saúl le preguntó: «¿Qué aspecto tiene?» Ella
respondió: «Es un hombre anciano que sube envuelto en su manto.»
Comprendió Saúl que era Samuel y cayendo rostro en tierra se postró.
15 Samuel dijo a Saúl: «¿Por qué me perturbas
evocándome?» Respondió Saúl: «Estoy en grande angustia; los filisteos
mueven guerra contra mí, Dios se ha apartado de mí y ya no me responde
ni por los profetas ni en sueños. Te he llamado para que me indiques lo
que debo hacer.»
16 Dijo Samuel: «¿Para qué me consultas si Yahveh se
ha separado de ti y se ha pasado a otro?
17 Yahveh te ha cumplido lo que dijo por mi boca: ha
arrancado Yahveh el reino de tu mano y se lo ha dado a otro, a David,
18 porque no oíste la indignación de su ira contra
Amalec. Por eso te trata hoy Yahveh de esta manera.
19 También a Israel entregará Yahveh en manos de los
filisteos. Mañana tú y tus hijos estaréis conmigo. Yahveh ha entregado
también el ejército de Israel en manos de los filisteos.»
20 Al instante Saúl cayó en tierra cuan largo era.
Estaba aterrado por las palabras de Samuel: se hallaba, además, sin
fuerzas, porque no había comido nada en todo el día y toda la noche.
21 Acercóse la mujer donde Saúl, y viendo que estaba
tan conturbado, le dijo: «Tu sierva ha escuchado tu voz y he puesto mi
vida en peligro por obedecer las órdenes que me diste.
22 Escucha, pues, tú también la voz de tu sierva y
permíteme que te sirva un bocado de pan para que comas y tengas fuerzas
para ponerte en camino.»
23 Saúl se negó diciendo: «No quiero comer.» Pero sus
servidores, a una con la mujer, le insistieron hasta que accedió. Se
levantó del suelo y se sentó en el diván.
24 Tenía la mujer en casa un ternero cebado y se
apresuró a degollarlo. Tomó harina, la amasó y coció unos ázimos.
25 Lo sirvió a Saúl y sus servidores, comieron y
levantándose se marcharon aquella misma noche.
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1 Samuel 29
1 Los filisteos concentraron todo su ejército en
Afeq, mientras que los israelitas acamparon en la fuente que hay en
Yizreel.
2 Los tiranos de los filisteos marcharon al frente de
las centurias y millares; David y sus hombres marchaban a retaguardia
con Akís.
3 Dijeron los jefes de los filisteos: «¿Qué hacen
estos hebreos?» Akís respondió a los jefes de los filisteos: « Es
David, el servidor de Saúl, el rey de Israel; ha estado conmigo un año
o dos y no he hallado nada contra él desde el día en que vino a mí
hasta hoy.»
4 Pero los tiranos de los filisteos se irritaron
contra él y le dijeron: «Manda regresar a ese hombre y que se
vuelva al lugar que le señalaste. Que no baje con nosotros a la
batalla, no sea que se vuelva contra nosotros durante la lucha. ¿Cómo
se ganará éste el favor de su dueño mejor que con las cabezas de estos
hombres?
5 No es éste David de quien cantaban en coro: Saúl
mató sus millares y David sus miríadas?»
6 Akís llamó a David y le dijo: «! Vive Yahveh! que
tú eres leal y me hubiera gustado que salieras y entraras conmigo en el
campamento, pues nada malo he hallado en ti desde el día en que viniste
a mí hasta hoy, pero no eres bien visto por los tiranos.
7 Ahora vuélvete y vete en paz, y así no harás nada
malo a los ojos de los tiranos de los filisteos.»
8 David dijo a Akís: «¿Qué he hecho yo y qué has
hallado en tu siervo, desde el día en que me puse a tu servicio hasta
hoy, para que no pueda ir a luchar contigo contra los enemigos del rey,
mi señor?»
9 Respondió Akís a David: «Bien sabes que me eres
grato como un ángel de Dios; pero los tiranos filisteos han dicho: “No
bajará al combate con nosotros.”
10 Levántate, pues, de mañana, con los servidores de
tu señor que han venido contigo e id al sitio que os he asignado. No
guardes resentimiento en tu corazón, porque me eres grato. Levantaos de
mañana y partid en cuanto sea de día.»
11 David y sus hombres se levantaron temprano para
partir por la mañana y volverse a la tierra de los filisteos. Los
filisteos por su parte subieron a Yizreel.
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1 Samuel 30
1 Cuando David y sus hombres llegaron al tercer día a
Siquelag, los amalecitas habían hecho una incursión contra el Négueb y
contra Siquelag, y habían irrumpido en Siquelag incendiándola,
2 y llevándose las mujeres y cuanto allí había,
pequeños y grandes. No mataron a nadie, sino que se los llevaron
cautivos y se fueron por su camino.
3 Cuando David y sus hombres llegaron a la ciudad, se
encontraron con que estaba incendiada, y sus mujeres, sus hijos y sus
hijas habían sido llevados.
4 David y las tropas que con él estaban alzaron su
voz y lloraron hasta quedar sin aliento.
5 Habían sido llevadas las dos mujeres de David,
Ajinoam de Yizreel y Abigaíl, mujer de Nabal de Carmelo.
6 David se hallaba en grave apuro porque la gente
hablaba de apedrearlo, pues el alma de todo el pueblo estaba llena de
amargura, cada uno por sus hijos y sus hijas. Pero David halló
fortaleza en Yahveh su Dios.
7 Dijo David al sacerdote Abiatar, hijo de Ajimélek:
«Acércame el efod.» Abiatar acercó el efod a David.
8 Consultó David a Yahveh diciendo: «¿Debo perseguir
a esta banda? ¿Le daré alcance?» Le contestó: «Persíguela, porque de
cierto la alcanzarás y librarás a los cautivos.»
9 Partió David con los seiscientos hombres que tenía
y llegaron al torrente Besor.
10 Continuó David la persecución con cuatrocientos
hombres, quedándose doscientos que estaban demasiado fatigados para
atravesar el torrente Besor.
11 Encontraron en el campo a un egipcio y lo llevaron
a David. Le dieron pan, que él comió, y agua para beber.
12 Diéronle también un trozo de pan de higos secos y
dos racimos de pasas. Cuando hubo comido, recobró su espíritu, pues
había estado tres días y tres noches sin comer pan ni beber agua.
13 David le preguntó: «¿A quién perteneces y de dónde
eres?» Respondió: «Soy un muchacho egipcio, esclavo de un amalecita,
pero mi dueño me abandonó porque me puse enfermo hace tres días.
14 Hemos hecho una incursión contra el Négueb de los
kereteos y el de Judá y contra el Négueb de Caleb, incendiando
Siquelag.»
15 Díjole David: «¿Podrías guiarme hacia esa banda?»
Respondió: «Júrame por Dios que no me matarás y que no me entregarás en
manos de mi dueño, y te guiaré hacia esa banda.»
16 Les guió, y los hallaron desparramados por todo el
campo, comiendo, bebiendo y bailando por el gran botín que habían
tomado en tierra de filisteos y en tierra de Judá.
17 David los batió desde el alba al anochecer; sólo
se salvaron de entre ellos cuatrocientos jóvenes que montaron en
camellos y huyeron.
18 Salvó David todo lo que los amalecitas habían
capturado. También rescató David a sus dos mujeres.
19 Nada les faltó, ni pequeño ni grande, ni el botín,
ni sus hijos, ni sus hijas, ni nada de cuanto les habían capturado.
David se llevó todo.
20 Tomaron todo el ganado mayor y menor y lo
condujeron ante él diciendo: «Este es el botín de David.»
21 Llegó David donde los doscientos hombres que,
demasiado fatigados para seguirle, se habían quedado en el
torrente Besor. Salieron al encuentro de David y de la gente que
venía con él; se acercaron David y la tropa y les saludaron.
22 Pero todos los perversos y malvados de entre los
hombres que habían ido con David, contestaron: «A los que no han
ido con nosotros no se les dará el botín que hemos salvado, sino sólo
su mujer y sus hijos; que lo tomen y se vayan.»
23 David dijo: «No hagáis esto con lo que Yahveh nos
ha concedido. Nos ha guardado y ha entregado en nuestras manos a
esa banda que vino contra nosotros.
24 ¿Quién os dará la razón en este caso? Porque: Esta
es la parte del que baja a la batalla y ésta la parte del que se queda
con la impedimenta. Se partirá por igual.»
25 Y desde aquel día en adelante lo estableció como
decreto y norma para Israel, hasta el día de hoy.
26 Llegó David a Siquelag y envió parte del botín a
los ancianos de Judá, según sus ciudades, diciendo: «Aquí tenéis un
presente del botín tomado a los enemigos de Yahveh»,
27 a los de Betul, a los de Ramá del Négueb, a los de
Yattir,
28 a los de Aroer, a los de Sifmot, a los de Estemoa,
29 a los de Carmelo, a los de las ciudades de
Yerajmeel, a los de las ciudades de los quenitas,
30 a los de Jormá, a los de Bor Asan, a los de Eter,
31 a los de Hebrón y a todos los lugares por donde
anduvo David con su gente.
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1 Samuel 31
1 Trabaron batalla los filisteos contra Israel y
huyeron los hombres de Israel ante los filisteos y cayeron heridos de
muerte en el monte Gelboé.
2 Apretaron de cerca los filisteos a Saúl y a sus
hijos y mataron los filisteos a Jonatán, Abinadab y Malki Súa, hijos de
Saúl.
3 El peso de la batalla cargó sobre Saúl. Los
arqueros tiraron sobre él y fue herido por ellos.
4 Dijo Saúl a su escudero: «Saca tu espada y
traspásame, no sea que lleguen esos incircuncisos y hagan mofa de mí »,
pero el escudero no quiso pues estaba lleno de temor. Entonces Saúl
tomó la espada y se arrojó sobre ella.
5 Viendo el escudero que Saúl había muerto, se arrojó
también sobre su espada y murió con él.
6 Así murieron aquel día juntamente Saúl y sus tres
hijos y su escudero.
7 Cuando los hombres de Israel que estaban del lado
frontero del valle y del otro lado del Jordán vieron que las tropas de
Israel se daban a la fuga y que Saúl y sus hijos habían muerto,
abandonaron sus ciudades y huyeron; vinieron los filisteos y se
establecieron en ellas.
8 Al otro día vinieron los filisteos para despojar a
los muertos y encontraron a Saúl y a sus tres hijos caídos en el monte
Gelboé.
9 Cortaron su cabeza y le despojaron de sus armas que
hicieron pasear a la redonda por el país de los filisteos para
anunciar la buena nueva a sus dioses y a su pueblo.
10 Depositaron sus armas en el templo de Astarté y
colgaron su cuerpo de los muros de Bet San.
11 Supieron los habitantes de Yabés de Galaad lo que
los filisteos habían hecho con Saúl,
12 se levantaron todos los valientes y caminando
durante toda la noche, tomaron del muro de Bet San el cuerpo de Saúl y
los cuerpos de sus hijos y llevándolos a Yabés los quemaron allí.
13 Tomaron sus huesos y los sepultaron bajo el
tamarisco de Yabés y ayunaron siete días.
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LIBRO SEGUNDO DE SAMUEL
2 Samuel 1
1 Después de la muerte de Saúl, volvió David de
derrotar a los amalecitas y se quedó dos días en Siquelag.
2 Al tercer día llegó del campamento uno de los
hombres de Saúl, con los vestidos rotos y cubierta de polvo su cabeza;
al llegar donde David cayó en tierra y se postró.
3 David le dijo: «¿De dónde vienes?» Le respondió:
«Vengo huyendo del campamento de Israel.»
4 Le preguntó David: «¿Qué ha pasado? Cuéntamelo.»
Respondió: «Que el pueblo ha huido de la batalla; han caído muchos del
pueblo y también Saúl y su hijo Jonatán han muerto.»
5 Dijo David al joven que le daba la noticia “:
«¿Cómo sabes que han muerto Saúl y su hijo Jonatán?»
6 Respondió el joven que daba la noticia: «Yo estaba
casualmente en el monte Gelboé; Saúl se apoyaba en su lanza, mientras
los carros y sus guerreros le acosaban.
7 Se volvió y al verme me llamó y contesté: “Aquí
estoy.”
8 Me dijo: “¿Quién eres tú?” Le respondí: “Soy un
amalecita.”
9 Me dijo: “Acércate a mí y mátame, porque me ha
acometido un vértigo aunque tengo aún toda la vida en mí.”
10 Me acerqué a él y le maté, pues sabía que no
podría vivir después de su caída; luego tomé la diadema que tenía en su
cabeza y el brazalete que tenía en el brazo y se los he traído aquí a
mi señor.»
11 Tomando David sus vestidos los desgarró, y lo
mismo hicieron los hombres que estaban con él.
12 Se lamentaron y lloraron y ayunaron hasta la noche
por Saúl y por su hijo Jonatán, por el pueblo de Yahveh, y por la casa
de Israel, pues habían caído a espada.
13 David preguntó al joven que le había llevado la
noticia: «¿De dónde eres?» Respondió: «Soy hijo de un forastero
amalecita.»
14 Le dijo David: «¿Cómo no has temido alzar tu mano
para matar al ungido de Yahveh?»
15 Y llamó David a uno de los jóvenes y le dijo:
«Acércate y mátale.» El le hirió y murió.
16 David le dijo: «Tu sangre sobre tu cabeza, pues tu
misma boca te acusó cuando dijiste: “Yo maté al ungido de Yahveh”.»
17 David entonó esta elegía por Saúl y por su hijo
Jonatán.
18 Está escrita en el Libro del Justo, para que sea
enseñado el arco a los hijos de Judá. Dijo:
19 La gloria, Israel, ha sucumbido en tus montañas.
¡Cómo han caído los héroes!
20 No lo anunciéis en Gat, no lo divulguéis por las
calles de Ascalón, que no se regocijen las hijas de los filisteos, no
salten de gozo las hijas de los incircuncisos.
21 Montañas de Gelboé: Ni lluvia ni rocío sobre
vosotras, campos de perfidia, porque allí fue deshonrado el escudo de
los héroes.
22 El escudo de Saúl ungido no de aceite ¡mas de
sangre de muertos, de grasa de héroes! El arco de Jonatán jamás
retrocedía, nunca fracasaba la espada de Saúl.
23 Saúl y Jonatán, amados y amables, ni en vida ni en
muerte separados, más veloces que águilas, más fuertes que leones.
24 Hijas de Israel, por Saúl llorad, que de lino os
vestía y carmesí, que prendía joyas de oro de vuestros vestidos.
25 ¡Cómo cayeron los héroes en medio del combate!
¡Jonatán! Por tu muerte estoy herido,
26 por ti lleno de angustia, Jonatán, hermano mío, en
extremo querido, más delicioso para mí tu amor que el amor de
las mujeres.
27 ¡Cómo cayeron los héroes, cómo perecieron las
armas de combate!
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2 Samuel 2
1 Después de esto, consultó David a Yahveh diciendo:
«¿Debo subir a alguna de las ciudades de Judá?» Yahveh le respondió:
«Sube.» David preguntó: «¿A cuál subiré?» «A Hebrón», respondió.
2 Subió allí David con sus dos mujeres, Ajinoam de
Yizreel y Abigaíl la mujer de Nabal de Carmelo.
3 David hizo subir a los hombres que estaban con él,
cada cual con su familia, y se asentaron en las ciudades de Hebrón.
4 Llegaron los hombres de Judá, y ungieron allí a
David como rey sobre la casa de Judá. Comunicaron a David que los
hombres de Yabés de Galaad habían sepultado a Saúl.
5 Y David envió mensajeros a los hombres de Yabés de
Galaad para decirles: «Benditos seáis de Yahveh por haber hecho esta
misericordia con Saúl, vuestro señor, dándole sepultura.
6 Que Yahveh sea con vosotros misericordioso y fiel.
También yo os trataré bien por haber hecho esto.
7 Y ahora tened fortaleza y sed valerosos, pues murió
Saúl, vuestro señor, pero la casa de Judá me ha ungido a mí por rey
suyo.»
8 Abner, hijo de Ner, jefe del ejército de Saúl, tomó
a Isbaal, hijo de Saúl, y le hizo pasar a Majanáyim.
9 Le proclamó rey sobre Galaad, sobre los aseritas,
sobre Yizreel, sobre Efraím y Benjamín y sobre todo Israel.
10 Cuarenta años tenía Isbaal, hijo de Saúl, cuando
fue proclamado rey de Israel; reinó dos años. Solamente la casa de Judá
siguió a David.
11 El número de días que estuvo David en Hebrón como
rey de la casa de Judá fue de siete años y seis meses.
12 Salió Abner, hijo de Ner, y los seguidores de
Isbaal, hijo de Saúl, de Majanáyim hacia Gabaón.
13 Salieron también Joab, hijo de Sarvia, y los
veteranos de David, y se encontraron cerca de la alberca de Gabaón; se
detuvieron, los unos a un lado de la alberca y los otros al otro.
14 Dijo Abner a Joab: «Que se levanten los muchachos
y luchen en nuestra presencia.» Dijo Joab: «Que se levanten.»
15 Se levantaron y avanzaron los designados: doce de
Benjamín por Isbaal, hijo de Saúl, y doce de los veteranos de David.
16 Cada uno agarró a su adversario por la cabeza y le
hundió la espada en el costado; así cayeron todos a la vez, por
lo que aquel lugar se llamó: «Campo de los costados»; está en Gabaón.
17 Hubo aquel día una batalla durísima y Abner y los
hombres de Israel fueron derrotados por los veteranos de David.
18 Estaban allí los tres hijos de Sarvia: Joab,
Abisay y Asahel; era Asahel ligero de pies como un corzo montés.
19 Asahel marchó en persecución de Abner, sin
desviarse en su carrera tras de Abner ni a la derecha ni a la izquierda.
20 Se volvió Abner y dijo: «¿Eres tú Asahel?»
Respondió: «Yo soy.»
21 Abner le dijo: «Apártate a la derecha o a la
izquierda. Atrapa a uno de esos muchachos y apodérate de sus despojos.»
Pero Asahel no quiso apartarse.
22 Insistió de nuevo Abner diciendo a Asahel:
«¡Apártate de mí! ¿Por qué he de derribarte en tierra? ¿Cómo podré
alzar la vista ante tu hermano Joab?»
23 Pero no quiso apartarse y Abner le hirió en el
vientre con el cuento de la lanza, saliéndole la lanza por detrás. Cayó
y allí mismo murió. Todos cuantos llegaban al lugar donde Asahel cayó y
murió se detenían.
24 Joab y Abisay partieron en persecución de Abner;
cuando el sol se ponía llegaron a la colina de Ammá que está al oriente
de Giaj, sobre el camino del desierto de Gabaón.
25 Los benjaminitas se agruparon tras de Abner en
escuadrón cerrado y aguantaron a pie firme en la cumbre de una colina.
26 Abner llamó a Joab y le dijo: «¿Hasta cuándo
devorará la espada? ¿No sabes que, al cabo, todo será amargura? ¿ Hasta
cuándo esperas a decir al pueblo que deje de perseguir a sus hermanos?»
27 Respondió Joab: «¡Vive Yahveh, que de no haber
hablado tú, mi gente no hubiera dejado de perseguir cada uno a su
hermano hasta el alba!»
28 Joab hizo sonar el cuerno: toda la tropa se detuvo
y no persiguió más a Israel; así cesó el combate.
29 Abner y sus hombres marcharon toda la noche por la
Arabá, pasaron el Jordán y, después de caminar toda la mañana, llegaron
a Majanáyim.
30 Joab se volvió de la persecución de Abner y reunió
todo el ejército; de los veteranos de David faltaban diecinueve
hombres, además de Asahel.
31 Los veteranos de David mataron de Benjamín y de
los hombres de Abner 360 hombres.
32 Se llevaron a Asahel y lo sepultaron en el
sepulcro de su padre en Belén. Joab y sus hombres caminaron toda la
noche y despuntaba el día cuando llegaron a Hebrón.
INICIO
2 Samuel 3
1 Se prolongó la guerra entra la casa de Saúl y la
casa de David; pero David se iba fortaleciendo, mientras que la casa de
Saúl se debilitaba.
2 David tuvo hijos en Hebrón. Su primogénito Amnón,
hijo de Ajinoam de Yizreel;
3 su segundo, Kilab, de Abigaíl, mujer de Nabal de
Carmelo; el tercero, Absalón, hijo de Maaká, la hija de Talmay, rey de
Guesur;
4 el cuarto, Adonías, hijo de Jagguit; el quinto,
Sefatías, hijo de Abital;
5 el sexto, Yitream, de Eglá, mujer de David. Estos
le nacieron a David en Hebrón.
6 Durante la guerra entre la casa de Saúl y la casa
de David, Abner adquirió predominio en la casa de Saúl.
7 Había tenido Saúl una concubina, llamada Rispá,
hija de Ayyá, y Abner la tomó. Pero Isbaal dijo a Abner: «¿Por qué te
has llegado a la concubina de mi padre?»
8 Abner se irritó mucho por las palabras de Isbaal y
respondió: «¿Soy yo una cabeza de perro? Hasta hoy he favorecido a la
casa de tu padre Saúl, a sus hermanos y sus amigos, para que no cayeras
en manos de David, ¿y hoy me llamas la atención por una falta con esta
mujer?
9 Esto haga Dios a Abner y esto le añada si no cumplo
a David lo que Yahveh le ha jurado,
10 que quitaría la realeza a la casa de Saúl y
levantaría el trono de David sobre Israel y sobre Judá, desde Dan hasta
Berseba.»
11 Isbaal no se atrevió a contestar una palabra a
Abner, por el miedo que le tenía.
12 Envió Abner mensajeros para decir a David: «...
Haz un pacto conmigo y me pondré de tu parte para traer a ti todo
Israel.»
13 David respondió: «Bien. Haré un pacto contigo.
Solamente te pido una cosa. No te admitiré a mí presencia si cuando
vengas a verme no traes a Mikal, la hija de Saúl.»
14 Envió David mensajeros a Isbaal, hijo de Saúl,
para decirle: «Devuélveme a mi mujer Mikal, que adquirí por cien
prepucios de filisteos.»
15 Isbaal mandó que la tomaran de casa de su marido
Paltiel, hijo de Layis.
16 Su marido partió con ella; la seguía llorando
detrás de ella, hasta Bajurim. Abner le dijo: «Anda vuélvete.» Y se
volvió.
17 Abner había hablado con los ancianos de Israel
diciendo: «Desde siempre habéis estado buscando a David para rey
vuestro.
18 Pues hacedlo ahora, ya que Yahveh ha dicho a
David: Por mano de David mi siervo libraré a mi pueblo Israel de mano
de los filisteos y de mano de todos sus enemigos.»
19 Abner habló igualmente a Benjamín y marchó después
a Hebrón a comunicar a David lo que había parecido bien a los ojos de
Israel y a los ojos de toda la casa de Benjamín.
20 Llegó Abner a donde David, en Hebrón, con veinte
hombres. Y David ofreció un banquete a Abner y a los hombres que le
acompañaban.
21 Abner dijo a David: «Voy a levantarme e iré a
reunir todo Israel junto a mi señor, el rey; harán un pacto contigo y
reinarás conforme a tus deseos.» Despidió David a Abner, que se fue en
paz.
22 Vinieron los veteranos de David, con Joab, de
hacer una correría, trayendo un gran botín. No estaba ya Abner con
David en Hebrón, pues David le había despedido y él había marchado en
paz.
23 Llegaron, pues, Joab y todo el ejército que le
acompañaba; y se hizo saber a Joab: «Abner, hijo de Ner, ha venido
donde el rey, que le ha despedido y él se ha ido en paz.»
24 Entró Joab donde el rey y dijo: «¿Qué has hecho?
Abner ha venido a ti, ¿por qué le has dejado marcharse?
25 ¿No sabes que Abner, hijo de Ner, ha venido para
engañarte, para enterarse de tus idas y venidas y saber todo lo que
haces?»
26 Salió Joab de donde David y envió gentes en pos de
Abner que le hicieron volver desde la cisterna de Sirá, sin saberlo
David.
27 Volvió Abner a Hebrón y le tomó aparte Joab en la
misma puerta, como para hablarle en secreto; y le hirió en el vientre
allí mismo y lo mató por la sangre de su hermano Asahel.
28 Lo supo David inmediatamente y dijo: «Limpio estoy
yo, y mi reino, ante Yahveh para siempre de la sangre de Abner, hijo de
Ner.
29 Caiga sobre la cabeza de Joab y sobre toda la casa
de su padre, nunca falte en la casa de Joab quien padezca flujo de
sangre, ni leproso, ni quien ande con cachava, ni quien muera a espada,
ni quien carezca de pan.»
30 (Joab y su hermano Abisay asesinaron a Abner
porque éste había matado a su hermano Asahel en la batalla de Gabaón.)
31 Y dijo David a Joab y a todo el ejército que le
acompañaba: «Rasgad vuestros vestidos, ceñíos los sayales y llorad por
Abner.» El rey David iba detrás de las andas.
32 Sepultaron a Abner en Hebrón. El rey alzó su voz y
lloró junto al sepulcro de Abner, y también lloró todo el pueblo.
33 El rey entonó esta elegía por Abner: «¿Como muere
un necio había de morir Abner?
34 No ligadas tus manos ni puestos en cadenas tus
pies. Has caído como quien cae ante malhechores.» Y arreció el pueblo
en su llanto por él.
35 Fue todo el pueblo y, siendo aún de día, rogaban a
David que comiese, pero David juró: «Esto me haga Dios y esto me añada,
si pruebo el pan o cualquiera otra cosa antes de ponerse el sol.»
36 Todo el pueblo lo supo y lo aprobó. Todo lo que
hizo el rey pareció bien a todo el pueblo.
37 Y aquel día supo todo el pueblo y todo Israel que
el rey no había tenido parte en la muerte de Abner, hijo de Ner.
38 El rey dijo a sus servidores: «¿No sabéis que hoy
ha caído un gran caudillo en Israel?
39 Hoy estoy reblandecido, pues soy rey ungido, pero
estos hombres, hijos de Sarvia, son más duros que yo. Que Yahveh
devuelva al malhechor según su malicia.»
INICIO
2 Samuel 4
1 Cuando Isbaal, hijo de Saúl, supo que había muerto
Abner en Hebrón, desfallecieron sus manos y todo Israel quedo
consternado.
2 Estaban con Isbaal, hijo de Saúl, dos hombres,
jefes de banda, uno llamado Baaná y el otro Rekab, hijos de Rimmón de
Beerot, benjaminitas, porque también Beerot se considera de Benjamín.
3 Los habitantes de Beerot habían huido a Guittáyim,
donde se han quedado hasta el día de hoy como forasteros residentes.
4 Tenía Jonatán, hijo de Saúl, un hijo tullido de
pies. Tenía cinco años cuando llegó de Yizreel la noticia de lo de Saúl
y Jonatán; su nodriza le tomó y huyó, pero con la prisa de la fuga,
cayó y se quedó cojo. Se llamaba Meribbaal.
5 Se pusieron en camino Rekab y Baaná, hijos de
Rimmón de Beerot, y llegaron a casa de Isbaal con el calor del día,
cuando dormía la siesta.
6 Entraron en la casa. La portera se había dormido
mientras limpiaba el trigo. Rekab y su hermano Baaná se deslizaron
cautelosamente
7 y entraron en la casa; estaba Isbaal acostado en su
lecho, en su dormitorio; le hirieron y le mataron; luego le cortaron la
cabeza y tomándola caminaron toda la noche por la ruta de la Arabá.
8 Llevaron la cabeza de Isbaal a David, en Hebrón, y
dijeron al rey: «Aquí tienes la cabeza de Isbaal, hijo de Saúl, tu
enemigo, el que buscó tu muerte. Hoy ha concedido Yahveh a mi señor el
rey venganza sobre Saúl y sobre su descendencia.»
9 Respondió David a Rekab y a su hermano Baaná, hijos
de Rimmón de Beerot, y les dijo: «¡Vive Yahveh, que ha librado mi alma
de toda angustia!
10 Al que me anunció que Saúl había muerto, creyendo
que me daba buena noticia, le agarré y ordené matarle en Siquelag
dándole este pago por su buena noticia;
11 ¿cuánto más ahora que hombres malvados han dado
muerte a un hombre justo en su casa y en su lecho no os voy a pedir
cuenta de su sangre, exterminándoos de la tierra?»
12 Y David dio una orden a sus muchachos, que los
mataron, les cortaron las manos y los pies y los colgaron junto a la
alberca de Hebrón. Tomaron la cabeza de Isbaal y la sepultaron en el
sepulcro de Abner, en Hebrón.
INICIO
2 Samuel 5
1 Vinieron todas las tribus de Israel donde David a
Hebrón y le dijeron: «Mira: hueso tuyo y carne tuya somos nosotros.
2 Ya de antes, cuando Saúl era nuestro rey, eras tú
el que dirigías las entradas y salidas de Israel. Yahveh te ha dicho:
Tú apacentarás a mi pueblo Israel, tú serás el caudillo de Israel.»
3 Vinieron, pues, todos los ancianos de Israel donde
el rey, a Hebrón. El rey David hizo un pacto con ellos en Hebrón, en
presencia de Yahveh, y ungieron a David como rey de Israel.
4 Treinta años tenía cuando comenzó a reinar y reinó
cuarenta años.
5 Reinó en Hebrón sobre Judá siete años y seis meses.
Reinó en Jerusalén sobre todo Israel y sobre Judá 33 años.
6 Marchó el rey con sus hombres sobre Jerusalén
contra los jebuseos que habitaban aquella tierra. Dijeron éstos a
David: «No entrarás aquí; porque hasta los ciegos y cojos bastan para
rechazarte.» (Querían decir: no entrará David aquí.)
7 Pero David conquistó la fortaleza de Sión que es la
Ciudad de David.
8 Y dijo David aquel día: «Todo el que quiera atacar
a los jebuseos que suba por el canal..., en cuanto a los ciegos y a los
cojos, David los aborrece.» Por eso se dice: «Ni cojo ni ciego entrarán
en la Casa.»
9 David se instaló en la fortaleza y la llamó Ciudad
de David. Edificó una muralla en derredor, desde el Milló hacia el
interior.
10 David iba medrando y Yahveh el Dios Sebaot estaba
con él.
11 Jiram, rey de Tiro, envió a David mensajeros con
maderas de cedro, carpinteros y canteros que construyeron la casa de
David.
12 Y David conoció que Yahveh le había confirmado
como rey de Israel y que había exaltado su reino a causa de su pueblo
Israel.
13 Tomó David más concubinas y mujeres de Jerusalén,
después de venir de Hebrón, y le nacieron a David hijos e hijas.
14 Estos son los nombres de los que le nacieron en
Jerusalén: Sammúa, Sobab, Natán, Salomón,
15 Yibjar, Elisua, Néfeg, Yafía,
16 Elisamá, Baalyadá, Elifélet.
17 Cuando los filisteos oyeron que David había sido
ungido rey de Israel, subieron todos en busca de David. Lo supo David y
bajó al refugio.
18 Llegaron los filisteos y se desplegaron por
el Valle de Refaím.
19 Entonces David consultó a Yahveh diciendo: «¿Debo
subir contra los filisteos? ¿Los entregarás en mis manos?» Respondió
Yahveh a David: «Sube, porque ciertamente entregaré a los filisteos en
tus manos.»
20 Llegó David a Baal Perasim. Allí los derrotó David
y dijo: «Yahveh me ha abierto brecha entre mis enemigos como brecha de
aguas.» Por eso se llamó aquel lugar Baal Perasim.
21 Ellos abandonaron allí sus ídolos y David y sus
hombres se los llevaron.
22 Volvieron a subir los filisteos y se desplegaron
por el Valle de Refaím.
23 David consultó a Yahveh, que le dijo: «No subas
contra ellos. Da un rodeo detrás de ellos y atácalos frente a las
balsameras.
24 Cuando oigas ruido de pasos en la cima de las
balsameras, ataca con decisión porque Yahveh sale delante de ti
para derrotar al ejército de los filisteos.»
25 Hizo David lo que Yahveh le ordenaba y batió a los
filisteos desde Gabaón hasta la entrada de Guézer.
INICIO
2 Samuel 6
1 Reunió de nuevo David a todo lo mejor de Israel,
30.000 hombres.
2 Se levantó David y partió con todo el pueblo que
estaba con él a Baalá de Judá para subir desde allí el arca de Dios que
lleva el nombre de Yahveh Sebaot que se sienta sobre los querubines.
3 Cargaron el arca de Dios en una carreta nueva y la
llevaron de la casa de Abinadab que está en la loma. Uzzá y Ajyó, hijos
de Abinadab, conducían la carreta con el arca de Dios.
4 Uzzá caminaba al lado del arca de Dios y Ajyó iba
delante de ella.
5 David y toda la casa de Israel bailaban delante de
Yahveh con todas sus fuerzas, cantando con cítaras, arpas, adufes,
sistros y cimbalillos.
6 Al llegar a la era de Nakón, extendió Uzzá la mano
hacia el arca de Dios y la sujetó porque los bueyes amenazaban volcarla.
7 Entonces la ira de Yahveh se encendió contra Uzzá:
allí mismo le hirió Dios por este atrevimiento y murió allí junto al
arca de Dios.
8 David se irritó porque Yahveh había castigado a
Uzzá y se llamó aquel lugar Peres Uzzá hasta el día de hoy.
9 Aquel día David tuvo miedo de Yahveh y dijo: «¿Como
voy a llevar a mi casa el arca de Yahveh?»
10 Y no quiso llevar el arca de Yahveh junto a sí, a
la Ciudad de David, sino que la hizo llevar a casa de Obededom de Gat.
11 El arca de Yahveh estuvo en casa de Obededom de
Gat tres meses y Yahveh bendijo a Obededom y a toda su casa.
12 Se hizo saber al rey David: «Yahveh ha bendecido
la casa de Obededom y todas sus cosas a causa del arca de Dios.» Fue
David e hizo subir el arca de Dios de casa de Obededom a la Ciudad de
David, con gran alborozo.
13 Cada seis pasos que avanzaban los portadores del
arca de Yahveh, sacrificaba un buey y un carnero cebado.
14 David danzaba y giraba con todas sus fuerzas ante
Yahveh, ceñido de un efod de lino.
15 David y toda la casa de Israel hacían subir el
arca de Yahveh entre clamores y resonar de cuernos.
16 Cuando el arca de Yahveh entró en la Ciudad de
David, Mikal, hija de Saúl, que estaba mirando por la ventana, vio al
rey David saltando y girando ante Yahveh y le despreció en su corazón.
17 Metieron el arca de Yahveh y la colocaron en su
sitio, en medio de la tienda que David había hecho levantar para ella y
David ofreció holocaustos y sacrificios de comunión en presencia de
Yahveh.
18 Cuando David hubo acabado de ofrecer los
holocaustos y sacrificios de comunión, bendijo al pueblo en nombre de
Yahveh Sebaot
19 y repartió a todo el pueblo, a toda la muchedumbre
de Israel, hombres y mujeres, una torta de pan, un pastel de dátiles y
un pan de pasas a cada uno de ellos, y se fue todo el pueblo cada uno a
su casa.
20 Cuando se volvía David para bendecir su casa,
Mikal, hija de Saúl, le salió al encuentro y le dijo: «¡Cómo se ha
cubierto hoy de gloria el rey de Israel, descubriéndose hoy ante las
criadas de sus servidores como se descubriría un cualquiera!»
21 Respondió David a Mikal: «En presencia de Yahveh
danzo yo. Vive Yahveh, el que me ha preferido a tu padre y a toda tu
casa para constituirme caudillo de Israel, el pueblo de Yahveh, que yo
danzaré ante Yahveh,
22 y me haré más vil todavía; seré vil a tus ojos
pero seré honrado ante las criadas de que hablas.
23 Y Mikal, hija de Saúl, no tuvo ya hijos hasta el
día de su muerte.
INICIO
2 Samuel 7
1 Cuando el rey se estableció en su casa y Yahveh le
concedió paz de todos sus enemigos de alrededor,
2 dijo el rey al profeta Natán: «Mira; yo habito en
una casa de cedro mientras que el arca de Dios habita bajo pieles.»
3 Respondió Natán al rey: «Anda, haz todo lo que te
dicta el corazón, porque Yahveh está contigo.»
4 Pero aquella misma noche vino la palabra de Dios a
Natán diciendo:
5 «Ve y di a mi siervo David: Esto dice Yahveh. ¿Me
vas a edificar tú una casa para que yo habite?
6 No he habitado en una casa desde el día en que hice
subir a los israelitas de Egipto hasta el día de hoy, sino que he
ido de un lado para otro en una tienda, en un refugio.
7 En todo el tiempo que he caminado entre todos los
israelitas ¿he dicho acaso a uno de los jueces de Israel a los que
mandé que apacentaran a mi pueblo Israel: “¿Por qué no me edificáis una
casa de cedro?”
8 Ahora pues di esto a mi siervo David: Así habla
Yahveh Sebaot: Yo te he tomado del pastizal, de detrás del rebaño, para
que seas caudillo de mi pueblo Israel.
9 He estado contigo dondequiera has ido, he eliminado
de delante de ti a todos tus enemigos y voy a hacerte un nombre grande
como el nombre de los grandes de la tierra:
10 fijaré un lugar a mi pueblo Israel y lo plantaré
allí para que more en él; no será ya perturbado y los malhechores no
seguirán oprimiéndole como antes,
11 en el tiempo en que instituí jueces en mi pueblo
Israel; le daré paz con todos sus enemigos. Yahveh te anuncia que
Yahveh te edificará una casa.
12 Y cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes
con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá
de tus entrañas, y consolidaré el trono de su realeza.
13 (El constituirá una casa para mi Nombre y yo
consolidaré el trono de su realeza para siempre.)
14 Yo seré para él padre y él será para mí hijo. Si
hace mal, le castigaré con vara de hombres y con golpes de hombres,
15 pero no apartaré de él mi amor, como lo aparté de
Saúl a quien quité de delante de mí.
16 Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante
mí; tu trono estará firme, eternamente.»
17 Natán habló a David según todas estas palabras y
esta visión.
18 El rey David entró, y se sentó ante Yahveh y dijo:
«¿Quien soy yo, señor mío Yahveh, y qué mi casa, que me has traído
hasta aquí?
19 Y aun esto es poco a tus ojos, señor mío, Yahveh
que hablas también a la casa de tu siervo para el futuro lejano...
Señor Yahveh.
20 ¿Qué más podrá David añadir a estas palabras? Tú
me tienes conocido, Señor Yahveh.
21 Has realizado todas estas grandes cosas según tu
palabra y tu corazón, par dárselo a conocer a tu siervo.
22 Por eso eres grande, mi Señor Yahveh; nadie como
tú, no hay Dios fuera de ti, como oyeron nuestros oídos.
23 ¿Qué otro pueblo hay en la tierra como tu pueblo
Israel a quien un dios haya ido a rescatar para hacerle su pueblo,
dándole renombre y haciendo en su favor grandes y terribles cosas,
expulsando de delante de tu pueblo, al que rescataste de Egipto, a
naciones y dioses extraños?
24 Tú te has constituido a tu pueblo Israel para que
sea tu pueblo para siempre, y tú, Yahveh, eres su Dios.
25 Y ahora, Yahveh Dios, mantén firme eternamente la
palabra que has dirigido a tu siervo y a su casa y haz según tu palabra.
26 Sea tu nombre por siempre engrandecido; que se
diga: Yahveh Sebaot es Dios de Israel; y que la casa de tu siervo
David subsista en tu presencia,
27 ya que tú, Yahveh Sebaot, Dios de Israel, has
hecho esta revelación a tu siervo diciendo: “yo te edificaré una casa”:
por eso tu siervo ha encontrado valor para orar en tu presencia.
28 Ahora, mi Señor Yahveh, tú eres Dios, tus palabras
son verdad y has prometido a tu siervo esta dicha;
29 dígnate, pues, bendecir la casa de tu siervo para
que permanezca por siempre en tu presencia, pues tú mi Señor
Yahveh, has hablado y con tu bendición la casa de tu siervo será
eternamente bendita.»
INICIO
2 Samuel 8
1 Después de esto, batió David a los filisteos y los
humilló; tomó David a Gat y sus dependencias de manos de los
filisteos...
2 Batió también a los moabitas y los midió con la
cuerda, haciendo que se echaran en tierra; midió dos cuerdas y los
condenó a muerte, y una cuerda llena la dejó con vida. Los moabitas
quedaron sometidos a David, pagando tributo.
3 David batió a Hadadézer, hijo de Rejob, rey de
Sobá, cuando iba a imponerse su dominio en el Río.
4 David le apresó 1.700 hombres de carro y 20.000 de
a pie y desjarretó toda la caballería de los carros reservando cien
tiros.
5 Los arameos de Damasco vinieron en socorro de
Hadadézer, rey de Sobá: pero David causó 22.000 bajas a los arameos.
6 Y estableció David gobernadores en Aram de Damasco.
Los arameos quedaron sometidos a David, pagando tributo; Yahveh hizo
triunfar a David por dondequiera que iba.
7 Tomó David los escudos de oro que llevaban los
servidores de Hadadézer y los llevó a Jerusalén.
8 De Tebaj y de Berotay, ciudades de Hadadézer, tomó
el rey una gran cantidad de bronce.
9 Tou, rey de Jamat, supo que David había derrotado a
todas las fuerzas de Hadadézer,
10 y envió a su hijo Hadoram al rey David para
saludarle y felicitarle por haber atacado y vencido a Hadadézer, ya que
Tou estaba siempre en guerra con Hadadézer. Traía Hadoram vasos de
plata, oro y bronce.
11 El rey David los consagró también a Yahveh, con la
plata y el oro consagrado procedente de todos los pueblos sometidos,
12 de Edom, de Moab, de los ammonitas, de los
filisteos, de Amalec y del botín de Hadadézer, hijo de Rejob, rey de
Sobá.
13 David se hizo famoso cuando volvió de su victoria
sobre los edomitas, en el valle de la Sal, en número de 18.000.
14 Puso gobernadores en Edom y todos los edomitas
quedaron sometidos a David, y Yahveh hizo triunfar a David
dondequiera que iba.
15 Reinó David sobre todo Israel, administrando
derecho y justicia a todo su pueblo.
16 Joab, hijo de Sarvia, era jefe del ejército, y
Josafat, hijo de Ajilub, era el heraldo.
17 Sadoq, hijo de Ajitub, y Abiatar, hijo de
Ajimélek, eran sacerdotes. Seraya era secretario,
18 Benaías, hijo de Yehoyadá, mandaba a los keretos y
los peleteos. Los hijos de David eran sacerdotes.
INICIO
2 Samuel 9
1 David preguntó: «¿Queda todavía algún hijo de la
casa de Saúl? Quiero favorecerle por amor a Jonatán.
2 Tenía la familia de Saúl un siervo llamado Sibá. Le
convocaron ante David y el rey le dijo: «¿Eres tú Sibá?» Respondió: «Tu
siervo soy.»
3 Dijo el rey: «¿Queda alguien todavía de la casa de
Saúl para que yo tenga con él una misericordia sin medida?» Sibá
contestó al rey: «Vive todavía un hijo de Jonatán, tullido de pies.»
4 El rey le preguntó: «¿Dónde está?» Respondió Sibá
al rey: «Esta en casa de Makir, hijo de Ammiel, en Lo Debar.»
5 Y el rey David mandó traerlo de la casa de Makir,
hijo de Ammiel, de Lo Debar.
6 Llegó Meribbaal, hijo de Jonatán, hijo de Saúl,
adonde David y cayendo sobre su rostro se postró. David le dijo:
«Meribbaal», y respondió: «Aquí tienes a tu siervo.»
7 David le dijo: «No temas, quiero favorecerte por
amor de Jonatán, tu padre. Haré que te devuelvan todos los campos de tu
padre Saúl, y tú comerás siempre a mi mesa.»
8 El se postró y dijo: «¿Qué es tu siervo, para que
te fijes en un perro muerto como yo?»
9 Llamó el rey a Sibá, criado de Saúl, y le dijo:
«Todo lo que pertenecía a Saúl y a toda su casa, se lo doy al hijo de
tu señor.
10 Cultivarás para él la tierra tú, tus hijos y tus
siervos, y se lo llevarás a la familia de tu señor para que pueda
comer. Meribbaal, el hijo de tu señor, comerá siempre a mi mesa.» Tenía
Sibá quince hijos y veinte siervos.
11 Respondió Sibá al rey: «Tu siervo hará todo lo que
mi señor el rey ha mandado a su siervo.» Meribbaal comía a la mesa de
David como uno de los hijos del rey.
12 Tenía Meribbaal un hijo pequeño, llamado Miká.
Todos los que vivían en casa de Sibá eran siervos de Meribbaal.
13 Pero Meribbaal vivía en Jerusalén porque comía
siempre a la mesa del rey. Estaba tullido de pies.
INICIO
2 Samuel 10
1 Después de esto murió el rey de los ammonitas y
reinó en su lugar su hijo Janún.
2 Dijo David: «Tendré con Janún, hijo de Najás, la
misma benevolencia que su padre tuvo conmigo.» David envió a sus
servidores para que le consolaran por su padre. Cuando los servidores
de David llegaron al país de los ammonitas,
3 dijeron los jefes de los ammonitas a Janún, su
señor: «¿Acaso David te envía a consolar porque quiere hacer honor a tu
padre ante tus ojos? ¿No te ha enviado David sus siervos para espiar la
ciudad, explorarla y destruirla?»
4 Entonces Janún prendió a los servidores de David,
les rapó la mitad de la barba, cortó sus vestidos hasta la mitad de las
nalgas, y los despachó.
5 Se lo comunicaron a David y envió gente a su
encuentro porque los hombres estaban cubiertos de vergüenza; el rey les
mandó a decir: «Quedaos en Jericó hasta que os crezca la barba; después
volveréis.»
6 Vieron los ammonitas que se habían hecho odiosos a
David y enviaron para tomar a sueldo arameos de Bet Rejob y arameos de
Sobá 20.000 infantes; del rey de Maaká mil hombres y del rey de Tob
12.000.
7 Lo supo David y mandó a Joab con toda la tropa, los
valientes.
8 Salieron a campaña los ammonitas y se ordenaron en
batalla a la entrada de la puerta, mientras que los arameos de Sobá y
de Rejob, y los hombres de Tob y de Maaká estaban aparte en el campo.
9 Viendo Joab que tenía un frente de combate por
delante y otro por detrás, escogió a los mejores de Israel y los puso
en línea contra los arameos.
10 Puso el resto del ejército al mando de su hermano
Abisay y lo ordenó en batalla frente a los ammonitas.
11 Y dijo: «Si los arameos me dominan, ven en mi
ayuda; si los ammonitas te dominan a ti, vendré en tu socorro.
12 Ten fortaleza, esforcémonos por nuestro pueblo y
por las ciudades de nuestro Dios y que Yahveh haga lo que bien le
parezca.»
13 Y avanzó Joab con su ejército para luchar contra
los arameos, que huyeron ante él.
14 Viendo los ammonitas que los arameos emprendían la
fuga, huyeron también ellos ante Abisay y entraron en la ciudad,
mientras que Joab se alejó de los ammonitas y entró en Jerusalén.
15 Vieron los arameos que habían sido vencidos por
Israel y se concentraron todos.
16 Hadadézer mandó venir a los arameos del otro lado
del Río. Y llegaron a Jelam, viniendo a su cabeza Sobak, jefe del
ejército de Hadadézer.
17 Se dio aviso a David, quien reuniendo a todo
Israel pasó el Jordán y llegó a Jelam; los arameos se ordenaron en
batalla frente a David y combatieron contra él.
18 Huyeron los arameos ante Israel y David abatió a
los arameos setecientos carros y 40.000 de carro. Hirió también a
Sobak, jefe de su ejército, que murió allí mismo.
19 Cuando todos les reyes vasallos de Hadadézer
vieron que habían sido batidos ante Israel, hicieron la paz con Israel
y le quedaron sometidos. Los arameos no se atrevieron a seguir ayudando
a los ammonitas.
INICIO
2 Samuel 11
1 A la vuelta del año, al tiempo que los reyes salen
a campaña, envió David a Joab con sus veteranos y todo Israel.
Derrotaron a los ammonitas y pusieron sitio a Rabbá, mientras David se
quedó en Jerusalén.
2 Un atardecer se levantó David de su lecho y se
paseaba por el terrado de la casa del rey cuando vio desde lo
alto del terrado a una mujer que se estaba bañando. Era una mujer
muy hermosa.
3 Mandó David para informarse sobre la mujer y le
dijeron: «Es Betsabé, hija de Eliam, mujer de Urías el hitita.»
4 David envió gente que la trajese; llegó donde David
y él se acostó con ella, cuando acababa de purificarse de sus reglas. Y
ella se volvió a su casa.
5 La mujer quedó embarazada y envió a decir a David:
«Estoy encinta.»
6 David mandó decir a Joab: «Envíame a Urías el
hitita.» Joab envió a Urías adonde David.
7 Llegó Urías donde él y David le preguntó por Joab,
y por el ejército y por la marcha de la guerra.
8 Y dijo David a Urías: «Baja a tu casa y lava tus
pies.» Salió Urías de la casa del rey, seguido de un obsequio de
la mesa real.
9 Pero Urías se acostó a la entrada de la casa del
rey, con la guardia de su señor, y no bajó a su casa.
10 Avisaron a David: «Urías no ha bajado a su casa.»
Preguntó David a Urías: «¿No vienes de un viaje? ¿Por qué no has bajado
a tu casa?
11 Urías respondió a David: «El arca, Israel y Judá
habitan en tiendas; Joab mi señor y los siervos de mi señor acampan en
el suelo ¿y voy a entrar yo en mi casa para comer, beber y acostarme
con mi mujer? ¡Por tu vida y la vida de tu alma, no haré tal!»
12 Entonces David dijo a Urías: «Quédate hoy también
y mañana te despediré.» Se quedó Urías aquel día en Jerusalén y al día
siguiente
13 le invitó David a comer con él y le hizo beber
hasta emborracharse. Por la tarde salió y se acostó en el lecho, con la
guardia de su señor, pero no bajó a su casa.
14 A la mañana siguiente escribió David una carta a
Joab y se la envió por medio de Urías.
15 En la carta había escrito: «Poned a Urías frente a
lo más reñido de la batalla y retiraos de detrás de él para que sea
herido y muera.»
16 Estaba Joab asediando la ciudad y colocó a Urías
en el sitio en que sabía que estaban los hombres más valientes.
17 Los hombres de la ciudad hicieron una salida y
atacaron a Joab; cayeron algunos del ejército de entre los
veteranos de David; y murió también Urías el hitita.
18 Joab envió a comunicar a David todas las noticias
de la guerra,
19 y ordenó al mensajero: «Cuando hayas acabado de
decir al rey todas las noticias sobre la batalla,
20 si salta la cólera del rey de te dice: “¿Por qué
os habéis acercado a la ciudad para atacarla? ¿No sabíais que tirarían
sobre vosotros desde la muralla?
21 ¿Quien mató a Abimélek, el hijo de Yerubbaal? ¿No
arrojó una mujer sobre él una piedra de molino desde lo alto de la
muralla y murió él en Tebés? ¿Por qué os habéis acercado a la
muralla?”, tú le dices: También ha muerto tu siervo Urías el hitita.»
22 Partió el mensajero y en llegando comunicó a David
todo lo que le había mandado Joab. David se irritó contra Joab y dijo
al mensajero: «¿Por qué os habéis acercado a la muralla para luchar?
¿Quién mató a Abimélek, el hijo de Yerubbaal? ¿No arrojó una mujer
sobre él una piedra de molino desde lo alto de la muralla y murió él en
Tebés? ¿Por qué os habéis acercado a la muralla?»
23 El mensajero dijo a David: «Aquellos hombres se
crecieron frente a nosotros, hicieron una salida contra nosotros
en campo raso y los rechazamos hasta la entrada de la puerta,
24 pero los arqueros tiraron contra tus veteranos
desde lo alto de la muralla y murieron algunos de los veteranos del
rey. También murió tu siervo Urías el hitita.»
25 Entonces David dijo al mensajero: «Esto has de
decir a Joab: “No te inquietes por este asunto, porque la espada devora
ya a uno ya a otro. Redobla tu ataque contra la ciudad y destrúyela.” Y
así le darás ánimos.»
26 Supo la mujer de Urías que había muerto Urías su
marido e hizo duelo por su señor.
27 Pasado el luto, David envió por ella y la recibió
en su casa haciéndola su mujer; ella le dio a luz un hijo; pero aquella
acción que David había hecho desagradó a Yahveh.
INICIO
2 Samuel 12
1 Envió Yahveh a Natán donde David, y llegando a él
le dijo: «Había dos hombres en una ciudad, el uno era rico y el otro
era pobre.
2 El rico tenía ovejas y bueyes en gran abundancia;
3 el pobre no tenía más que una corderilla, sólo una,
pequeña, que había comprado. El la alimentaba y ella iba creciendo con
él y sus hijos, comiendo su pan, bebiendo en su copa, durmiendo en su
seno igual que una hija.
4 Vino un visitante donde el hombre rico, y dándole
pena tomar su ganado lanar y vacuno para dar de comer a aquel hombre
llegado a su casa, tomó la ovejita del pobre, y dio de comer al viajero
llegado a su casa.»
5 David se encendió en gran cólera contra aquel
hombre y dijo a Natán: «¡Vive Yahveh! que merece la muerte el hombre
que tal hizo.
6 Pagará cuatro veces la oveja por haber hecho
semejante cosa y por no haber tenido compasión.»
7 Entonces Natán dijo a David: «Tú eres ese hombre.
Así dice Yahveh Dios de Israel: Yo te he ungido rey de Israel y te he
librado de las manos de Saúl.
8 Te he dado la casa de tu señor y he puesto en tu
seno las mujeres de tu señor; te he dado la casa de Israel y de Judá; y
si es poco, te añadiré todavía otras cosas.
9 ¿Por qué has menospreciado a Yahveh haciendo lo
malo a sus ojos, matando a espada a Urías el hitita, tomando a su mujer
por mujer tuya y matándole por la espada de los ammonitas?
10 Pues bien, nunca se apartará la espada de tu casa,
ya que me has despreciado y has tomado la mujer de Urías el
hitita para mujer tuya.
11 Así habla Yahveh: Haré que de tu propia casa se
alce el mal contra ti. Tomaré tus mujeres ante tus ojos y se las
daré a otro que se acostará con tus mujeres a la luz de este sol.
12 Pues tú has obrado en lo oculto, pero yo cumpliré
esta palabra ante todo Israel y a la luz del sol.»
13 David dijo a Natán: «He pecado contra Yahveh.»
Respondió Natán a David: «También Yahveh perdona tu pecado; no morirás.
14 Pero por haber ultrajado a Yahveh con ese hecho,
el hijo que te ha nacido morirá sin remedio.»
15 Y Natán se fue a su casa. Hirió Yahveh al niño que
había engendrado a David la mujer de Urías y enfermó gravemente.
16 David suplicó a Dios por el niño; hizo David un
ayuno riguroso y entrando en casa pasaba la noche acostado en tierra.
17 Los ancianos de su casa se esforzaban por
levantarle del suelo, pero el se negó y no quiso comer con ellos.
18 El séptimo día murió el niño; los servidores de
David temieron decirle que el niño había muerto, porque se decían:
«Cuando el niño aún vivía le hablábamos y no nos escuchaba. ¿Cómo le
diremos que el niño ha muerto? ¡Hará un desatino!»
19 Vio David que sus servidores cuchicheaban entre sí
y comprendió David que el niño había muerto y dijo David a sus
servidores: «¿Es que ha muerto el niño?» Le respondieron: «Ha muerto.»
20 David se levantó del suelo, se lavó, se ungió y se
cambió de vestidos. Fue luego a la casa de Yahveh y se postró. Se
volvió a su casa, pidió que le trajesen de comer y comió.
21 Sus servidores le dijeron: «¿Qué es lo que haces?
Cuando el niño aún vivía ayunabas y llorabas, y ahora que ha muerto te
levantas y comes.»
22 Respondió: «Mientras el niño vivía ayuné y lloré,
pues me decía: ¿Quién sabe si Yahveh tendrá compasión de mí y el niño
vivirá?
23 Pero ahora que ha muerto, ¿por qué he de ayunar?
¿Podré hacer que vuelva? Yo iré donde él, pero él no volverá a mí.»
24 David consoló a Betsabé su mujer, fue donde ella y
se acostó con ella; dio ella a luz un hijo y se llamó Salomón; Yahveh
le amó,
25 y envió al profeta Natán que le llamó Yedidías,
por lo que había dicho Yahveh.
26 Joab atacó a Rabbá de los ammonitas y conquistó la
ciudad real.
27 Y envió Joab mensajeros a David para decirle: «He
atacado a Rabbá y me he apoderado también de la ciudad real.
28 Ahora, pues, reúne el resto del ejército, acampa
contra la ciudad y tómala, para que no sea yo quien la conquiste y no
le dé mi nombre.»
29 Reunió David todo el ejército y partió para Rabbá,
la atacó y la conquistó.
30 Tomó de la cabeza de Milkom la corona, que pesaba
un talento de oro; tenía ésta engarzada una piedra preciosa que fue
puesta en la cabeza de David; y se llevó un enorme botín de la ciudad.
31 A la gente que había en ella la hizo salir y la
puso a trabajar en las sierras, en los trillos de dientes de hierro, en
las hachas de hierro y los empleó en los hornos de ladrillo. Lo mismo
hizo con todas la ciudades de los ammonitas. Luego David regresó con
todo el ejército a Jerusalén.
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2 Samuel 13
1 Sucedió después que Absalón, hijo de David, tenía
una hermana que era hermosa, llamada Tamar, y Amnón, hijo de David, se
prendó de ella.
2 Estaba Amnón tan atormentado que se puso enfermo,
porque su hermana Tamar era virgen y le parecía difícil a Ammón hacerle
algo.
3 Tenía Amnón un amigo llamado Yonadab, hijo de Simá,
hermano de David; era Yonadab hombre muy astuto,
4 y le dijo: «¿Qué te sucede, hijo del rey, que de
día en día estás más afligido? ¿No me lo vas a descubrir?» Amnón le
dijo: «Estoy enamorado de Tamar, hermana de mi hermano Absalón.»
5 Yonadab le dijo: «Acuéstate en tu lecho y fíngete
enfermo y cuando tu padre venga en verte le dices: Que venga, por
favor, mi hermana Tamar a darme de comer; que prepare delante de mí
algún manjar para que lo vea yo y lo coma de su mano.»
6 Y Amnón se acostó fingiéndose enfermo. Entró el rey
a verle y Amnón dijo al rey: «Que venga, por favor, mi hermana Tamar y
fría delante de mí un par de frituras y yo las comeré de su mano.»
7 David envió a decir a Tamar a su casa: «Vete a casa
de tu hermano Amnón y prepárale algo de comer.»
8 Fue, pues, Tamar a casa de su hermano, que estaba
acostado; tomó harina, la amasó, hizo los pasteles y los puso a freír
delante de su hermano;
9 tomó la sartén y la vació delante de él, pero él no
quiso comer; y dijo Amnón: «Que salgan todos de aquí.» Y todos salieron
de allí.
10 Entonces Amnón dijo a Tamar: «Tráeme la comida a
la alcoba para que coma de tu mano.» Tomo Tamar las frituras que había
hecho, se las llevó a su hermano Amnón a la alcoba
11 y se las acercó para que comiese, pero él la
sujetó y le dijo: «Ven, acuéstate conmigo, hermana mía.»
12 Pero ella respondió: «No, hermano mío, no me
fuerces, pues no se hace esto en Israel. No cometas esta infamia.
13 ¿A dónde iría yo deshonrada? Y tú serías como un
infame en Israel. Habla, te lo suplico, al rey, que no rehusará
entregarme a ti.»
14 Pero él no quiso escucharla, sino que la sujetó y
forzándola se acostó con ella.
15 Después Amnón la aborreció con tan gran
aborrecimiento que fue mayor su aborrecimiento que el amor con que la
había amado. Y le dijo Amnón: «Levántate y vete.»
16 Ella le dijo: «No, hermano mío, por favor, porque
si me echas, este segundo mal es peor que el que me hiciste primero.»
Pero él no quiso escucharla.
17 Llamó al criado que le servía y le dijo: «Échame a
ésta fuera y cierra la puerta tras ella.»
18 (Vestía ella una túnica con mangas, porque así
vestían antes las hijas del rey que eran vírgenes). Su criado la hizo
salir fuera y cerró la puerta tras ella.
19 Tamar puso ceniza sobre su cabeza, rasgó la túnica
de mangas que llevaba, puso sus manos sobre la cabeza y se iba gritando
mientras caminaba.
20 Su hermano Absalón le dijo: «¿Es que tu hermano
Amnón ha estado contigo? Ahora calla, hermana mía; es tu hermano. No te
preocupes de este asunto.» Y Tamar quedó desolada en casa de su hermano
Absalón.
21 Cuando el rey David supo todas estas cosas se
irritó en extremo, pero no quiso castigar a su hijo Amnón, al que amaba
porque era su primogénito.
22 Absalón no dijo a Amnón ni una palabra, ni buena
ni mala, pues odiaba Absalón a Amnón porque había humillado a su
hermana Tamar.
23 Dos años después, estaban los esquiladores con
Absalón esquilando en Baal Jasor, junto a Efraím, y Absalón invitó a
todos los hijos del rey.
24 Se presentó Absalón al rey y le dijo: «Ya que
estoy de esquileo, que vengan, por favor, conmigo el rey y sus
servidores.»
25 El rey dijo a Absalón: «No, hijo mío, no podemos
ir todos para no serte gravosos.» Insistió, pero el rey no quiso ir y
le dio su bendición.
26 Absalón le dijo: «Que venga, por favor, con
nosotros mi hermano Amnón.» Respondió el rey: «¿Para qué ha de ir
contigo?»
27 Pero Absalón le insistió y dejó que fueran con él
Amnón y todos los hijos del rey. Absalón mandó preparar un convite
regio.
28 Y ordenó a sus criados: «Estad atentos: cuando el
corazón de Amnón esté alegre por el vino y yo os diga: “Herid a Amnón”,
le mataréis. No tengáis temor, porque os lo mando yo. Cobrad ánimo y
sed valerosos.»
29 Los criados de Absalón hicieron con Amnón lo que
Absalón les había mandado. Entonces todos los hijos del rey se
levantaron y montando cada cual en su mulo huyeron.
30 Estando ellos en camino llegó a David el rumor de
que Absalón había matado a todos los hijos del rey y que no había
quedado ni uno solo de ellos.
31 Se levantó el rey, rasgó sus vestidos y se echó en
tierra; todos los servidores que estaban a su lado rasgaron también,
sus vestidos.
32 Pero Yonadab, hijo de Simá, hermano de David, tomó
la palabra y dijo: «No piense mi señor el rey que han muerto todos los
muchachos, los hijos del rey, porque solamente ha muerto Amnón; pues
era cosa decidida en boca de Absalón desde el día en que aquél humilló
a su hermana Tamar.
33 Así que no haga caso mi señor el rey de esos
rumores de que han muerto todos los hijos del rey, porque sólo ha
muerto Amnón.»
34 Absalón huyó. El joven que estaba de centinela
levantó la vista y vio multitud que venía por el camino de Bajurim, a
la bajada, y fue a avisar el rey: «He visto algunos hombres que bajan
por el camino de Bajurim, por la ladera de la montaña.»
35 Yonadab dijo al rey: «Son los hijos del rey que
llegan; ha sido lo que tu servidor había dicho.»
36 Apenas había acabado de hablar, entraron los hijos
del rey y alzando su voz lloraron. También el rey y todos los
servidores se echaron a llorar con gran llanto.
37 Absalón huyó yéndose adonde Talmay, hijo de
Ammijud, rey de Guesur; y el rey lloraba todos los días por su hijo.
38 Absalón, por su parte, había huido yéndose a
Guesur: allí se quedó tres años.
39 El espíritu del rey cesó de airarse contra
Absalón, porque se había consolado ya de la muerte de Ammón.
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2 Samuel 14
1 Conoció Joab, hijo de Sarvia, que el corazón del
rey estaba por Absalón
2 y envió Joab a Técoa, a traer de allí una mujer
sagaz a la que dijo: «Da muestras de duelo, vístete de luto y no te
perfumes; pórtate como una mujer que hace muchos días que está en duelo
por un muerto.
3 Entra luego donde el rey y dile estas palabras», y
Joab puso las palabras en su boca.
4 Entró, pues, donde el rey la mujer de Técoa y
cayendo sobre su rostro en tierra se postró y dijo: «¡Sálvame, oh rey!»
5 El rey le dijo: «¿Qué te pasa?» Y ella contestó:
«¡Ay de mí! Soy una mujer viuda. Mi marido ha muerto.
6 Tu sierva tiene dos hijos. Se pelearon en el campo,
no había quien los separase y uno hirió al otro y le mató.
7 Y ahora se alza toda la familia contra tu sierva y
dicen: “Entréganos al asesino de su hermano: le haremos morir por la
vida de su hermano, al que mató, y haremos desaparecer también al
heredero.” Así van a extinguir el ascua que me queda y no dejarán a mi
marido nombre ni superviviente en la tierra.»
8 El rey dijo a la mujer: «Vete a tu casa que yo daré
órdenes sobre tu asunto.»
9 Pero la mujer de Técoa dijo al rey: «Caiga, oh rey
mi señor, la culpa sobre mí y sobre la casa de mi padre y queden
inocentes el rey y su trono.»
10 El rey dijo: «Si alguno todavía te dice algo,
hazle venir y no te molestará más.»
11 Replicó ella: «Que el rey mencione, por favor, a
Yahveh, tu Dios, para que el vengador de sangre no aumente la ruina y
no extermine a mi hijo.» El dijo: «Vive Yahveh, que no caerá en tierra
ni un cabello de tu hijo.»
12 La mujer dijo: «Te suplico que tu sierva pueda
decir a mi señor el rey una palabra.» Dijo: «Habla».
13 Respondió la mujer: «¿Por qué has tenido tal
pensamiento contra el pueblo de Dios y se hace el rey culpable diciendo
que no vuelva más su desterrado?
14 Todos hemos de morir; como el agua que se derrama
en tierra no se vuelva a recoger, así Dios no vuelve a conceder
la vida. Que el rey elija medios para que el proscrito no siga alejado
de él.
15 «Así pues, si tu sierva ha venido para hablar a mi
señor el rey estas cosas, es porque me han metido miedo y tu sierva se
ha dicho: Hablaré al rey y acaso el rey cumpla la palabra de su esclava,
16 pues el rey me escuchará y librará a su esclava de
la ira del hombre que quiere exterminarme, a mí juntamente con mi hijo,
de la heredad de Dios.
17 Tu sierva dice: Que la palabra de mi señor el rey
traiga la paz, pues mi señor el rey es como el Ángel de Dios para
discernir el bien y el mal. Y que Yahveh tu Dios sea contigo.»
18 El rey respondió a la mujer y dijo: «No me oculte
nada de lo que voy a preguntarte.» La mujer dijo: «Habla, oh rey, mi
señor.»
19 Dijo el rey: «¿No anda contigo la mano de Joab en
todo esto?» Respondió la mujer: «Por tu vida, oh rey mi señor, que no
se desvía ni a la derecha ni a la izquierda nada de lo que el rey mi
señor dice. Tu siervo Joab me ha mandado y ha puesto en la boca de tu
sierva todas estas palabras.
20 Para abordar con rodeos el tema hizo esto tu
siervo Joab. Pero mi señor es prudente como el Ángel de Dios y sabe
todo cuanto sucede en la tierra.»
21 Entonces el rey dijo a Joab: «Mira, he decidido el
asunto. Anda y haz que regrese el joven Absalón.»
22 Cayó Joab sobre su rostro en tierra y postrándose
bendijo al rey. Joab dijo: «Hoy ha conocido tu siervo que ha hallado
gracia a tus ojos, oh rey mi señor, pues ha cumplido el rey el deseo de
su siervo.»
23 Levantóse Joab, fue a Guesur y llevó a Absalón a
Jerusalén.
24 Pero el rey dijo: «Que se retire a su casa, pues
no ha de ver mi rostro.» Y Absalón se retiró a su casa sin ver el
rostro del rey.
25 No había en todo Israel un hombre tan apuesto como
Absalón, ni tan celebrado; de la planta de los pies hasta la coroni
lla
de la cabeza no había en él defecto.
26 Cuando se cortaba el pelo - y se lo cortaba cada
año; porque le pesaba mucho y por eso se lo cortaba - pesaba el cabello
de su cabeza doscientos siclos, peso real.
27 Le nacieron a Absalón tres hijos y una hija,
llamada Tamar; era una mujer de gran belleza.
28 Absalón estuvo en Jerusalén dos años sin ver el
rostro del rey.
29 Llamó Absalón a Joab para enviarle al rey, pero él
no quiso ir. Le llamó todavía una segunda vez, pero tampoco quiso.
30 Entonces dijo a sus servidores: «Ved el campo de
Joab, que está junto al mío, donde él tiene la cebada. Id y prendedle
fuego.» Los servidores de Absalón prendieron fuego al campo.
31 Entonces se levantó Joab, fue a casa de Absalón y
le dijo: «¿Por qué tus servidores han prendido fuego a mi campo?»
32 Absalón respondió a Joab: «Te he mandado llamar
para decirte: Ven, por favor, pues quiero enviarte al rey para que le
digas: ¿Para qué he vuelto de Guesur? Mejor me hubiera sido estarme
allí. Quiero ver el rostro del rey; si hay alguna culpa en mí, que me
haga morir.»
33 Fue Joab al rey y se lo comunicó. Entonces llamó a
Absalón. Entró éste donde el rey y se postró sobre su rostro en
presencia del rey. Y el rey besó a Absalón.
INICIO
2 Samuel 15
1 Después de esto se hizo Absalón con un carro,
caballos y cincuenta hombres que corrían delante de él.
2 Se levantaba Absalón temprano y se colocaba a la
vera del camino de la puerta, y a los que tenían algún pleito y venían
donde el rey para el juicio, les llamaba Absalón y les decía: «¿No eres
tú de...?» El respondía: «Tu siervo es de tal tribu de Israel.»
3 Absalón le decía: «Mira, tu causa es justa y buena,
pero nadie te escuchará de parte del rey.»
4 Y añadía Absalón: «¡Quién me pusiera por juez de
esta tierra! Podrían venir a mí todos los que tienen pleitos o juicios
y yo les haría justicia.»
5 Cuando alguno se acercaba a él y se postraba, le
tendía la mano, le retenía y le besaba.
6 Así hacía Absalón, con todos los israelitas que
iban al tribunal del rey. Absalón robaba así el corazón de los hombres
de Israel.
7 Al cabo de cuatro años dijo Absalón al rey:
«Permíteme que vaya a Hebrón a cumplir el voto que hice a Yahveh.
8 Porque tu siervo hizo voto cuando estaba en Guesur
de Aram diciendo: Si Yahveh me permite volver a Jerusalén, daré culto a
Yahveh en Hebrón.»
9 El rey le dijo «Vete en paz.» El se levantó y se
fue a Hebrón.
10 Envió Absalón mensajeros a todas las tribus de
Israel diciendo: «Cuando oigáis sonar el cuerno decid: «¡Absalón se ha
proclamado rey en Hebrón!»
11 Con Absalón habían partido de Jerusalén doscientos
hombres invitados; eran inocentes y no sabían absolutamente nada.
12 Absalón mandó a buscar a su ciudad de Guiló a
Ajitófel el guilonita, consejero de David, y lo tuvo consigo cuando
ofrecía los sacrificios. Así la conjuración se fortalecía y los
partidarios de Absalón iban aumentando.
13 Llegó uno que avisó a David: «El corazón de los
hombres de Israel va tras de Absalón.»
14 Entonces David dijo a todos los servidores que
estaban con él en Jerusalén: «Levantaos y huyamos, porque no tenemos
escape ante Absalón. Apresuraos a partir, no sea que venga a toda prisa
y nos dé alcance, vierta sobre nosotros la ruina y pase la ciudad a
filo de espada.»
15 Dijeron al rey sus servidores: «Para todo cuanto
mi señor el rey elija estamos aquí tus servidores.»
16 El rey salió con toda su casa, a pie, dejando diez
concubinas para guardar la casa.
17 Salió el rey a pie, con todo el pueblo, y se
detuvieron en la última casa.
18 Estaban con él todos sus veteranos. Todos los
kereteos, los perizitas, Ittay y todos los guititas, seiscientos
hombres que le habían seguido desde Gat, marchaban delante del rey.
19 Y dijo el rey a Ittay el guitita: «¿Por qué has de
venir tú también conmigo? Vuélvete y quédate con el rey porque eres un
extranjero, desterrado también de tu país.
20 Llegaste ayer ¿y voy a obligarte hoy a andar
errando con nosotros, cuando voy a la ventura? Vuélvete y haz que tus
hermanos se vuelvan contigo; y que Yahveh tenga contigo amor y
fidelidad.»
21 Ittay respondió al rey: «¡Por vida de Yahveh y por
tu vida, rey mi señor, que donde el rey mi señor esté, para muerte o
para vida, allí estará tu siervo!»
22 Entonces David dijo a Ittay: «Anda y pasa.» Pasó
Ittay de Gat con todos sus hombres y todas sus criaturas.
23 Iban todos llorando con gran llanto. El rey se
detuvo en el torrente Cedrón y toda la gente pasaba ante él por
el camino del desierto.
24 Iban también con él Sadoq y todos los levitas,
llevando el arca de la alianza de Dios. Se detuvieron con el arca de
Dios junto a Abiatar hasta que todo el pueblo acabó de salir de la
ciudad.
25 Dijo el rey a Sadoq: «Haz volver el arca de Dios a
la ciudad. Si he hallado gracia a los ojos de Yahveh, me hará volver y
me permitirá ver el arca y su morada.
26 Y si él dice: “No me has agradado”, que me haga lo
que mejor le parezca.»
27 Dijo el rey al sacerdote Sadoq: «Mirad, tú y
Abiatar volveos en paz a la ciudad, con vuestros dos hijos, Ajimaas, tu
hijo, y Jonatán, hijo de Abiatar.
28 Mirad, yo me detendré en las llanuras del
desierto, hasta que me llegue una palabra vuestra que me dé noticias.»
29 Sadoq y Abiatar volvieron el arca de Dios a
Jerusalén y se quedaron allí.
30 David subía la cuesta de los Olivos, subía
llorando con la cabeza cubierta y los pies desnudos; y toda la gente
que estaba con él había cubierto su cabeza y subía la cuesta llorando.
31 Notificaron entonces a David: «Ajitófel está entre
los conjurados con Absalón», y David dijo: «¡Vuelve necios, Yahveh, los
consejos de Ajitófel!»
32 Cuando David llegó a la cima donde se postran ante
Dios, le salió al encuentro Jusay el arquita, amigo de David, con la
túnica desgarrada y cubierta de polvo su cabeza.
33 David le dijo: «Si vienes conmigo, me serás una
carga.
34 Pero si tu vuelves a la ciudad y dices a Absalón:
“Soy tu siervo, oh rey mi señor; antes serví a tu padre, ahora soy
siervo tuyo,” podrás frustrar, en favor mío, los consejos de Ajitófel.
35 ¿No estarán allí contigo los sacerdotes Sadoq y
Abiatar? Todo cuanto oigas en la casa del rey, se lo comunicas a los
sacerdotes Sadoq y Abiatar.
36 Estarán allí con ellos sus dos hijos, Ajimaas de
Sadoq y Jonatán de Abiatar, y por su medio podréis comunicarme todo lo
que sepáis.»
37 Jusay, amigo de David, entró en la ciudad cuando
Absalón llegaba a Jerusalén.
INICIO
2 Samuel 16
1 Había pasado David un poco más allá de la cumbre,
cuando le salió al encuentro Sibá, criado de Meribbaal, con dos
asnos aparejados, cargados con doscientos panes, cien racimos de uvas
pasas, cien frutas maduras y un odre de vino.
2 El rey preguntó a Sibá: «¿Para qué es esto?» Sibá
contestó: «Los asnos son para que la familia del rey pueda montar, los
panes y frutas son para que los muchachos coman y el vino para que beba
el que se fatigue en el desierto.»
3 El rey preguntó: «¿Dónde está el hijo de tu señor?»
Sibá respondió al rey: «Se ha quedado en Jerusalén porque se ha dicho:
Hoy me devolverá la casa de Israel el reino de mi padre.»
4 El rey dijo a Sibá: «Todo lo de Meribbaal es para
ti» Sibá respondió: «Me postro ante ti. ¡Que halle yo gracia a tus
ojos, oh rey mi señor!»
5 Cuando el rey David llegó a Bajurim salió de allí
un hombre del mismo clan que la casa de Saúl, llamado Semeí, hijo de
Guerá. Iba maldiciendo mientras avanzaba.
6 Tiraba piedras a David y a todos los servidores del
rey, mientras toda la gente y todos los servidores se colocaban a
derecha e izquierda.
7 Semeí decía maldiciendo: «Vete, vete, hombre
sanguinario y malvado.
8 Yahveh te devuelva toda la sangre de la casa de
Saúl, cuyo reino usurpaste. Así Yahveh ha entregado tu reino en manos
de Absalón tu hijo. Has caído en tu propia maldad, porque eres un
hombre sanguinario.»
9 Abisay, hijo de Sarvia, dijo al rey: «¿Por qué ha
de maldecir este perro muerto a mi señor el rey? Voy ahora mismo y le
corto la cabeza.»
10 Respondió el rey: «¿Qué tengo yo con vosotros,
hijos de Sarvia? Deja que maldiga, pues si Yahveh le ha dicho: “Maldice
a David” ¿quién le puede decir: «Por qué haces esto?»
11 Y añadió David a Abisay y a todos sus siervos:
«Mirad, mi hijo, salido de mis entrañas, busca mi muerte, pues ¿cuánto
más ahora un benjaminita? Dejadle que maldiga, pues se lo ha mandado
Yahveh.
12 Acaso Yahveh mire mi aflicción y me devuelva
Yahveh bien por las maldiciones de este día.»
13 Y David y sus hombres prosiguieron su camino,
mientras Semeí marchaba por el flanco de la montaña, paralelo a él; iba
maldiciendo, tirando piedras y arrojando polvo.
14 El rey y todo el pueblo que iba con él, llegaron
extenuados a... y allí tomaron aliento.
15 Absalón y todos hombres de Israel entraron en
Jerusalén; Ajitófel estaba con él.
16 Llegó Jusay el arquita, amigo de David, donde
Absalón y dijo Jusay a Absalón: «¡Viva el rey, viva el rey!»
17 Absalón dijo a Jusay: «¿Es éste tu afecto por tu
amigo? ¿Por qué no te has ido con tu amigo?»
18 Jusay respondió a Absalón: «No. Yo quiero estar y
permanecer con aquel a quien ha elegido Yahveh, este pueblo y todos los
hombres de Israel.
19 Por lo demás ¿a quién voy a servir? ¿No es a su
hijo? Como he servido a tu padre, te serviré a ti.»
20 Absalón dijo a Ajitófel: «Tomad consejo sobre lo
que se debe hacer.»
21 Ajitófel dijo a Absalón: «Llégate a las concubinas
que tu padre ha dejado para guardar la casa; todo Israel sabrá que te
has hecho odioso a tu padre y se fortalecerán las manos de todos los
que están contigo.
22 Se levantó, pues, una tienda para Absalón sobre el
terrado y Absalón se unió a las concubinas de su padre a la vista de
todo Israel.
23 El consejo que daba Ajitófel aquellos días era
como si se hubiese pedido un oráculo a Dios. Así era tenido el consejo
de Ajitófel, tanto por David como por Absalón.
INICIO
2 Samuel 17
1 Ajitófel dijo a Absalón: «Voy a elegir 12.000
hombres y me lanzaré en persecución de David esta misma noche.
2 Caeré sobre él cuando esté fatigado y falto de
fuerzas, le llenaré de espanto y huirá toda la gente que está con él;
heriré al rey solamente
3 y haré que vuelva a ti todo el pueblo, como la
novia viene a su esposo; solamente buscas la muerte de un hombre y todo
el pueblo quedará a salvo.»
4 Pareció bueno el consejo a Absalón y a todos los
ancianos de Israel.
5 Pero Absalón dijo: «Llamad también a Jusay el
arquita y oigámosle también a él.»
6 Llegó Jusay donde Absalón y Absalón dijo: «Ajitófel
nos ha dicho esto. ¿Debemos hacer lo que dice? Si no, habla tu.»
7 Jusay dijo a Absalón: «Por esta vez, no es bueno el
consejo de Ajitófel.»
8 Añadió Jusay: «Tú ya sabes que tu padre y sus
hombres son gente valerosa y están exasperados como una osa salvaje a
la que han quitado sus oseznos. Tu padre es hombre de guerra y no
permitirá que el pueblo descanse durante la noche.
9 Ahora estará escondido en alguna caverna o en algún
lugar. Si caen al principio algunos de los nuestros se correrá el rumor
y se dirá: Ha habido un desastre en la tropa que sigue a Absalón.
10 Y sucederá que incluso los más valientes, cuyo
corazón es como corazón de león, perderán el ánimo, porque todo
Israel sabe que tu padre es esforzado y que son valerosos los que están
con él.
11 Por eso te aconsejo que reúnas en torno a ti a
todo Israel, desde Dan hasta Berseba, como la arena que hay en la
orilla del mar, y tú marcharás en persona en medio de ellos.
12 Nos acercaremos a él en cualquier lugar en que se
encuentre, caeremos sobre él como cae el rocío sobre la tierra y no
dejaremos con vida ni a él ni a uno solo de los hombres que le
acompañan.
13 Si se recoge a una ciudad, todo Israel llevará
cuerdas y la arrastraremos hasta el torrente, de modo que no se pueda
hallar en ella ni un pedrusco.»
14 Absalón y todos los hombres de Israel dijeron: «El
consejo de Jusay el arquita es mejor que el consejo de Ajitófel.» Es
que Yahveh había decidido frustrar el consejo de Ajitófel - que era
bueno - para traer Yahveh la ruina sobre Absalón.
15 Después Jusay dijo a los sacerdotes Sadoq y
Abiatar: «Esto ha aconsejado Ajitófel a Absalón y a los ancianos de
Israel; y esto y esto he aconsejado yo.
16 Ahora mandad rápidamente a avisar a David: “No
hagas noche en las llanuras del desierto. Pasa sin tardanza al otro
lado, no vaya a ser devorado el rey y todo el pueblo que le acompaña.”»
17 Jonatán y Ajimaas estaban apostados en la fuente
de Roguel. Una criada vendría a avisarles y ellos irían a comunicárselo
al rey David, porque no podían dejarse ver al entrar en la ciudad.
18 Pero los vio un muchacho y avisó a Absalón.
Entonces los dos partieron a toda prisa y entraron en casa de un hombre
de Bajurim. Tenía éste un pozo en el patio y los bajaron a él.
19 La mujer tomó una manta, la extendió sobre la boca
del pozo, y puso encima grano trillado; de modo que no se notaba nada.
20 Llegó la gente de Absalón a la casa, donde la
mujer, y dijeron: «¿Dónde están Ajimaas y Jonatán?» La mujer respondió:
«Han pasado más allá hacia el agua.» Buscaron, pero no hallaron nada y
se volvieron a Jerusalén.
21 Después que se fueron, subieron ellos del pozo y
fueron a avisar al rey David diciéndole: «Levantaos y pasad aprisa el
agua, porque este consejo les ha dado Ajitófel contra vosotros.»
22 Se levantó David y todo el pueblo que estaba con
él y pasaron el Jordán; al romper la luz de la mañana no quedaba nadie
sin pasar el Jordán.
23 Cuando vio Ajitófel que no habían seguido con su
consejo, aparejó el asno y levantándose fue a su casa en su ciudad;
ordenó su casa, y luego se ahorcó y murió. Le sepultaron en la tumba de
su padre.
24 Llegaba David a Majanáyim cuando atravesaba
Absalón el Jordán con todos los hombres de Israel.
25 Absalón había puesto a Amasá al frente del
ejército, en lugar de Joab. Amasá era hijo de un hombre llamado Yitrá
el ismaelita, que se había unido con Abigaíl, hija de Jesé, hermana de
Sarvia, madre de Joab.
26 Israel y Absalón acamparon en tierra de Galaad.
27 Cuando David llegó a Majanáyim, Sobí, hijo de
Najás, de Rabbá de los ammonitas, y Makir, hijo de Ammiel, de Lo Debar,
y Barzillay de Galaad de Roguelim,
28 llevaron lechos, esteras, copas y vasos de barro,
así como trigo, cebada, harina, grano tostado, lentejas, habas,
29 miel, cuajada, ovejas y quesos de vaca, y lo
ofrecieron a David y a la gente que estaba con él, para que comiesen,
pues se habían dicho: «La gente habrá pasado hambre, fatigas y sed en
el desierto.»
INICIO
2 Samuel 18
1 David pasó revista al ejército que estaba con él y
puso a su cabeza jefes de millar y de cien.
2 Dividió David el ejército en tres cuerpos: un
tercio a las órdenes de Joab; un tercio a las órdenes de Abisay,
hijo de Sarvia, hermano de Joab, y un tercio a las órdenes de Ittay de
Gat. Y dijo David a su ejército: «Yo mismo saldré también con vosotros.»
3 Pero la tropa dijo: «No debes salir, porque si
nosotros tenemos que huir, no tendría importancia; aunque muriera la
mitad de nosotros no tendría importancia; pero tú eres como 10.000 de
nosotros. Es mejor que puedas venir en nuestra ayuda desde la ciudad.»
4 El rey les dijo: «Haré lo que bien os parezca.» Se
quedó, pues, el rey junto a la puerta y salió todo el ejército por
centenares y millares.
5 El rey ordenó a Joab, Abisay y a Ittay: «Tratad
bien, por amor a mí, al joven Absalón.» Y todo el ejército oyó las
órdenes del rey a todos los jefes acerca de Absalón.
6 El ejército salió al campo, al encuentro de Israel,
y se trabó la batalla en el bosque de Efraím.
7 El pueblo de Israel fue derrotado allí por los
veteranos de David, y hubo aquel día un gran estrago de 20.000 hombres.
8 La batalla se extendió por todo aquel contorno y
aquel contorno y aquel día devoró el bosque más hombres que la espada.
9 Absalón se topó con los veteranos de David. Iba
Absalón montado en un mulo y el mulo se metió bajo el ramaje de una
gran encina. La cabeza de Absalón se trabó y quedó en la encina colgado
entre el cielo y la tierra, mientras que el mulo que estaba debajo de
él siguió adelante.
10 Lo vio un hombre y se lo avisó a Joab diciendo:
«He visto a Absalón colgado de una encina.»
11 Joab dijo al hombre que le avisaba: «Y viéndole
¿por qué no le has derribado allí mismo en tierra, yo te habría dado
diez siclos de plata y un cinturón?»
12 El hombre respondió a Joab: «Aunque pudiera pesar
en la palma de mi mano mil siclos de plata, no alzaría mi mano contra
el hijo del rey, pues ante nuestros oídos te ordenó el rey, a ti, a
Abisay y a Ittay: “Guardadme al joven Absalón.”
13 Si me hubiera mentido a mí mismo, expondría mi
vida, pues al rey nada se le oculta y tú mismo te hubieras mantenido
aparte.»
14 Respondió Joab: «No voy a estarme mirando tu
cara.» Y tomando tres dardos en su mano los clavó en el corazón de
Absalón, que estaba todavía vivo en medio de la encina.
15 Luego se acercaron diez jóvenes, escuderos de
Joab, que hirieron a Absalón y lo remataron.
16 Joab mandó tocar el cuerno y el ejército dejó de
perseguir a Israel, porque Joab retuvo al ejército.
17 Tomaron a Absalón, le echaron en el bosque en un
gran hoyo y pusieron encima un gran montón de piedras; y todo Israel
huyó, cada uno a su tienda.
18 Estando en vida, había decidido Absalón alzarse la
estela que está en el valle del rey, pues se había dicho: « No tengo
hijo para perpetuar mi nombre», y había puesto a la estela su mismo
nombre. Se llama «La Mano de Absalón», hasta el día de hoy.
19 Ajimaas, hijo de Sadoq, dijo: «Voy a correr y
anunciar al rey la buena noticia de que Yahveh le ha librado de manos
de sus enemigos.»
20 Pero Joab le dijo; «No serás tú hombre que dé
buenas noticias hoy. Otro día las darás; hoy no las darás porque el
hijo del rey ha muerto.»
21 Y Joab dijo al kusita: «Anda y anuncia al rey lo
que has visto.» El kusita se postró ante Joab y partió a la carrera.
22 Insistió de nuevo Ajimaas, hijo de Sadoq, y dijo a
Joab: «Pase lo que pase, yo también quiero correr tras el kusita.» Joab
le dijo: «¿Para qué vas a correr, hijo mío? aunque vayas, por esta
noticia no te van a dar albricias.»
23 El dijo: «Pase lo que pase, voy a correr.»
Entonces le dijo: «Corre.» Ajimaas corrió por el camino de la vega y
adelantó al kusita.
24 Estaba David entre las dos puertas. El centinela
que estaba en el terrado de la puerta, sobre la muralla, alzó la vista
y vio a un hombre que venía corriendo solo.
25 Gritó el centinela y se lo comunicó al rey y el
dijo: «Si viene solo, hay buenas noticias en su boca.» Mientras éste se
acercaba corriendo,
26 vio el centinela otro hombre corriendo y gritó el
centinela de la puerta: «Ahí viene otro hombre solo, corriendo.» Dijo
el rey: «También éste trae buenas noticias.»
27 Dijo el centinela: «Ya distingo el modo de correr
del primero: por su modo de correr es Ajimaas, hijo de Sadoq.» Dijo el
rey: «Es un hombre de bien; viene para dar buenas noticias.»
28 Se acercó Ajimaas y dijo al rey: «¡Paz!», y se
postró ante el rey, rostro en tierra. Luego prosiguió: «Bendito sea
Yahveh tu Dios que ha sometido a los hombres que alzaban la mano contra
mi señor el rey.»
29 Preguntó el rey: «¿Está bien el joven Absalón?»
Ajimaas respondió: «Yo vi un gran tumulto cuando el siervo del rey,
Joab, envió a tu siervo pero no sé qué era.»
30 El rey dijo: «Pasa y ponte acá.» El pasó y se
quedó.
31 Llegó el kusita y dijo: «Recibe, oh rey mi señor,
la buena noticia, pues hoy te ha liberado Yahveh de la mano de todos lo
que se alzaban contra ti.»
32 Dijo el rey al kusita: «Está bien el joven
Absalón?» Respondió el kusita: «Que les suceda como a ese joven a todos
los enemigos de mi señor el rey y a todos los que se levantan contra ti
para hacerte mal.»
INICIO
2 Samuel 19
1 Entonces el rey se estremeció. Subió a la estancia
que había encima de la puerta y rompió a llorar. Decía entre
sollozos: «¡Hijo mío, Absalón; hijo mío, hijo mío, Absalón! ¡Quién me
diera haber muerto en tu lugar, Absalón, hijo mío, hijo mío!»
2 Avisaron a Joab: «Mira que el rey está llorando y
lamentándose por Absalón.»
3 La victoria se trocó en duelo aquel día para todo
el pueblo, porque aquel día supo el pueblo que el rey estaba desolado
por su hijo.
4 Y aquel día fue entrando el ejército a escondidas
en la ciudad, como cuando va a escondidas un ejército que huye
avergonzado de la batalla.
5 El rey, tapado el rostro, decía con grandes
gemidos: «¡Hijo mío, Absalón; Absalón, hijo mío, hijo mío!»
6 Entró Joab en la casa, donde el rey, y le dijo:
«Estás hoy cubriendo de vergüenza el rostro de todos tus servidores,
que han salvado hoy tu vida, la vida de tus hijos y tus hijas, la vida
de tus mujeres y la vida de tus concubinas,
7 porque amas a los que te aborrecen y aborreces a
los que te aman; hoy has demostrado que nada te importan tus jefes ni
tus soldados; ahora estoy comprendiendo que si Absalón viviera y todos
nosotros hubiéramos muerto hoy, te habría parecido bien.
8 Ahora, pues, levántate, sal y habla al corazón de
tus servidores, porque por Yahveh te juro que, si no sales, no quedará
contigo esta noche ni un hombre, y esto sería para ti mayor calamidad
que cuantas vinieron sobre ti desde tu juventud hasta hoy.»
9 Se levantó el rey y vino a sentarse a la puerta. Se
avisó a todo el ejército: «El rey está sentado a la puerta», y todo el
ejército se presentó ante el rey. Israel había huido cada uno a su
tienda.
10 Y todo el pueblo discutía en todas las tribus de
Israel diciendo: «El rey nos libró de nuestros enemigos y nos salvó de
manos de los filisteos y ahora ha tenido que huir del país, lejos de
Absalón.
11 Pero Absalón, a quien ungimos por rey nuestro, ha
muerto en la batalla. Así pues, ¿por qué estáis sin hacer nada para
traer al rey?»
12 Llegaron hasta el rey estas palabras de todo
Israel; y el rey David mandó a decir a los sacerdotes Sadoq y Abiatar:
«Decid a los ancianos de Judá: “¿Por qué vais a ser los últimos en
traer al rey a su casa?
13 Sois mis hermanos, mi carne y mis huesos sois, y
¿vais a ser los últimos en hacer volver al rey?”
14 Decid también a Amasá: “¿No eres tú hueso mío y
carne mía? Esto me haga Dios y esto me añada si no entras a mi servicio
toda mi vida como jefe del ejército, en lugar de Joab.”»
15 Entonces se inclinó el corazón de todos los
hombres de Judá como un solo hombre y enviaron a decir al rey: «Vuelve,
tú y todos tus servidores.»
16 Volvió, pues, el rey y llegó hasta el Jordán. Judá
llegó hasta Guilgal, viniendo al encuentro del rey para ayudar al rey a
pasar el Jordán.
17 Semeí, hijo de Guerá, benjaminita de Bajurim, se
apresuró a bajar con los hombres de Judá al encuentro del rey David.
18 Venían con él mil hombres de Benjamín. Sibá,
criado de la casa de Saúl, sus quince hijos y sus veinte siervos
bajaron al Jordán delante del rey,
19 para ayudar a pasar a la familia del rey, y hacer
todo lo que le pareciera bien. Semeí, hijo de Guerá, se echó ante el
rey, cuando hubo pasado el Jordán,
20 y dijo al rey: «No me impute culpa mi señor y no
recuerdes el mal que tu siervo hizo el día en que mi señor el rey salía
de Jerusalén; que no lo guarde el rey en su corazón,
21 porque bien conoce tu siervo que he pecado, pero
he venido hoy el primero de toda la casa de José, para bajar al
encuentro de mi señor el rey.»
22 Entonces Abisay, hijo de Sarvia, tomó la palabra y
dijo: «¿Es que no va a morir Semeí por haber maldecido al ungido de
Yahveh?»
23 Pero David dijo: «¿Qué tengo yo con vosotros,
hijos de Sarvia, que os convertís hoy en adversarios míos? ¿Ha de morir
hoy alguien en Israel? ¿Acaso no conozco que hoy vuelvo a ser rey de
Israel?»
24 El rey dijo a Semeí: «No morirás.» Y el rey se lo
juró.
25 También Meribbaal, hijo de Saúl, bajó al encuentro
del rey. No había aseado sus pies ni sus manos, no había cuidado su
bigote ni había lavado sus vestidos desde el día en que se marchó el
rey hasta el día en que volvió en paz.
26 Cuando llegó de Jerusalén al encuentro del rey, el
rey le dijo: «¿Por qué no viniste conmigo, Meribbaal?»
27 Respondió él: «¡Oh rey, señor mío! Mi servidor me
engañó: Tu siervo le había dicho: “Aparéjame el asno; montaré en él, y
me iré con el rey”, porque tu siervo es cojo.
28 Ha calumniado a tu siervo ante mi señor el rey.
Pero el rey mi señor es como el Ángel de Dios y harás lo que bien te
pareciere.
29 Pues toda la familia de mi padre merecía la muerte
de parte del rey mi señor, y tú, con todo, has puesto a tu siervo entre
los que comen a tu mesa. ¿Qué derecho tengo yo a implorar todavía al
rey?»
30 El rey le dijo: «¿Para qué vas a seguir repitiendo
tus palabras? He decidido que tú y Sibá os repartáis las tierras.»
31 Dijo Meribbaal al rey: «Y aun todo puede
llevárselo, ya que mi señor el rey ha vuelto en paz a su casa.»
32 También Barzillay de Galaad había bajado de
Roguelim y había pasado el Jordán con el rey para despedirle en el
Jordán.
33 Barzillay era muy anciano; tenía ochenta años.
Había proporcionado alimentos al rey durante su estancia en Majanáyim,
porque era un hombre muy rico.
34 Dijo el rey a Barzillay: «Sigue conmigo y yo te
mantendré junto a mí en Jerusalén.»
35 Pero Barzillay dijo al rey: «¿Cuántos podrán ser
los años de mi vida para que suba con el rey a Jerusalén?
36 Ochenta años tengo. ¿Puedo hoy distinguir entre lo
bueno y lo malo? Tu siervo no llega ya a saborear lo que come o bebe,
ni alcanzo ya a oír la voz de los cantores y cantoras. ¿Por qué tu
siervo ha de seguir siendo una carga para el rey mi señor?
37 Tu siervo continuará con el rey un poco más allá
del Jordán, pero ¿para qué ha de concederme el rey tal recompensa?
38 Permite que tu siervo se vuelva para morir en mi
ciudad, junto al sepulcro de mi padre y de mi madre. Aquí está tu
siervo Kimham. Que siga él con el rey mi señor y haz con él lo que bien
te parezca.»
39 Dijo el rey: «Que venga Kimham conmigo; haré por
él cuanto desees, y todo cuanto me pidas te lo concederé.»
40 Todo el pueblo pasó el Jordán. Pasó el rey, que
besó a Barzillay y le bendijo, y éste se volvió a su casa.
41 Siguió el rey hacia Guilgal y Kimham pasó con él.
Iba con el rey todo el pueblo de Judá y la mitad del pueblo de Israel.
42 En esto todos los hombres de Israel fueron al rey
y le dijeron: «¿Por qué nuestros hermanos, los hombres de Judá, te
tienen secuestrado y han hecho pasar el Jordán al rey, a su casa y a
todos los hombres de David con él?»
43 Todos los hombres de Judá respondieron a los
hombres de Israel: «Porque el rey está emparentado conmigo. ¿Por qué te
ha de irritar esto? ¿Hemos comido acaso a expensas del rey? ¿O nos
hemos llevado alguna ración?»
44 Los hombres de Israel respondieron a los hombres
de Judá: «Yo tengo diez partes en el rey y además soy el primogénito.
¿Por qué me has menospreciado? ¿No hablé yo primero para hacer volver a
mi rey?» Pero las palabras de los hombres de Judá fueron más ásperas
que las de los hombres de Israel.
INICIO
2 Samuel 20
1 Había allí un malvado llamado Seba, hijo de Bikrí,
benjaminita, que hizo sonar el cuerno y dijo: «No tenemos parte con
David, ni tenemos heredad con el hijo de Jesé. ¡Cada uno a sus tiendas,
Israel!»
2 Y todos los hombres de Israel se apartaron de David
para seguir a Seba, hijo de Bikrí, mientras que los hombres de Judá se
adhirieron a su rey, desde el Jordán hasta Jerusalén.
3 David entró en su casa de Jerusalén; tomó el rey
las diez concubinas que había dejado para guardar la casa y las puso
bajo custodia. Proveyó a su mantenimiento, pero no se acercó a ellas y
estuvieron encerradas hasta el día de su muerte, como viudas de por
vida.
4 El rey dijo a Amasá: «Convócame a los hombres de
Judá y preséntate aquí dentro de tres días.»
5 Partió Amasá para convocar a Judá pero tardó más
tiempo del señalado.
6 Entonces David dijo a Abisay: «Ahora Seba, hijo de
Bikrí, nos va a hacer más mal que Absalón. Toma los veteranos de tu
señor y parte en su persecución para que no alcance las ciudades
fortificadas y se nos escape.»
7 Salieron en pos de Abisay los hombres de Joab, los
kereteos, los peleteos y todos los valientes; salieron de Jerusalén
para perseguir a Seba, hijo de Bikrí.
8 Estaban cerca de la piedra grande que hay en Gabaón
cuando Amasá se presentó ante ellos. Vestía Joab su vestido militar y
llevaba sobre él la espada, en la vaina, ceñida al costado. La espada
se salió y cayó.
9 Joab dijo a Amasá: «¿Estás bien, hermano mío?» y
sujetó Joab con su mano derecha la barba de Amasá como para besarle.
10 Amasá no se fijó en la espada que Joab tenía en su
mano; y éste le hirió en el vientre derramando sus entrañas en tierra.
No tuvo que repetir para matarle. Luego Joab y su hermano Abisay
continuaron la persecución de Seba, hijo de Bikrí.
11 Se quedó junto a Amasá uno de los criados de Joab
que decía: «Quien quiera a Joab y quien esté por David, que siga a
Joab.»
12 Amasá, envuelto en sangre, estaba en medio del
camino; viendo el hombre que todo el pueblo paraba, apartó a Amasá del
camino al campo, y le puso encima un vestido, porque vio que todos los
que llegaban hasta él se detenían.
13 Cuando Amasá fue apartado del camino, todos los
hombres seguían en pos de Joab, persiguiendo a Seba, hijo de Bikrí.
14 Seba atravesó todas las tribus de Israel hacia
Abel Bet Maaká, y todos los bikritas... se habían reunido y entraron
tras él.
15 Vinieron y le cercaron en Abel Bet Maaká. Alzaron
junto a la ciudad un terraplén que llegaba hasta el contramuro y todo
el ejército que estaba con Joab trabajaba para derribar el muro,
haciendo zapa.
16 Entonces una mujer sagaz gritó desde la ciudad:
«¡Escuchad, escuchad! Decid a Joab que se acerque aquí que quiero
hablarle.»
17 Se acercó él y la mujer dijo: «¿Eres tú Joab?»
Respondió: «Yo soy.» Ella le dijo: «Escucha las palabras de tu sierva.»
«Te escucho» - dijo -.
18 Ella continuó: «Antes se decía: Quien preguntare,
que pregunte en Abel y en Dan si ha acabado
19 lo que han establecido los fieles de Israel. ¿Y tú
estás buscando la destrucción de una ciudad, madre de ciudades en
Israel? ¿Por qué quieres destruir una heredad de Yahveh?»
20 Respondió Joab: «¡Lejos, lejos de mí querer
destruir y aniquilar!
21 No se trata de eso sino de un hombre de la montaña
de Efraím, llamado Seba, hijo de Bikrí, que ha alzado su mano contra el
rey, contra David. Entregadle en nuestras manos y me marcharé de la
ciudad.» Respondió la mujer a Joab: «Se te echará su cabeza por encima
del muro.»
22 La mujer entró en la ciudad y habló a todo el
pueblo con su habitual prudencia. Le cortaron la cabeza a Seba, hijo de
Bikrí, y se la arrojaron a Joab. Entonces éste hizo sonar el cuerno y
se alejaron de la ciudad cada uno a su tienda. Joab se volvió a
Jerusalén junto al rey.
23 Joab era jefe de todo el ejército. Benaías, hijo
de Yehoyadá, era jefe de los kereteos y los peleteos.
24 Adoram era jefe de la leva, y Josafat, hijo de
Ajilud, era el heraldo.
25 Seraya era secretario; Sadoq y Abiatar eran
sacerdotes.
26 También Irá el yairita era sacerdote de David.
INICIO
2 Samuel 21
1 En tiempo de David hubo hambre por tres años
consecutivos. David consultó el rostro de Yahveh y Yahveh respondió:
«Hay sangre sobre Saúl y sobre su casa, porque mató a los gabaonitas.»
2 Llamó el rey a los gabaonitas y les dijo: (Estos
gabaonitas no eran israelitas, sino uno de los residuos amorreos, a los
que los israelitas habían hecho juramento. Pero Saúl intentó
exterminarlos, llevado del celo por los israelitas y Judá.)
3 Dijo, pues, David a los gabaonitas: «¿Qué debo
hacer por vosotros y cómo puedo aplacaros para que bendigáis la heredad
de Yahveh?»
4 Le respondieron los gabaonitas: «No es para
nosotros cuestión de oro ni plata con Saúl y su casa, ni se trata de
hacer morir a nadie en Israel.» El dijo: «Haré por vosotros lo que me
digáis.»
5 Entonces ellos dijeron al rey: «Aquel hombre nos
exterminó y proyectó aniquilarnos para hacernos desaparecer de todos
los términos de Israel.
6 Que se nos entreguen siete de entre sus hijos y los
despeñaremos ante Yahveh en Gabaón, en el monte de Yahveh.» El rey
dijo: «Os los entregaré.»
7 Pero el rey perdonó a Meribbaal, hijo de Jonatán,
hijo de Saúl, a causa del juramento de Yahveh que había entre ellos,
entre David y Jonatán, hijo de Saúl.
8 Tomó el rey a los dos hijos que Rispá, hija de
Ayyá, había dado a Saúl, Armoní y Meribbaal, y a los cinco hijos que
Merab, hija de Saúl, había dado a Adriel, hijo de Barzillay de Mejolá
9 y los puso en manos de los gabaonitas que los
despeñaron en el monte ante Yahveh. Cayeron los siete a la vez; fueron
muertos en los primeros días de la cosecha, al comienzo de la siega de
la cebada.
10 Rispá, hija de Ayyá, tomó un sayal y se lo tendía
sobre la roca desde el comienzo de la siega hasta que cayeron sobre
ellos las lluvias del cielo; no dejaba que se pararan junto a ellos las
aves del cielo por el día ni las bestias del campo por la noche.
11 Avisaron a David lo que había hecho Rispá, hija de
Ayyá, concubina de Saúl.
12 Entonces David fue a recoger los huesos de Saúl y
los huesos de su hijo Jonatán, de entre los vecinos de Yabés de Galaad
que los habían hurtado de la explanada de Betsán, donde los filisteos
los habían colgado el día que mataron a Saúl en Gelboé;
13 subió desde allí los huesos de Saúl y los huesos
de su hijo Jonatán y los reunió con los huesos de los despeñados.
14 Sepultaron los huesos de Saúl, los de su hijo
Jonatán y los de los despeñados, en tierra de Benjamín, en Selá, en el
sepulcro de Quis, padre de Saúl, y ejecutaron cuanto había ordenado el
rey, después de lo cual Dios quedó aplacado con la tierra.
15 Hubo otra guerra de los filisteos contra Israel.
Bajó David con sus veteranos y atacaron a los filisteos. David estaba
extenuado.
16 Había un campeón de los descendientes de Rafá; el
peso de su lanza era de trescientos siclos de bronce, ceñía una espada
nueva y se dijo: «Voy a matar a David.»
17 Pero acudió en su socorro Abisay, hijo de Sarvia,
que hirió al filisteo y le mató. Entonces los hombres de David le
conjuraron diciendo: «No vuelvas a salir al combate con nosotros, para
que no apagues la antorcha en Israel.»
18 Después de esto, hubo guerra de nuevo en Gob
contra los filisteos; entonces Sibbekay, jusatita, mató a Saf, uno de
los descendientes de Rafá.
19 Hubo otra guerra en Gob contra los filisteos, y
Eljanán, hijo de Yaír de Belén, mató a Goliat de Gat; el asta de su
lanza era como un enjullo de tejedor.
20 Hubo guerra de nuevo en Gat y había allí un hombre
de gran estatura que tenía seis dedos en cada mano y seis dedos en cada
pie, veinticuatro dedos en total; también él descendía de Rafá.
21 Desafió éste a Israel, y Jonatán, hijo de Simá,
hermano de David, le mató.
22 Estos cuatro descendían de Rafá de Gat y
sucumbieron a manos de David y de sus veteranos.
INICIO
2 Samuel 22
1 David dijo a Yahveh las palabras de este cántico el
día que le salvó Yahveh de la mano de todos sus enemigos y de la mano
de Saúl.
2 Dijo: Yahveh, mi roca, y mi baluarte, mi liberador,
3 mi Dios, la peña en que me amparo, mi escudo y
fuerza de mi salvación, mi ciudadela y mi refugio, mi salvador que me
salva de la violencia.
4 Invoco a Yahveh que es digno de alabanza, y quedo a
salvo de mis enemigos.
5 Los olas de la muerte me envolvían, me espantaban
las trombas de Belial,
6 los lazos del seol me rodeaban, me aguardaban los
cepos de la muerte.
7 Clamé a Yahveh en mi angustia, a mi Dios invoqué, y
escuchó mi voz desde su templo, resonó mi llamada en sus oídos.
8 La tierra fue sacudida y vaciló, las bases de los
cielos retemblaron. Vacilaron bajo su furor.
9 Una humareda subió de sus narices y de su boca un
fuego que abrasaba; de él salían carbones encendidos.
10 El inclinó los cielos y bajó, un espeso nublado
debajo de sus pies.
11 Cabalgó sobre un querube, emprendió el vuelo,
sobre las alas de los vientos planeó.
12 Se puso como tienda un cerco de tinieblas,
tinieblas de las aguas, espesos nubarrones.
13 Del fulgor que le precedía se encendieron granizo
y ascuas de fuego.
14 Tronó Yahveh dese los cielos, lanzó el Altísimo su
voz;
15 arrojó saetas y los puso en fuga, rayos fulminó y
sembró derrota.
16 El fondo del mar quedó a la vista, los cimientos
del orbe aparecieron ante la increpación de Yahveh, al resollar al
aliento en sus narices.
17 Extiende su mano de lo alto para asirme, para
sacarme de las profundas aguas.
18 Me libera de un enemigo poderoso, de mis
adversarios más fuertes que yo.
19 Me aguardaban el día de mi ruina, Mas Yahveh fue
un apoyo para mí.
20 Me sacó a espacio abierto, Me salvó porque me amaba.
21 Yahveh me recompensa conforme a mi justicia, el me paga
conforme a la pureza de mis manos.
22 Porque he guardado los caminos de Yahveh, y no he
hecho el mal lejos de mi Dios.
23 Porque tengo ante mí todos sus juicios, y sus
preceptos no aparto de mi lado.
24 He sido ante él irreprochable, y de incurrir en
culpa me he guardado.
25 Y Yahveh me devuelve según mi justicia, según mi
pureza que está a sus ojos.
26 Con el piadoso eres piadoso, intachable con el
hombre sin tacha.
27 Con el puro eres puro, con el ladino, sagaz.
28 Tú que salvas al pueblo humilde, y abates los ojos
altaneros.
29 Tú eres, Yahveh, mi lámpara, mi Dios que alumbra
mis tinieblas.
30 Con tu ayuda las hordas acometo, con mi Dios
escalo la muralla.
31 Dios es perfecto en sus caminos, la palabra de
Yahveh, acrisolada, él es el escudo de cuantos a él se acogen.
32 Pues ¿quién es Dios, fuera de Yahveh? ¿Quién Roca,
sino sólo nuestro Dios?
33 El Dios que me ciñe de fuerza y hace mi camino
irreprochable.
34 Que hace mis pies como de ciervas, y en las
alturas me sostiene en pie.
35 El que mis manos para el combate adiestra, y mis
brazos para tensar arcos de bronce.
36 Tú me das tu escudo salvador, multiplicas tus
respuestas favorables
37 Mis pasos ensanchas ante mí; no se tuercen mis tobillos.
38 Persigo a mis enemigos, los deshago, no vuelvo
hasta haberlos acabado.
39 Los quebranto, no pueden levantarse, sucumben
debajo de mis pies.
40 Para el combate de fuerza me ciñes, doblegas bajo
mí a mis agresores,
41 a mis enemigos haces dar la espada, extermino a
los que me odian.
42 Claman, mas no hay salvador, a Yahveh, y no les
responde.
43 Los machaco como polvo de la tierra, como al barro
de las calles los piso.
44 De las querellas de mi pueblo me libras. me pones
a la cabeza de las gentes, pueblos que no conocía me sirven.
45 Los hijos de extranjeros me adulan, son todo
oídos, me obedecen.
46 Los hijos de extranjeros desmayan, y dejan
temblando sus refugios.
47 ¡Viva Yahveh bendita sea mi Roca, el Dios de mi
salvación sea ensalzado!
48 El Dios que la venganza me concede y abate los
pueblos a mis plantas.
49 Tú me libras de mis enemigos, me exaltas sobre mis
agresores, y del hombre violento me salvas.
50 Por eso, Yahveh, quiero alabarte entre los pueblos
y cantar tu nombre.
51 El hace grandes las victorias de su rey y muestra
su amor a su ungido, a David y su linaje para siempre.
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2 Samuel 23
1 Estas son las últimas palabras de David: Oráculo de
David, hijo de Jesé, oráculo del hombre puesto en alto, el ungido del
Dios de Jacob, el suave salmista de Israel:
2 El espíritu de Yahveh habla por mí, su palabra está
en mi lengua.
3 El Dios de Jacob ha hablado, me ha dicho la Roca de
Israel. El justo que gobierna a los hombres, que gobierna en el temor
de Dios,
4 como luz matinal al romper el sol en una mañana sin
nubes, haciendo brillar tras la lluvia el césped de
la tierra.
5 Pues firme ante Dios está mi casa, porque ha hecho
conmigo un pacto sempiterno, en todo ordenado y custodiado. El hará
germinar toda mi salud y todo mi deseo.
6 Como espinas del desierto todos los malvados, que
no son recogidos con la mano.
7 Nadie los toca si no es con hierro o el fuste de
una lanza para ser consumidos por el fuego.
8 Estos son los nombres de los valientes de David:
Isbaal el jakmonita, el primero de los tres; fue el
que blandió su lanza e hizo ochocientas víctimas
de una sola vez.
9 Después de él, Eleazar, hijo de Dodó, ajojita, uno
de los tres héroes. Estaba con David en Pas Dammim cuando los filisteos
se concentraron para presentar batalla y los hombres de Israel
retrocedían.
10 El se mantuvo firme y atacó a los filisteos hasta
que se le crispó la mano y se le quedó pegada a la espada; aquel día
obró Yahveh una gran victoria; el ejército volvió sobre sus pasos, pero
sólo para apoderarse de los despojos.
11 Después de él, Sammá, hijo de Elá, hararita. Los
filisteos se habían concentrado en Lejí. Había allí una pieza toda de
lentejas. El ejército huyó ante los filisteos.
12 Pero él se puso en medio de la pieza, la defendió
y batió a los filisteos. Yahveh obró una gran victoria.
13 Tres de los Treinta bajaron al tiempo de la
cosecha y llegaron donde David a la caverna de Adullam, cuando un
destacamento filisteo estaba acampado en el valle de los Refaím.
14 David estaba en el refugio y había en Belén un
puesto de filisteos.
15 David expresó este deseo: «¡Quién me diera a beber
agua de la cisterna que hay a la puerta de Belén!»
16 Rompieron entonces los Tres héroes por el
campamento de los filisteos y sacaron agua de la cisterna que hay a la
puerta de Belén, se la llevaron y la ofrecieron a David, pero él no
quiso beberla, sino que la derramó como libación a Yahveh,
17 diciendo: «¡Líbreme Yahveh de hacer tal cosa! ¡Es
la sangre de los hombres que han ido exponiendo su vida!» Y no quiso
beberla. - Estas cosas hicieron los Tres héroes.
18 Abisay, hermano de Joab, e hijo de Sarvia, era
jefe de los Treinta; fue el que blandió su lanza contra trescientos
hombres y conquistó renombre entre los Treinta.
19 Fue el más afamado de los Treinta, llegando a ser
su capitán, pero no igualó a los Tres.
20 Benaías, hijo de Yehoyadá, hombre valeroso y
pródigo en hazañas, de Cabseel, fue el que mató a los dos héroes de
Moab; el que bajó y mató al león dentro del pozo, un día de nieve.
21 Mató también a un egipcio de gran estatura; tenía
el egipcio una lanza en su mano, pero él bajó a su encuentro con un
bastón, arrancó la lanza de la mano del egipcio y con su misma lanza le
mató.
22 Esto hizo Benaías, hijo de Yehoyadá, y se granjeó
renombre entre los Treinta valientes.
23 Fue más ilustre que los Treinta pero no igualó a
los Tres. David le hizo jefe de su guardia personal.
24 Asahel, hermano de Joab, estaba entre los Treinta.
Eljanán, hijo de Dodó, de Belén.
25 Sammá, de Jarod. Elicá, de
Jarod.
26 Jeles, de Bet Pélet. Irá, hijo
de Iqques, de Técoa.
27 Abiezer, de Anatot. Sibbekay,
de Jusá.
28 Salmón, de Ajoj. Majray, de
Netofá.
29 Jeled, hijo de Baaná, de Netofá. Ittay, hijo de
Ribay, de Guibeá de Benjamín.
30 Benaías, de Piratón. Hidday, de
los torrentes de Gaás.
31 Abibaal, de Bet Haarabá.
Azmávet de Bajurim.
32 Elyajbá, de Saalbón. Yasén, de
Guizón. Jonatán,
33 hijo de Sammá, de Harar. Ajiam,
hijo de Sarar, de Harar.
34 Elifélet, hijo de Ajasbay, de Bet Maaká. Eliam,
hijo de Ajitófel, de Guiló.
35 Jesray, de Carmelo. Paaray, de Arab.
36 Yigal, hijo de Natán, de Sobá. Baní, de Gad.
37 Séleq el ammonita. Najray, de Beerot, escudero de
Joab, hijo de Sarvia.
38 Irá, de Yattir. Gareb, de Yattir.
39 Urías el hitita. En total, 37.
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2 Samuel 24
1 Se encendió otra vez la ira de Yahveh contra los
israelitas e incitó a David contra ellos diciendo: «Anda, haz el censo
de Israel y de Judá.»
2 El rey dijo a Joab y a los jefes del ejército que
estaban con él: «Recorre todas las tribus de Israel desde Dan hasta
Berseba y haz el censo para que yo sepa la cifra de la población.»
3 Joab respondió al rey: «Que Yahveh tu Dios
multiplique el pueblo cien veces más de lo que es y que los ojos de mi
señor el rey lo vean. Mas ¿para qué quiere esto mi señor el rey?»
4 Pero prevaleció la orden del rey sobre Joab y los
jefes del ejército y salió Joab con los jefes del ejército de la
presencia del rey para hacer el censo del pueblo de Israel.
5 Pasaron el Jordán y comenzaron por Aroer, la ciudad
que está en medio del valle, y por Gad hasta Yazer.
6 Fueron luego a Galaad y al país de los hititas, a
Cadés. Llegaron hasta Dan y desde Dan doblaron hacia Sidón.
7 Llegaron hasta la fortaleza de Tiro y todas las
ciudades de los jivitas y cananeos, saliendo finalmente al Négueb de
Judá, a Berseba.
8 Recorrieron así todo el país y al cabo de nueve
meses y veinte días volvieron a Jerusalén.
9 Joab entregó al rey la cifra del censo del pueblo.
Había en Israel 800.000 hombres de guerra capaces de manejar las armas;
en Judá había 500.000 hombres.
10 Después de haber hecho el censo del pueblo, le
remordió a David el corazón y dijo David a Yahveh: «He cometido un gran
pecado. Pero ahora, Yahveh, perdona, te ruego, la falta de tu siervo,
pues he sido muy necio.»
11 Cuando David se levantó por la mañana, le había
sido dirigida la palabra de Yahveh al profeta Gad, vidente de David,
diciendo:
12 «Anda y di a David: Así dice Yahveh: Tres cosas te
propongo; elije una de ellas y la llevaré a cabo.»
13 Llegó Gad donde David y le anunció: «¿Qué quieres
que te venga, tres años de gran hambre en tu país, tres meses de
derrotas ante tus enemigos y que te persigan, o tres días de peste en
tu tierra? Ahora piensa y mira qué debo responder al que me envía.»
14 David respondió a Gad: «Estoy en grande angustia.
Pero caigamos en manos de Yahveh que es grande su misericordia. No
caiga yo en manos de los hombres.»
15 Y David eligió la peste para sí. Eran los días de
la recolección del trigo. Yahveh envió la peste a Israel desde la
mañana hasta el tiempo señalado y murieron 70.000 hombres del pueblo,
desde Dan hasta Berseba.
16 El ángel extendió la mano hacia Jerusalén para
destruirla, pero Yahveh se arrepintió del estrago y dijo al ángel que
exterminaba el pueblo: «¡Basta ya! Retira tu mano.» El ángel de Yahveh
estaba entonces junto a la era de Arauná el jebuseo.
17 Cuando David vio al ángel que hería al pueblo,
dijo a Yahveh: «Yo fui quien pequé, yo cometí el mal, pero estas ovejas
¿qué han hecho? Caiga, te suplico, tu mano sobre mí y sobre la casa de
mi padre.»
18 Vino Gad aquel día donde David y le dijo: «Sube y
levanta un altar a Yahveh en la era de Arauná el jebuseo.»
19 David subió, según la palabra de Gad, como había
ordenado Yahveh.
20 Miró Arauná y vio al rey y a sus servidores que
venían hacia él. Entonces Arauná salió y se postró rostro en tierra
ante el rey.
21 Y dijo Arauná: «¿Cómo mi señor el rey viene a su
siervo?» David respondió: «Vengo a comprarte la era para levantar un
altar a Yahveh y detener la plaga del pueblo.»
22 Arauná dijo a David: «Que el rey mi señor tome y
ofrezca lo que bien le parezca. Mira los bueyes para el holocausto, los
trillos y los yugos de los bueyes para leña.
23 El siervo de mi señor el rey da todo esto al rey.»
Y Arauná dijo al rey: «Que Yahveh tu Dios te sea propicio.»
24 Pero el rey dijo a Arauná: «No; quiero comprártelo
por su precio, no quiero ofrecer a Yahveh mi Dios holocaustos de
balde.» Y David compró la era y los bueyes por cincuenta siclos de
plata.
25 Levantó allí David un altar a Yahveh y ofreció
holocaustos y sacrificios de comunión. Entonces Yahveh atendió a las
súplicas en favor de la tierra y la peste se apartó de Israel.
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